Los intelectuales de Mas le urgen a que rompa con la CUP y convoque elecciones

El entorno del president se harta de las "humillaciones" de los antisistema

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Artur Mas ha demostrado que tiene más paciencia que un santo. Durante tres meses ha aguantado sin mover una pestaña las humillaciones de la CUP. Ha escuchado como los antisistema lo llamaban corrupto un día sí y otro también. Ha llegado a presentar una propuesta de pacto más propia de un político comunista que de un liberal de centro derecha. Mas se ha tragado sus principios y también unos cuantos sapos a cambio de una sola cosa: que la CUP lo haga president.

El fin de semana ya se vislumbraba la luz al final del túnel. Los de la CUP habían convocado su famosa asamblea de Sabadell y todo apuntaba a que iban a bendecir la reelección. Pero  cuando llegó la hora de la verdad, cuando llegó el momento de la votación, los cuperos optaron a lo Salomón por un empate técnico. Con ese resultado alargan una semana más la agonía del presidente, pues se han emplazado al 2 de enero para tomar, parece que esta vez sí, la decisión final.

Junts pel sí no moverá ficha

Tras la controvertida votación, la diputada de los anticapitalistas Anna Gabriel invitó a Junts pel sí, la formación de Artur Mas, a que retire su nombre de la mesa de negociaciones y ponga cualquier otro. Para Junts pel sí, eso es innegociable. El lunes se reunió la coalición del presidente y decidió que ya no hará más gestos, que no moverá más fichas y que esperará de forma estoica al veredicto de la CUP del día 2.

Mas hablará este martes a primera hora en Catalunya Ràdio en una entrevista que ha concedido a Mònica Terribas. Lo más probable es que haga de tripas corazón y acepte la nueva espera. Llegados a este punto no tiene mucho sentido recular. No obstante, desde su entorno mediático empiezan a surgir voces que le invitan a que dé la patada a la CUP, ponga fin a sus humillaciones y convoque nuevas elecciones o, al menos, anuncie que da por terminadas las negociaciones.

Caprichos de una minoría

Ya antes de la famosa votación, el periodista Francesc Marc-Àlvaro propuso en el artículo Desatascar y ensanchar que Junts pel sí exigiese «la retirada del veto de la CUP al president Mas para sentarse a negociar». Marc-Àlvaro vaticinaba que en caso de que se llegase al deseado acuerdo, se formaría «un Govern debilitado por una negociación humillante y sometido cada día a los caprichos de una minoría imprevisible» y vaticinaba: «Si no tenemos elecciones en marzo, quizá las tendremos de aquí a un año».

Otro de los intelectuales del entorno de Mas, el historiador y colaborador de Economía Digital Agustí Colomines avisaba en un artículo titulado Contra el pacte amb la CUP y publicado el 22 de diciembre, que el acuerdo con los antisistema «es un trampa». El lunes, después del famoso empate de los asambleístas cuperos, Colomines se despachaba a gusto en Twuitter: «Yo soy tan libre que, habiendo votado a Junts pel sí, no quiero un pacto con inestables», declaraba.

Por dignidad

Y añadía en otro tuit: «Por salud democrática, Junts pel sí debería declinar. La mitad de la CUP es contraria a la independencia». El columnista y profesor universitario remataba con un último tuit inequívoco: «Tenemos que esperar el visto bueno de la CUP. Por dignidad, no. ¡Elecciones!.

En la misma línea y a través de la misma red social se manifestaba el conocido periodista Manel Cuyàs: «¿Ya les ha mandado a paseo y convocado elecciones?», se preguntaba el lunes por la mañana. Ya la misma noche de la votación cupera, el columnista del diario El Punt-Avui invitaba a Mas a romper con los antisistema: «El presidente –en funciones- ha de tomar una decisión mañana mismo».

Ridículo de la asamblea

La idea de que la CUP ha colmado la paciencia del más bendito no se extiende sólo entre los intelectuales afines a Mas ronda también entre los miembros de su partido. Carles Campuzano, diputado electo en el Congreso de los Diputados por Democràcia y Llibertat, antigua CDC, pidió también el lunes que Junts pel sí busque otra mayoría alternativa a la CUP o que Mas convoque nuevas elecciones después del «ridículo» de la CUP con su asamblea.

       

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