Alimentos integrales y ‘bio’ con más grasa y azúcar que los industriales

Estos son los productos ecológicos, integrales o “caseros” que tienen más componentes perjudiciales que los alimentos industriales

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Los alimentos “caseros”, “integrales” o “bio” no siempre son lo que parecen. Aunque los consumidores los perciben como más sanos y con menos ingredientes dañinos para la salud, la etiqueta “industrial” o “casero” no se ajusta a la creencia generalizada.

Los productos ecológicos, caseros e integrales están ganando espacio en las estanterías. Mercadona ha lanzado 16 nuevos productos “veganos” y “fitness” en los últimos meses. Lidl refuerza su línea ecológica y Carrefour abre nuevos supermercados con productos de cercanía e integrales.

Pero parte de esos alimentos tienen más grasas, azúcares o sales que sus competidores industriales.

Las galletas ecológicas Sonday, que se venden en los supermercados Lidl, guardan una doble sorpresa. Cuentan con una elevada cantidad de grasas (24,4%), grasas saturadas (10,5%), y azúcares (22,4%) que superan con creces a muchas marcas del mercado. La típica galleta industrial Marbú Dorada de Cuétara tiene casi la mitad de grasas saturadas (6,3%) que la galleta ecológica que se vende en la cadena alemana.

Además, las galletas ecológicas de Lidl cuentan –al menos hasta hace pocas semanas— con el denostado aceite de palma. “Aceite de palma ecológico”, según consta en el etiquetado del producto traído de Alemania, con su correspondiente huella de CO2.

La cadena alemana anunció recientemente la retirada del aceite de palma en todos sus productos ecológicos para corregir la contradicción de vender un producto “ecológico” con uno de los ingredientes más denostados por el consumidor por  el arrase de suelos tropicales de gran valor ecológico.

Las galletas en DIA

Las galletas integrales Florbú, que se venden en los supermercados de la cadena DIA, tienen también 20% de grasa, la misma que una Oreo, que se encuentran entre las galletas más grasosas del mercado. Un caso similar se repite con las patatas fritas “caseras” de El Corte Inglés (37% de grasa) frente a las denostadas Ruffles (33%).

 Galletas integrales DIA con 20% de grasa. MarbúDorada

Galletas integrales de DIA con 20% de grasa, frente junto a las industriales Marbú Dorada con 17%.

La pasta integral de Gallo se vende como producto dietético con sólo un 2% de grasa. La pasta que comparte estantería, justo al lado, en los supermercados DIA, Garofalo, apenas tiene el 1%.

Tortillas Mercadona

Las tortillas de trigo de Mercadona son un ejemplo de que no todo lo que parece integral, lo es. Las tortillas integrales de Hacendado tienen el triple de azúcar (7,5%) que las tortillas convencionales de la misma marca (2,7%). La versión integral también tiene el 25% más de grasas que “normales”.

   Tortilla integral Hacendado con 7,8% de grasa frente a las tortillas de trigo con 6,2%. Tortillas de trigo Hacendado.

Tortillas integrales Hacendado con 7,5% de azúcar frente a las de trigo convencional de la misma marca con 2,7%.

El tomate frito es otro caso curioso. Mercadona vende un tomate “artesanal”, lo que puede hacer pensar al consumidor que es un alimento más saludable. Pero el etiquetado guarda una sorpresa. El tomate frito Hacendado “receta artesana” tiene cinco veces más grasa que el tomate frito Hacendado a secas. La “receta artesana” cuenta con el 15% de grasas, mientras que el producto industrial apenas supera el 3%.

Los responsables de la industria alimenticia explican que la etiqueta “integral” en los alimentos no quiere decir que tenga menos grasas, azúcares o sales, sino simplemente justifica que el alimento tiene más fibra.

El marketing y la realidad

“Yo he sido muy crítico con lo que se vende de los productos ecológicos, porque la actual normativa sólo toma en consideración el criterio ‘natural-artificial’ que es subjetivo. Se deberían tomar en consideración otros criterios más objetivos como la huella hídrica o la huella de carbono”, explica el profesor de bioquímica de la Universidad Politécnica de Valencia, Juan Miguel Mulet. “Por ejemplo: ¿qué es más sano: un bollo industrial o una manzana transgénica?”, añade el profesor, que niega que el producto ecológico sea más saludable y que el industrial (transgénicos incluidos) sea más nocivo.

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