Los tatuadores ilegales se embolsan al año 800 millones en dinero negro

La cifra equivale a toda la facturación legal del sector. Por cada tatuador que ejerce legalmente su actividad hay otros dos sin titulación

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En España trabajan unos 2.500 tatuadores de forma legal, con título de higiénico-sanitario y licencia municipal de actividad, así como otros 5.000 «ilegales», según apunta Fidel Prieto, secretario de la Unión Nacional de Tatuadores y Anilladores Profesionales (UNTAP).  

Por cada profesional que trabaja con todos los papeles en regla otros dos lo hacen en sus respectivos domicilios sin la titulación oficial exigida o sin licencia administrativa. Prieto explica que des de la UNTAP, la única asociación de profesionales del tatuaje y del anillado (piercing) de ámbito estatal, intentaron llevar a cabo un plan para combatir las prácticas ilegales pero ni los ayuntamientos ni las comunidades autónomas les prestaron la «colaboración» necesaria. El plan quedó aparcado.  

La mayoría de los tatuadores son autónomos, trabajan solos, aunque algunos estudios disponen de hasta cuatro profesionales y también de aprendices. Prieto calcula que existen entre 1.800 y 2.000 estudios de tatuaje y anillado con la correspondiente licencia de actividad.

Profesionales con músculo económico

No se ha realizado ningún estudio sobre el volumen económico que generan estos profesionales, aunque Prieto apunta un dato revelador: para ser rentable, para cubrir los gastos salariales, el alquiler del local y el material utilizado para tatuajes y «piercings», cada estudio debe facturar entre 30.000 y 50.000 euros anuales. En caso contrario, estarían condenados al cierre. A partir de este dato, la facturación de los estudios legalizados se sitúa por encima de los 800 millones de euros anuales.  

Los tatuadores «ilegales» facturarían un importe similar, pero estaríamos ante dinero negro que engoradaría la economía sumergida española, situada entre el 22% y el 25 del producto interior bruto (PIB). Los tatuadores «ilegales» son muchos más, el doble, que los legales. Pero tienen menos clientes y aplican precios inferiores a sus clientes.

En total, el sector del tatuaje y del piercing en España genera, como mínimo, unos 1.600 millones de euros anuales. La mitad de la cifra, por tanto, no paga impuestos. En su página web, la UNTAP advierte de que el 99% de las ofertas de tatuajes que se publican en portales como Vibbo o milanuncios son de «tatuadores ilegales».  

Para ser un tatuador legalizado, Prieto indica que es necesario obtener el título de higiénico-sanitario en un centro homologado, estar de alta en la Seguridad Social y tramitar la correspondiente licencia municipal. Para aprobar el título, se debe superar un cursillo de técnicas higiénicas, adaptado a los tatuadores, que puede oscilar entre las 25 horas que se exigen en Galicia a las 40 de Cataluña.

Cada semana abren nuevos gabinetes en Madrid

El sector está en plena expansión. Cada semana abren uno o dos nuevos estudios en la Comunidad de Madrid, aunque algunos también echan el cierre. En esta comunidad operan unos 300 establecimientos legalizados. Entre los que se inician en la profesión abundan los artistas, dibujantes, pintores, estudiantes de bellas artes e, incluso, profesionales procedentes de las artes gráficas.  

Los salones de tatuaje españoles no tienen nada que ver con los estadounidenses, donde los clientes son atendidos en un mismo espacio, como si estuvieran en una peluquería. La normativa de las diversas comunidades autónomas obliga a que los clientes sean tratados en espacios compartimentados, como si estuvieran en la consulta de un dentista. Además, se deben separar las cabinas de tatuaje de las que se utilizan para los anillados.  

Respecto al estudio del European Commission’s Joint Reseach Centre, que advierte de los efectos secundarios sobre la salud de la tinta empleada en los tatuajes, desde la UNTAP se recuerda que existen normativas estatales y autonómicas que regulan el uso de estos tintes. Los clientes de los estudios legales firman consentimientos informados, en los que constan los datos del tatuador así como la trazabilidad de los tintes y las agujas utilizadas.

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