Los pufos del ladrillo de las cajas gallegas llegan hasta los Alpes suizos

Abanca comercializa apartamentos que se adjudicaron las cajas cerca de la prestigiosa estación suiza de Gstaad, refugio invernal de los millonarios

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Los años de la burbuja inmobiliaria han quedado atrás, pero su resaca todavía continúa. Sobre todo para las entidades bancarias y, en especial, las herederas de las antiguas cajas de ahorro, dado que fueron estas las que más arriesgaron con el ladrillo. En el caso de las gallegas, sus inversiones inmobiliarias les llevaron a territorios como la costa levantina, muy alejados de su zona de negocio tradicional y con pufos tan sonados como el del residencial InTempo en Benidorm, llamado a ser el edificio de viviendas más alto de Europa y que finalmente fue traspasado al Sareb.

Esa fiebre inversora motivó la expansión de su red comercial por toda la península, pero también por el extranjero. En países como Suiza, donde los emigrantes gallegos tienen un peso relativo importante sobre la población, tanto Caixanova como Caixa Galicia estaban prácticamente obligadas a contar con una oficina comercial; no así con una promoción de viviendas turísticas, como finalmente hicieron.

Burbuja inmobiliaria: Las cajas gallegas se la jugaron apostando por zonas muy alejadas de sus territorios 

Junto a la estación de esquí de Les Diablerets, a 120 kilómetros de Ginebra y a 20 de la prestigiosa localidad de Gstaad, un pueblo de algo más de 3.000 habitantes donde pasan el invierno los millonarios de medio mundo, las cajas gallegas levantaron un edificio residencial con vistas a los Alpes suizos. “Se puede considerar el mejor edificio de Diablerets”, apuntan desde Abanca.

Digiriendo el ladrillo

La entidad que dirige Juan Carlos Escotet, aún mantiene en la actualidad una decena de inmuebles que promociona a través de una web específica en la que figuran buena parte de los inmuebles que se ha tenido que tragar la nueva entidad como consecuencia de los desmanes de los Gayoso y Méndez al frente de las cajas gallegas.

Las viviendas,del residencial Cristal de Roche, realizadas con materiales de primera calidad, van desde los setenta metros a los ciento cuarenta, aproximadamente. Sus precios, aunque la entidad no los especifica, superan en la mayoría de los casos el medio millón de euros, una cantidad que a los visitantes de Gstaad podría no importarles gastar, pero, a la vista del resultado, deja claro que Caixanova y Caixagalicia fueron optimistas en sus previsiones y, como sucede en otros lugares, es a su heredera, Abanca, a la que le toca pagar la fiesta.

 

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