Rajoy emplaza a la sociedad catalana a acabar con Puigdemont

Rajoy rechaza la presión de los ‘duros’ del PP y se limitará a aplicar la ley confiado en que la sociedad catalana verá el giro 'autoritario' de Puigdemont

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El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, mantiene la calma. No desea variar ni un ápice su estrategia respecto al problema catalán. Es más, con la crisis de gobierno que ha protagonizado el presidente catalán, Carles Puigdemont, con la entrada de ‘duros’ soberanistas para afrontar el referéndum del 1-O, Rajoy considera que será la propia sociedad catalana la que acabará con Puigdemont. Y, en todo caso, la alienta para que se de cuenta del “giro autoritario” que ha dado el mandatario catalán.

La respuesta del Gobierno de Rajoy será “proporcional”, según fuentes del Ejecutivo, que insisten en que todo sigue igual, y que no se atenderá los ruegos del sector duro del PP ni de los medios de comunicación con sede en Madrid que piden un día y otro también que se aplique la ley de seguridad o que se asuman ya competencias de la Generalitat para tener el control de los Mossos d’Esquadra. “Habrá recursos ante el TC, se paralizarán acciones y se mantendrá la calma”, se insiste desde el Ejecutivo, que no quiere cometer “ni un exceso”, porque eso es, precisamente, lo que desea el gobierno catalán para justificar nuevas acciones.

El Gobierno se conjura para no cometer ni un solo exceso que beneficie al soberanismo

La estrategia de Rajoy, en todo caso, cobra ahora otra dimensión, y es la de ‘machacar’ la idea de que Puigdemont ha comenzado a quemar todas las naves, con un cambio en el ejecutivo, con la marcha de “eficaces gestores y políticos serios como Jordi Jané”, el titular de Interior, precisamente, quien dejó claro que no tomaría ninguna decisión que fuera contra la ley, y que no pondría en peligro a un solo Mosso d’Esquadra.

El juicio del Gobierno es que ese paso, con la decisión ya clara de celebrar un referéndum unilateral, será un punto de inflexión en la sociedad catalana, y que el propio gobierno catalán no podrá llegar, de hecho, al 1 de octubre. “La debilidad interna es grande, las contradicciones seguirán aflorando, y el Gobierno mantendrá la calma. Todos esos ingredientes no permitirán a Puigdemont seguir adelante”, insisten las mismas fuentes.

Rajoy y Sáenz de Santamaría creen que Puigdemont no aguantará la presión interna y externa

Rajoy verbalizó esa idea, en la que se insistirá en las próximas semanas, este mismo sábado, desde Bilbao. El presidente del Gobierno aseguró que Puigdemont ha demostrado “la deriva autoritaria”, y que sus pretensiones ya están al margen “de todas las leyes”. Rajoy incidió en que el propósito de celebrar el referéndum “no tiene ninguna posibilidad de éxito por mucho ruido que desplieguen”, y puso el ejemplo del PNV, con el acuerdo presupuestario con el Gobierno como señuelo para el nacionalismo catalán, si decide dar marcha atrás.

El jefe del Ejecutivo considera que Puigdemont ha roto todos los puentes, y que “se desliza por la radicalidad”. Ante eso, sin embargo, la receta ya decidida: “Responderemos con la razonable fuerza de la ley, con sensatez y moderación”.

La prueba de cómo avance lo que es ya un conflicto político de máxima envergadura llegará este martes. El Consell Executiu del Govern de Puigdemont decidirá la compra de las urnas,  una decisión a la que se ha comprometido el vicepresidente de la Generalitat y líder de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras.

El sector duro del PP y del Gobierno, que encabeza la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, y el ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, creen que, finalmente, será necesario tomar medidas más drásticas. Pero Rajoy, junto con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, mantienen la misma tesis: bastará la aplicación de los recursos ante el Tribunal Constitucional y la actuación de la Fiscalía.

El Gobierno ya no está a tiempo de aplicar el artículo 155 de la Constitución, señal de que no ha pensado en ello

Y, si se quisiera, tampoco se puede recurrir al manido artículo 155 de la Constitución, que supondría, en la práctica, la asunción temporal de competencias de la Generalitat. Se redactó para que no se aplicara nunca, o en caso de gran excepcionalidad. Y para que entre en vigor se precisa un periodo de entre tres y cuatro meses, con informes previos del Consejo de Estado y votación final en el pleno del Senado. El Gobierno ya no está a tiempo para aplicarlo, y eso demuestra que Rajoy nunca pensó en poner en marcha el mecanismo.

El Ejecutivo presionará ahora a la propia sociedad catalana para que entienda que el Gobierno de la Generalitat ha traspasado todos los límites, y que, si realmente aplica los resortes para celebrar un referéndum unilateral, se impedirá con la ley en la mano, y no se negociará nada hasta que Puigdemont admita su error.

La apariencia y lo que difunde el Gobierno  es una idea de calma. Rajoy ha llegado hasta esta situación “y no la cambiará ahora”, aseguran fuentes del PP.

Sáenz de Santamaría está ahora muy encima de cualquier gesto o maniobra interna del gobierno catalán. La previsión es que Puigdemont no podrá mantener la cohesión de su gobierno, y que los poderes de la sociedad catalana se van a mover mucho en las próximas semanas y hasta el 1 octubre. Ese mismo sábado lo hizo el presidente de la Cambra de Comerç, Miquel Valls, quien aseguró que el referéndum no será de ninguna forma.

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