Rajoy destierra la estrategia de enfrentamiento de Aznar con los nacionalistas

Impulsará un nuevo modelo de financiación, pero ignorará las peticiones soberanistas de Mas

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Agresividad y defensa de los planteamientos que garanticen una cierta idea de España o frialdad y desdén hacia las peticiones de Artur Mas tras las elecciones del 25N.

Esa es la disyuntiva que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, debe asumir.

Y, según fuentes de la dirección nacional del PP, lo tiene bastante claro. Destierra la estrategia de enfrentamiento de Aznar con los nacionalistas, aunque todavia puedan quedar rescoldos y, fiel a sí mismo, tratará de que sea el propio Mas quien se convenza de que su proyecto “no irá a ningún sitio”.

Buenas formas, por tanto, pero desdén ante las peticiones soberanistas que Mas planteará el día después de las elecciones. El PP considera que, una vez conocidos los resultados electorales, el clima político será muy diferente.

¿Ruptura con España?

Los populares, que han desembarcado en Catalunya, con el objetivo de alcanzar el segundo puesto en el Parlament, son conscientes de que las cosas han cambiado, de que la dirección de CiU ya no es la de hace unos años, la que firmó con el PP los acuerdos del Majestic en 1996 ni la del año 2000.

Pero no perciben que Artur Mas pueda llevar a Catalunya, realmente, hacia un punto tan delicado como la ruptura con el resto de España.

Financiación, sí

El PP ve una salida viable. Entiende a la perfección las quejas del propio Mas y de buena parte del tejido empresarial catalán sobre la “injusticia” del sistema de financiación.

Con los números en la mano, los dirigentes populares –la candidata Alicia Sánchez Camacho también defiende una mejora de la financiación– entienden que no es lógico que Catalunya se quede por debajo o ligeramente por encima de la media de las comunidades autónomas después de aportar recursos al fondo de solidaridad.

Y el PP planteará un nuevo modelo en el que el principio de ordinalidad –si Catalunya está entre las tres o cuatro primeras autonomías antes de aportar recursos a la caja común, debe permanecer después en esos puestos– será el primer objetivo.

Reforma territorial a largo plazo

Pero la oferta de Rajoy se quedará aquí.

Existe en el PP la voluntad de reformar el conjunto de las administraciones públicas en España, y diversos dirigentes son partidarios de recuperar, de alguna forma, el espíritu original de la Constitución, que divide España entre nacionalidades y regiones.

Pero el proceso para racionalizar el mapa autonómico, con Catalunya, Euskadi, y Galicia, por un lado, más Andalucía, y el resto de regiones podría alargarse en el tiempo.

La lista de Mas

Por tanto, Rajoy no atenderá una larga lista que CiU ya está elucubrando, y que pasaría por la reforma de la Constitución, un pacto fiscal bilateral, la asunción de plenas competencias en materia de infraestructuras, incluido el Puerto y el aeropuerto del Prat…, en definitiva una lista que acercaría Catalunya a esas “estructuras de estado” que reclama Mas.

La idea de Rajoy es que Mas, tras el 25N, acabe diluyendo su proyecto soberanista y se pueda negociar, eso sí, el nuevo modelo de financiación.

El PP y el cambio de paradigma

Pero, y aquí son fuentes del entorno de Mas las que reflexionan sobre la situación, el PP no habría entendido que Mas “va en serio”.

Mas quiere el diálogo con Rajoy, apuntan esas fuentes, pero no está dispuesto a renunciar a su proyecto. Y una de las primeras medidas que adoptará, ya lo ha dejado claro en público, es la aprobación de una ley de consultas catalana.

El candidato de CiU quiere celebrar un referéndum sobre la autodeterminación de Catalunya, “y lo hará”, aunque sea para demostrarse y demostrar que Catalunya quiere ser un sujeto jurídico propio, capaz de elegir su futuro.

Ese es el problema que el PP no quiere o no sabe ver, según las mismas fuentes nacionalistas. Mas cambió su guión, lo aceleró, en todo caso, después de la manifestación independentista de la Diada y el PP sigue con el guión “de antes del verano”.

El ‘factor’ ERC

La tradicional forma de ver la política por parte de Mariano Rajoy, que pasa por dejar hacer, por dejar madurar las cosas, podría esta vez no servir de mucho.

Pero, en ningún caso, según fuentes de la dirección nacional del Partido Popular, Rajoy, –como le piden en determinados medios de comunicación de Madrid y círculos empresariales– seguirá la estrategia de Aznar, que, con su enfrentamiento con los nacionalistas provocó el auge, por ejemplo, de Esquerra Republicana.

Nadie quiere eso, por ello los empresarios catalanes desean una mayoría absoluta de CiU, sin necesidad de socios, para que gestione con el PP cuestiones como el modelo de financiación.

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