Sánchez cocinará su investidura durante las gallegas para venderlo tras el 25S

El PSOE asiste dividido a los intentos de su líder, que convocará un comité federal si logra algún acuerdo con Podemos y Ciudanos que evite las elecciones

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Con muchas cautelas, pero firme y con una idea. Pedro Sánchez cocinará su investidura durante las elecciones gallegas, para poder vender un acuerdo al comité federal tras el 25 de septiembre. Si no tiene nada ligado, no lo hará, y serán los resultados de esos comicios, en Galicia y en el País Vasco los que marquen su suerte.

Nada se moverá hasta esa fecha. Pero en ese lapso, Sánchez quiere tejer una alianza con Podemos y Ciudadanos con el argumento de que el acuerdo favorecerá los propios intereses de las dos fuerzas políticas. Que Albert Rivera y Pablo Iglesias se dejen cazar en esa tela de araña es otra cosa. Pero el secretario general del PSOE piensa en los últimos días de octubre, cuando se acerque el límite, y el 31 de octubre se acabe el plazo para la investidura. Al día siguiente, el 1 de noviembre, se convocarían elecciones de forma automática.

La tesis de Sánchez, que comparten expertos demoscópicos consultados por Economía Digital, es que quien más perdería con unos terceros comicios es Podemos y Ciudadanos. ¿Querrán arriesgarse Iglesias y Rivera?

Negociación permanente

Pero la ecuación es muy débil. Sánchez pretende gobernar con los 85 diputados del PSOE, y el apoyo externo desde el Congreso de Podemos y Ciudadanos. Un dirigente socialista que coincide con la intención de Sánchez, señala que «se debería negociar cada semana, pero qué se prefiere, ¿nuevas elecciones? La realidad es ésta, y habrá que aprovechar todas las posibilidades».

Tanto Iglesias como Rivera no quieren saber nada –por ahora– de esa idea, pero escucharán a Sánchez, y, de hecho, ganarán tiempo hasta las elecciones del 25 de septiembre.

Tensión interna

Lo que ocurre es que en el partido socialista existe una gran división. Los barones territoriales necesitan cuanto antes un gobierno, que apruebe los presupuestos de 2017, y que, a partir de esas cuentas, se puedan elaborar los presupuestos del conjunto de las autonomías. Pero, además, apuestan por una abstención que permita la investidura de Rajoy, u de otro candidato del PP, porque no ven otra alternativa viable.

Y ahí está Guillermo Fernández Vara, el presidente de Extremadura, y Javier Fernández, el presidente de Asturias. Algunas fuentes socialistas sostienen que en el propio equipo de Sánchez se han generado dudas, y negociadores como Jordi Sevilla o José Enrique Serrano se mostrarían contrariados con un acuerdo con Podemos, después de experimentar en sus propias carnes «la arrogancia» de Iglesias en el anterior intento de investidura.

Y, por supuesto, aparece en escena Susana Díaz. La presidenta andaluza no quiere saber nada de Podemos. Pero, ¿cuál es la salida? Existe una cuestión central para todos y es que la militancia socialista «no quiere saber nada ni de Rajoy ni del PP», según un dirigente socialista, después de comprobar todos los mensajes que han llegado a las agrupaciones socialistas en las últimas
semanas. 

La vía Iceta

Sánchez cuenta con dos grandes apoyos, Ximo Puig, en Valencia, y Miquel Iceta, en Cataluña. Iceta es vital, porque el PSOE no podrá crecer sin la ayuda de Cataluña. Y para el PSC se trata del mismo problema: sin el PSOE no podrá sostener su oposición al movimiento independentista catalán.

El mensaje de Iceta es que se puede y se debe intentar un acuerdo con Podemos, y la abstención de Ciudadanos. Y, en caso contrario, ir a las terceras elecciones con los deberes hechos y con todo el trabajo realizado para constatar que se hizo lo necesario para evitarlas.

El argumento de los socialistas que están dispuestos a todo es que Rajoy ha demostrado que no puede seguir al frente de un gobierno de España, y que si el PP no quiere prescindir de él, no queda otra que construir una alternativa, aunque sea débil.

Comité federal y ¿dimisión? de Sánchez

El caso de José Manuel Soria ha levantado los ánimos de Sánchez para mantener su intento. Y el otoño no será, precisamente, la mejor época para el PP, porque se juzgarán diversos escándalos del partido, entre ellos el que afectó al icono de los populares, Rodrigo Rato.

Cuando se acerque la fecha límite, cuando en los diez últimos días del mes de octubre no haya más alternativa, Sánchez espera que Rivera e Iglesias acepten su investidura.

Antes, sin embargo, debería convocar un comité federal, en el que todos los dirigentes pondrán las cartas sobre la mesa. Y si la mayoría de responsables orgánicos del PSOE apuestan por una abstención en una segunda investidura de Rajoy, a Sánchez no le quedará otra que dimitir. De hecho, a eso se agarra Rajoy con todas sus fuerzas.

El factor Feijóo

En ese momento se conocerán los resultados de las gallegas y vascas. El PSOE podría brindar con cava o con champán si Nuñez Feijóo pierde la mayoría absoluta en Galicia. Sería un indicativo de que la estrategia de oposición de Sánchez habría dado sus frutos. Y si en el País Vasco aguanta, para ser determinante para que el PNV pueda gobernar, Sánchez se lanzaría desbocado para lograr su investidura.

Pero puede suceder todo lo contrario. «La clave, sí, pueden ser esos resultados, pero lo más determinante es el cálculo que establezca Iglesias y Rivera en los diez últimos días de octubre: si creen que perderán muchos escaños en unas terceras elecciones, se acercarán a Sánchez», concluye un dirigente socialista.

En cualquier caso, Sánchez ha tomado ahora la iniciativa, aupado por la parálisis de Rajoy con el asunto de Soria, que ha dejado noqueados a muchos dirigentes del PP que no logran entender en qué momento pensó el líder del PP que no pasaría nada con el nombramiento de un ministro para un cargo del Banco Mundial que ya tuvo que dimitir por los papeles de Panamá.

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