Rallo: «Ser liberal es realmente revolucionario, es lo rompedor»

El economista rechaza la renta básica que defiende, con variantes, Podemos y reclama un profundo paquete de reformas para España

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Existe un gran debate, profundo, de calado. Los economistas, ¿ofrecen instrumentos para solucionar los problemas de las sociedades en cada momento histórico, o parten de presupuestos ideológicos?

Juan Ramón Rallo lo tiene claro. Asume su punto de partida. Es un liberal, por convicción, porque cree que las recetas liberales, honestamente, suponen y han supuesto un avance para los individuos, partiendo de la defensa de su libertad. Pero está claro que todo proyecto supone una premisa previa. Para ello hay que recurrir siempre a los clásicos. John Kenneth Galbraith lo explicó de forma magistral en su libro Historia de la economía (Ariel).

El respeto a Raventós

Los británicos, apuntaba Galbraith, defendieron con vehemencia el libre mercado, y rechazaron el proteccionismo, desde una posición netamente liberal a lo largo del siglo XIX. ¿Por qué? Porque eran los únicos con capacidad de exportar, porque fueron los pioneros en la revolución industrial, así que el librecambio les permitía inundar el mundo con sus productos, porque nadie tenía capacidad de producirlos. ¿Ventajista?

Rallo no va tan lejos. Acaba de publicar Contra la renta básica (Deusto), la que defienden economistas como Daniel Raventós, desde hace más de 15 años, con su grupo de expertos de la Universidad de Barcelona. Los dos, de hecho, debatieron sobre sus respectivas ideas en un foro en la Universidad de Barcelona ese pasado viernes. «Han trabajado bien, son reconocidos, con el profesor Raventós al frente, y les tengo un gran respeto», responde Rallo, director del liberal Instituto Juan de Mariana.

Oportunidades para todos, sin el control de unos pocos

Pero Rallo no duda en defender su posición, y no lo hace con ánimo de provocar, en una entrevista con Economía Digital. A la pregunta de qué debe entenderse hoy en día como revolucionario, el economista responde: «Ser liberal es realmente revolucionario, es rompedor, porque implica dar oportunidades a la gente, para que se eduquen, para que trabajen, para que se muestren activos, y aporten al conjunto de la sociedad, sin oligopolios, sin barreras, sin el control de unos pocos».

Eso suena bien. Pero llegan las pegas. En su libro, un tratado, en realidad, de filosofía política, en el que aparece la enorme figura de John Rawls, y las críticas de otros autores, como Van Parijs, Rallo considera que «la solidaridad es un fin muy loable, pero no puede ser impuesta por la fuerza. No es el fin el que justifica los medios, sino que son los medios los que permiten justificar los fines, y también en el caso de la redistribución estatal de la renta».

Rechaza la propuesta de Raventós, adoptada inicialmente por Podemos, de ofrecer un salario a todos los individuos, trabajen o no, para compensar dos cuestiones: que el sistema productivo dejará en poco tiempo –ya lo está haciendo—a muchos trabajadores totalmente fuera del sistema, y para lograr que en la negociación de los trabajadores con las empresas el punto de partida sea algo más elevado, es decir, que tengan un argumento para no aceptar cualquier salario a la baja.

Contra la resignación

Rallo rechaza la mayor. Es decir, considera que España no está en esa situación, en la que una buena parte de la sociedad pueda quedar marginada. «España no puede resignarse, es un problema que caracteriza a la economía española, porque en el mejor momento, en 2007, todavía tenía sobre un 8% de paro estructural, y eso no pasa en otros lugares del mundo».

¿Qué solución se puede aportar, por tanto, justo cuando este domingo se vota para elegir presidentes autonómicos y alcaldes de toda España?

«La renta básica debe ser la última instancia, el último elemento al que acudir, porque es una medida defensiva, de resignación, que, además, desde el punto de vista de los principios liberales, es una aberración», asegura. ¿Entonces?

Una nueva reforma laboral

Juan Ramón Rallo, que habla con convicción, con un tono de voz elevado, sin titubeos, entiende que en España se deberían acometer, antes de recurrir a esa renta básica, tres cuestiones: «La reforma laboral no se ha completado, se debe insistir en ello, para flexibilizar el mercado, como en otros países; la reforma educativa, en profundidad, porque qué pasará con las universidades públicas cuando Harvard imparta cursos online para todo el mundo; y una reforma del mercado energético, a fondo, porque nos está lastrando. También se debería afrontar cómo acabar con los sistemas del sistema financiero», sentencia.

Por ello, para Rallo, quien defiende esas reformas, quien adopta esa posición, «es un revolucionario, un rompedor, porque es consciente de que se deben cambiar muchas dinámicas». Y es cierto, sostiene, «que si con todo lo que decimos, necesitamos apoyar a determinados colectivos, entonces sí soy partidario de una renta básica, o de una renta mínima de inserción. Pero no antes de haberlo intentado todo, de forma previa».

¿Ciudadanos, un partido liberal?

Cuando a Rallo se le pregunta por la oferta electoral, entonces frunce el ceño. Pero no por miedo, si no porque no ve a nadie en particular que defienda con la misma pasión sus ideas. Por supuesto no es Podemos. Pero tampoco, ¡atención!, es Ciudadanos. «Ciudadanos es una socialdemocracia moderna, sensata, puesta al día, pero no es un partido liberal», sostiene.

Rallo recoge el libro. Se constatan puntos de vista comunes y diferencias. Y la convicción de que, efectivamente, las cosas se defienden a partir de posiciones sólidas. Y es lo que echa de menos, que muy pocas personas en España argumentan con principios bien establecidos. Sean los que sean, porque Rallo admira a Raventós, justo porque le aguanta el debate.

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