Cómo fulminar a un presidente de la patronal en 48 horas

El temor a una campaña en contra pudo influir en la renuncia de Díaz Barreiros, que guarda silencio mientras la patronal se hunde

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En la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) se hizo todo como siempre para acabar de la misma manera. En casi tres años de interinidad desde la dimisión de Antón Arias, las organizaciones provinciales fueron incapaces de consensuar un candidato y llegar a la asamblea electoral con una postura unitaria. Como sucedió en las anteriores elecciones, A Coruña y Lugo fueron de la mano en el apoyo de un candidato con poco peso en el empresariado y que dimitió 48 horas después de resultar elegido, para estupor de alguno de sus principales valedores.

A José Manuel Díaz Barreiros le dijeron en varias ocasiones que no era el candidato de consenso que se buscaba y que la Xunta prefería otro perfil, un representante de una gran empresa o con una patronal fuerte detrás. Hizo caso omiso el empresario ourensano, que contaba con el apoyo de Marisol Nóvoa en la Confederación de Empresarios de Ourense y que sumó a su causa a Antonio Fontenla en A Coruña. Bastaría con que Jaime López mantuviese la costumbre de la provincial de Lugo de votar con A Coruña para salir elegido.

Visibilizar el desacuerdo

A la asamblea del pasado martes llegó como claro favorito frente a Pedro Rey. Varias sectoriales, entre ellas Asime o Cegasal, habían decidido votar en blanco para visibilizar su desacuerdo con la confección de la candidatura, que a su juicio se hizo con maniobras internas y sin buscar el consenso de los empresarios. Entre las sectoriales también anidaba el temor a que el nuevo presidente intentara reducir su peso en la asamblea de la patronal.  

Las elecciones se interrumpieron sin que estos votos en blanco se mostraran, pues Pedro Rey se retiró y Díaz Barreiros fue elegido por aclamación. El inusual procedimiento, permitido por el secretario de la CEG, abrió el primer frente para el nuevo presidente, pues tanto en la Confederación de Empresarios de Pontevedra como en las sectoriales reclamaron conocer el escrutinio de los votos emitidos de manera telemática.

Aunque nadie había impugnado las elecciones ni cuestionado su legitimidad, al menos hasta entonces, el empresario ourensano renunció dos días después de ser elegido alegando que se ponía en duda la limpieza de las elecciones y la honorabilidad de la institución.

Huida y crisis

¿Qué pasó en esas 48 horas? El temor a una campaña en contra por informaciones críticas que aparecieron en medios de comunicación pudo ser uno de los factores que influyó en la decisión. Según las fuentes consultadas, alguno de los empresarios que le apoyaron en la candidatura también le habría recomendado dar un paso atrás ante la batalla interna que se avecinaba. Los motivos reales de Díaz Barreiros se desconocen ya que no los ha explicado, ni siquiera a parte de las personas que lo respaldaron y que no entienden las razones de la espantada.

El fiasco de las elecciones deja una situación peliaguda sin que los empresarios a los que continúa interesando la patronal sepan cómo sacarla a flote. Es previsible que se reabra la guerra interna, pues las sectoriales ya emitieron este viernes un comunicado acusando indirectamente a Antonio Fontenla de actitudes «dictatoriales». En un clima de desconfianza, parece difícil tratar de buscar una candidatura de consenso o reformar la institución con cambios estatutarios. Al margen de la última etapa de Antonio Ramilo, con el agujero contable y el desvío millonario de fondos de formación, la patronal gallega atraviesa su peor crisis de imagen y representatividad. Y sin esos dos elementos es una mera distribuidora de ayudas de formación, asunto nada desdeñable para el que se encarga del reparto, pero insuficiente para representar al empresariado. 

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