Rajoy construirá su geometría parlamentaria cimentada en los presupuestos

El gobierno de Rajoy está en el epicentro de todas las insatisfacciones de los españoles y su geometría parlamentaria se atiene al curso de los presupuestos

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Ni la lluvia ni el frío de esta extraña pre primavera ha disuadido a los pensionistas de volver a tomar las calles. Las protestas en Lavapiés, después de la muerte por infarto de un inmigrante senegalés, son un rescoldo que se puede avivar. Los deudos de víctimas de crímenes siniestros, erigidos en líderes sociales, calientan el anhelo de muchos españoles por el endurecimiento de nuestro código penal.

Lo que está ocurriendo en España tiene todo el aspecto de una conjunción astral que ha colocado al gobierno de Mariano Rajoy en el epicentro de todas las insatisfacciones.

¿Hay razones objetivas para tanto descontento radicalizado?

La sensación dominante es que, despojados de la preocupación por el desafío secesionista catalán, los españoles han encontrado causas para salir a la calle a protestar contra el Gobierno.

La política española que canibaliza los aciertos con una velocidad acorde a nuestras redes sociales

Las encuestas después de los resultados de las elecciones catalanas han tomado el mando de la política española. Se ha establecido que Rajoy es un enfermo desahuciado que hay que apuntillar. Parece que nadie se acuerda de que este mismo Gobierno ha conseguido importantes pactos en esta legislatura en minoría. 

Con los sindicatos se acordó la mayor subida del salario mínimo interprofesional con un 20% en cuatro años. Nada menos que un 4% en el 2018. Ha acordado también la equiparación de los sueldos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en tres años a los de las policías autonómicas. Se consiguió un decreto importante sobre pobreza energética y los funcionarios incrementarán su sueldo un 6% de aquí al 2020.

Hay algo en la política española que canibaliza los aciertos con una velocidad acorde a nuestras redes sociales. Un diputado del PP se quejaba amargamente de la amortización instantánea de estos logros del Gobierno de los que nadie se acuerda.

Ciudadanos y el PSOE han cambiado sus estrategias y prioridades como si su responsabilidad en el apoyo al Gobierno para defender la Constitución fuera un acto que les quemara.

Sánchez vuelve a situar a Rajoy como el causante de todos los males de España

Albert Rivera ocupa la cima de los sondeos, pero no quiere precipitaciones porque necesita tiempo para organizar sus fortalezas. Su apuesta es seguir sosteniendo al Gobierno, pero profundizando el evidente desgaste de Rajoy. Un equilibrio entre sus deseos de evitar elecciones anticipadas y aprovechar la oportunidad de apuntillar a Rajoy. Rivera es partidario de que Rajoy consiga aprobar los presupuestos, pero haciéndole cumplir la letra pequeña de los acuerdos suscritos con ellos.

Pedro Sánchez no encuentra las claves de su estancamiento electoral y fía todas sus expectativas a una labor dura de oposición al Gobierno excluyendo cualquier acuerdo que le pueda dar un minuto de oxígeno. Sin haber suturado las heridas internas, ni siquiera ha sido capaz de conseguir la foto tan anhelada con los líderes históricos en la escuela de formación que ha organizado durante el fin de semana.

La ruptura de la baraja parlamentaria es total. Ni una solo foto que pueda interpretarse como entendimiento con Rajoy al que exigen que presente una moción de confianza si no logra aprobar los presupuestos.

La debilidad de Sánchez le impide manejar una moción de censura como opción, pero vuelve a situar al presidente Rajoy como el causante de todos los males de España. Incluso ha dado carpetazo a la elaboración de un pacto por la Educación abandonando de repente esa comisión parlamentaria.

El Gobierno aprobará los presupuestos el 23 de marzo aunque no tenga el apoyo de Cs

Aguantar dos años de legislatura obliga a Rajoy a dibujar una complicada arquitectura geométrica en el Parlamento y manejar algunas causas ante la opinión pública. La única que tiene a mano es la defensa numantina de la prisión permanente revisable amenazada por la iniciativa del PNV que respaldan Podemos, el PSOE y casi todas las minorías.

El Gobierno ha anunciado que aprobará el proyecto de Presupuestos Generales del Estado en el Consejo de Ministros del próximo día 23 aunque no tenga amarrado el apoyo de Ciudadanos y mucho menos el del PNV, sin cuyo consenso no le salen las cuentas.

El último acto de esa posición ocurrió durante el debate parlamentario sobre las pensiones, cuya subida en una cuantía sin identificar quedó condicionada a la aprobación de las cuentas públicas.

Los mimbres del acuerdo con Ciudadanos están encima de la mesa. Falta rubricarlos suscribiendo los preacuerdos alcanzados. Con el PNV hay una condición que se escapa de las decisiones del Gobierno: levantar la vigencia del artículo 155.

A Mariano Rajoy le espera una primavera caliente

El Gobierno ha retomado las conversaciones con el PNV haciendo valer que levantar el 155 es su deseo y su compromiso, pero está en manos de que los partidos secesionistas se pongan de acuerdo para formar gobierno. Rajoy confía en que esa tesis prevalecerá.

Sin presupuesto el PP no tiene mucho margen de construir una estrategia parlamentaria que le permita aguantar el Gobierno por lo menos hasta finales de 2018.

En los próximos días el PP va a iniciar una ofensiva política poniendo en valor los logros de su política de negociación durante la primera parte de la legislatura y culpando a los partidos de oposición de bloquear cualquier intento de conciliación legislativa.

Nos espera, sobre todo a Rajoy, una primavera caliente. Y la posibilidad de agotar la legislatura aparece complicada con difíciles acuerdos parlamentarias en una España volcada en la protesta.

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