El oscuro pasado del socio de Villar Mir en Ferroatlántica

Glencore, la empresa a la que Villar Mir ha adquirido dos fábricas de ferroaleaciones, figura en los 'Papeles del Paraíso' y su fundador huyó de la justicia

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Esta semana, el empresario Juan Miguel Villar Mir anunciaba al regulador del mercado bursátil estadounidense la compra al gigante mundial de materias primas Glencore de dos fábricas de aleaciones de manganesos en Europa. La operación, que convierte en socios a ambas empresas y que se materializará en el primer trimestre de 2018, incluye también un acuerdo por el que Glencore se hace con la comercialización por diez años de los productos de aleaciones de manganeso de Ferroglobe en todo el mundo.

El anuncio, que no ha sentado especialmente bien en Galicia, se produjo apenas unos días después de filtrarse los conocidos como Paradise Papers, unos documentos relacionados con inversiones en paraísos fiscales filtrados a través del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, entre los que emerge el nombre del nuevo socio de Ferroatlántica.

El protagonismo de Glencore es tal que hasta el bufete de abogados offshore Appleby, en Bermudas, del que salieron los documentos que vinculan a la multinacional con el desvío de millones de dólares a través de paraísos fiscales, contaba con una habitación en su oficina con el nombre de la empresa.

La polémica por bandera

Desde que se fundó, Glencore ha vivido rodeada de polémica. Este gigante mundial, que cotiza en las bolsas de Londres, Hong Kong y Johannesburgo, nació de la mano de Marc Rich, un empresario de origen judío que comenzó a montar su imperio entre España y Suiza. Aquí llegó en 1964 como responsable del negocio de la multinacional Philipp Brothers (Phibro). Obuvo la nacionalidad a comienzos de los 80. Por aquel entonces, ya se había ido de la empresa para montar su propio negocio, Marc Rich & Co., el germen de lo que hoy es Glencore.

La nacionalidad española fue lo que libró a Rich de ser extraditado a Estados Unidos, el país al que emigró junto con sus padres durante la Segunda Guerra Mundial y donde, en 1983, el entonces fiscal Rudy Giuliani –que años más tarde viviría como alcalde de Nueva York el ataque a las Torres Gemelas– le atribuyó más de medio centenar de delitos relacionados con la evasión de impuestosy con sus tratos con Irán.

El fiscal Giuliani atribuyó a Rich más de medio centenar de delitos que le impidieron pisar EEUU hasta los años 90

Rich, al que Bill Clinton le concedió el indulto (no sin polémica) en sus últimos días de mandato, fue el rey de las materias primas en la década de los 70, en parte gracias a negociar con países como el mencionado Irán –al tiempo que ayudaba a financiar al Mossad–, la Nicaragua revolucionaria, la Sudáfrica del apartheid o la Libia de Gadafi.

Negocios turbios

Por lo que se desprende de los ‘Paradise Papers‘, algunas cosas no han cambiado, por mucho que el nombre ya no sea el mismo. De hecho, a Glencore se le atribuyen hechos que estarían vulnerando la normativa anticorrupción de la República Democrática del Congo, donde la compañía controla una de las principales minas de cobre.

Allí, según los documentos filtrados, Glencore recurrió al empresario israelí Daniel Gertler, cercano al poder de la República Democrática del Congo, para negociar el acceso a la extensa mina de Katanga. Al pareer, Glencore concedió un préstamo de 45 millones de dólares a una empresa controlada por el empresario en el período que se produjeron los contactos. 

Preocupación en Galicia

Para los trabajadores de Ferroatlántica en Cee-Dumbría, la operación con Glencore tampoco les da tranquilidad, pero por motivos bien distintos. El comité de empresa ha pedido a la Xunta que se «mantenga firme» en su defensa del interés público y de los sectores productivos gallegos, y más después de la compra de las fabricas manganeso de Glencore en Francia y Noriega, unas instalaciones que, según denuncian, serán «una nueva amenaza» para la viabilidad y el futuro de CeeDumbría, «al producir lo mismo, pero con instalaciones más modernas y un coste energético inferior«.

«El Gobierno gallego no puede obviar esta circunstancia. Permitir la desvinculación de la producción de ferroaleaciones y la de energía (que de forma invariable reporta beneficios) sería condenar al cierre las fábricas de la Costa da Morte, destruir cientos de empleos y llevar a la ruina a toda a comarca», alertan.

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