El soberanismo llegará reducido y con lo puesto al 1 de octubre

Puigdemont busca con el anuncio de la fecha y la pregunta del referéndum movilizar al soberanismo, que ha reducido sus fuerzas sin convencer a Els Comuns

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Movilizar, buscar un aumento de la temperatura y esperar a que el Gobierno cometa algún error de envergadura. Es lo que pretende el Gobierno de Carles Puigdemont, quien este viernes anunció la fecha y la pregunta del referéndum, sin firmar todavía nada, asumiendo que llegará al 1 de octubre sin haber podido convencer a Els Comuns, el partido de Ada Colau, que era su gran objetivo. Llegará el soberanismo reducido y con lo puesto, sólo con el apoyo de Junts pel Sí y la CUP, esperanzado en que el Gobierno, con su determinación en impedir el referéndum, cometa un exceso que, a su vez, provoque una acción más entusiasta del independentismo.

Y es que si se compara con el 9N de 2014, el soberanismo llega con menos activos. CiU ya no existe. El Pdecat, que ha sustituido a Convergència, es un partido que lucha por su supervivencia, con una lucha entre la dirección y la vieja guardia, que, con Artur Mas al frente, pretende seguir moviendo los hilos. Unió tampoco existe como partido. Los socialistas que dejaron el PSC ya no quieren ahora entrar en el carro del referéndum unilateral, y dirigentes como Ángel Ros, alcalde de Lleida, que votó el 9N, ha asegurado que sólo lo volverá hacer en el caso de un referéndum legal y acordado.

La pretensión de Puigdemont era contar con Els Comuns, pero éstos, que en sus estructuras siguen manteniendo la cultura política de ICV –el PSUC– tampoco quieren sumarse. En su seno hay electores independentistas, pero la mayoría no lo son. Sólo participarán si el 1 de octubre se acaba convirtiendo en una gran protesta en la calle, para pedir, precisamente, un referéndum acordado.

El soberanismo se queda con lo puesto, con Junts pel Sí y la CUP, y sin Colau

Con esos mimbres ha trazado la recta final del proceso soberanista el presidente Puigdemont, apoyado por el líder de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras, aunque éste admita que no existe todavía una mayoría social en Cataluña que permita forzar la situación.

Fuentes soberanistas aseguran que habrá movimientos, que Puigdemont no se quedará en ese anuncio, y que deberá ser el Gobierno de Mariano Rajoy el que decida qué quiere hacer y cómo piensa impedir el referéndum. El hecho es que el gobierno catalán se está encontrando, en diferentes departamentos, como el de Governació, con la oposición interna de los funcionarios, que no desean cometer ninguna ilegalidad. Y no se ha incrementado la intensidad en los preparativos del referéndum.

El gobierno catalán no ha preparado nada para realizar el referéndum con mínimas garantías

A mitad casi de junio, y con el verano a la vuelta de la esquina, no queda apenas tiempo para acometer todos los trabajos que supone un referéndum. Ni se habla del censo, ni de las garantías democráticas para realizarlo, ni de una campaña diseñada para el sí y para el no. No hay nada.

La oposición ha visto esa cuestión. El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, aseguró que ni el propio Puigdemont se cree que podrá realizar el referéndum.

El líder del PSC, Miquel Iceta, afirmó que se está “ante una nueva etapa que no lleva a ningún sitio”. Y el PSOE, con el liderazgo de Pedro Sánchez, también se desmarcó con claridad. Su portavoz parlamentario, José Luis Ábalos, rechazó por completo el plan de Puigdemont. “No estamos de acuerdo, no aceptamos ese desafío”, sentenció, defendiendo “el estado de derecho y nuestro límite que es la legalidad”.

El soberanismo ha preparado diversos mojones hasta llegar al 1 de octubre para subir la temperatura

Pese a todo, y sin posibilidad de rectificación, Puigdemont, con el soberanismo diezmado, camina hacia el 1 de octubre, con distintos mojones para subir los ánimos: el primero este domingo, con una movilización en Montjuïc, que contará con la participación de Pep Guardiola, el ex entrenador del F.C.Barcelona. El segundo, al margen de todo lo que las entidades soberanistas organicen durante el verano –la ANC, Òmnium Cultural y la AMI– con la Diada del 11 de septiembre, y el tercero, el 1 de octubre.

El Gobierno, que este viernes apenas quiso referirse a la cuestión, valora en qué momento deberá intervenir. La última semana de agosto puede ser decisiva. Todos atentos. 

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