As Neves. Así vive el municipio arrasado por el fuego

Un grupo de voluntarios abastece de agua a los vecinos más afectados por las llamas, que calcinaron el 90% de la masa forestal del municipio

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Cuando todo acabó, ya avanzado el lunes, en As Neves no había Internet, ni electricidad, ni agua potable. El fuego, procedente de Portugal y empujado por un viento feroz, devoró el 90% de la masa forestal, formada principalmente por eucalipto, de este municipio de 4.000 habitantes de la comarca de O Condado, en Pontevedra.

Las llamas llegaron a las 13 parroquias y, según los primeros datos del informe que está elaborando el Concello, afectaron a 106 viviendas, 26 de ellas con daños graves. Cuatro familias fueron realojadas.

Los vecinos relatan cómo pasaron del miedo del domingo, cuando trataban de evitar que las casas se quemaran, a la impotencia y la rabia del lunes, al ver el resultado del incendio. El monte verde que rodeaba las casas quedó convertido en una masa negra que desprende cenizas. En el Concello reconocen que a la tarea de recuperar la normalidad se suma la de recuperar el ánimo de una población apenada.

El fuego sume al municipio en un drama económico, al afectar a industrias, viticultores y ganaderos

El fuego genera un problema económico de primera magnitud para el municipio. Además de las empresas directamente afectadas, como Maderas Vial, totalmente calcinada, con las vigas metálicas derretidas por el calor, los agricultores han perdido los pastos para alimentar al ganado y los viticultores las viñas. El alcalde, José Manuel Rodríguez, aseguró que los daños a las naves provocaron la pérdida inmediata de 90 puestos de empleo.

En este escenario, sin línea telefónica y sin internet, la primera necesidad fue cubrir la necesidad más básica: el agua. Un grupo de voluntarios se organizó en el centro social de la comunidad. El saber popular colaboró en la elección del emplazamiento. Vecinos que habían reunido agua embotellada y otros productos llamaban al Concello para entregarlos, pero con los teléfonos fijos inhabilitados, acababan acudiendo a donde se ubicaban los servicios sociales.

El voluntariado de As Neves

En este espacio, en la sala donde estaba la cafetería del centro, cerrada hace tiempo, se constituyó un pequeño centro de operaciones y almacén. El flujo de voluntarios oscila en función de las jornadas laborales. Hay más por la tarde que por la mañana, pero en el fin de semana se juntaron casi 90 personas, algunas llegadas de los municipios vecinos como Salvaterra o Ponteareas, pero también de lugares alejados como Madrid,  explica Elena Giráldez, vecina de As Neves y voluntaria que ejerce como enlace para la coordinación con el Concello.

Algunos vecinos tienen problemas económicos al tener que comprar alimento para el ganado una vez calcinados los pastos

Ahora también se utiliza como almacén una nave cedida por la empresa Forjados Hermanos Durán, otra de las afectadas por las llamas. Las prioridades de los voluntarios fueron dos. Por un lado, repartir botellas de agua a los vecinos que la necesitaban, además de otros productos básicos. Algunos se vieron exigidos económicamente al perder el pasto para sus animales y tener que comprar con inmediatez para alimentarlos.

Por otro, recorrer las viviendas y elaborar un estudio en el que se pregunta de todo, desde los bienes afectados por el fuego hasta si tuvieron ayuda para apagarlo, interrogándolos también sobre las necesidades inmediatas a cubrir y sobre si necesitan atención psicológica.

La batalla del agua

La batalla del agua empezó a solventarse el pasado fin de semana, al restablecerse prácticamente todo el suministro. En la parroquia de Tortoreos todavía había dificultades este lunes por falta de flujo. Llegaba agua pero poca.

Durante la semana, el Concello colocó en colegios y centros sociales garrafas que cubrían a quienes agotaban la entrega de agua embotellada por parte de los voluntarios. En la villa de As Neves se implantaron cisternas móviles que se llenaban con la motobomba del Ayuntamiento. No era agua potable, pero servía para utilizar en los inodoros, de manera que se reservaba la embotellada “para beber y lavarse los dientes”, apunta Giráldez.

Los servicios comenzaron a recuperarse el viernes, el quinto día tras el incendio. Abanca, que cerró varias jornadas, recuperó el servicio. Los teléfonos volvieron a funcionar, aunque con cortes en algunas zonas debido al proceso de reparación. Correos o el centro de salud tuvieron que funcionar bolígrafo en mano, tomando notas para luego pasarlas al sistema.

La obsesión del Concello ahora es que el incendio de As Neves no se tome como uno más de los que deja el verano en Galicia. La localidad necesita la ayuda de Xunta y Gobierno central para recuperarse del golpe. Los daños a los bienes de los ciudadanos son abundantes y la actividad económica es difícilmente recuperable si no se colabora con las empresas afectadas y con los viticultores y campesinos que han visto sus fincas calcinadas por las llamas. 

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