Los empresarios barruntan el caos con Podemos-IU pero tampoco creen a Rajoy

Temen el contrato laboral que defiende la coalición y consideran que el coste social que plantea la izquierda alternativa en su programa ralentizará la recuperación económica

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El Cambiar España hace estragos en el mundo empresarial, aunque las cúpulas organizativas mantengan la serenidad. El principal temor se centra en el mercado laboral, donde Podemos e IU quieren aplicar una reducción de caballo a la temporalidad, creando una nueva fórmula contractual que impediría hablar alegremente de que en España se han creado miles y miles de contratos indefinidos; indefinidos sí, pero a tiempo parcial y coste cero en caso de despido.

La política laboral española es una baraja con dos comodines: el primero lo ha utilizado el Gobierno con reformas que abaratan el despido, mientras que el segundo comodín es la realidad pura y dura del empresario, que simplemente no desea pasivos obligatorios cuando contrata a un trabajador. Tras incluir su última ley laboral en el paquete de reformas estructurales (las que piden FMI y Bruselas), el Ejecutivo de Rajoy sacó esta conclusión: «nuestra reforma ha hecho posible la reducción del paro».

Las federaciones de la CEOE, hierven

Pero hoy mismo hemos visto que, al otro lado de la misma mesa, los empresarios solo viven pegados a la realidad: «el paro se reduce a causa del  envejecimiento de la población y por esta causa, en 2017, tendremos una tasa de paro del 18%», dice literalmente el documento titulado El envejecimiento de la población y sus efectos en el mercado laboral, presentado hace unas horas por el Departamento de Asuntos Económicos y Europeos de la CEOE. De la ficción a la pura realidad. No hay mejor lenitivo contra hinchazón que la estadística.

Las federaciones sectoriales de CEOE hierven, mientras el presidente de la gran patronal, Juan Rosell, hace gala de su empaque democrático. El ingeniero catalán es dueño de sus silencios y de sus palabras. El pasado mes de febrero, afirmó no sentir miedo a la posibilidad de un ejecutivo de izquierdas integrado por Podemos. Rosell no es de los de «el PP o el caos».

Tampoco dice, como aquel rey francés,  après moi le déluge, pero pide cuantificar los costes de las reformas que pueda querer la izquierda para ver si son posibles; porque lo que da miedo a los empresarios es un Gobierno que produzca «un déficit excesivo y un edeudamiento insostenible». No sería ninguna novedad, si tenemos en cuenta que el déficit de Luis de Guindos no es ninguna ganga y que, como es bien sabido, la Deuda Pública rebasa ya el 100% del PIB.

La opción del PSOE

Cuando Pedro Sánchez y Jordi Sevilla presentaron el documento que resumía las promesas económicas del PSOE (Agenda para una recuperación justa), el mundo empresarial admitió por  consenso que se trataba de un texto muy ambiguo, que abría muchas opciones para posibles pactos poselectorales y con el que Sánchez no se cerraba ninguna puerta.

El PSOE utilizó un lenguaje duro con notas de color sobre igualdad, lucha contra la pobreza o subida de impuestos, entre otros ribetes de adorno gauchista. Luego llegó la propuesta de máximos de la Complutense Anti-capitalista con más ruido que nueces.

Y después, la moderación y la incertidumbre han marcado en el cuatrimestre de la mangosta, post 20D. Hasta la irrupción del documento conjunto Podemos-IU, Cambiar España, una redacción pragmática de salpicadero forrado, pero con un fondo social que asusta a los de arriba.

Con este punto de partida, es complicado saber en qué se pondrán de acuerdo, llegado el caso, PSOE y Podemos-IU, que por muy lejos que parezcan estar volverán a converger, si la matemática parlamentaria lo permite.  

¿Negociarán sobre la base de lo que realmente creen o sobre lo que han escrito en sus programas? ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar Sánchez una vez más para ser presidente del Gobierno y siempre que no se produzca el sorpasso?

Derogar la reforma laboral

En lo laboral, el precio será el derogue de la Reforma de Rajoy, el reforzamiento de los convenios colectivos y por tanto de las centrales sindicales de clase; también representará el final de las cláusulas de descuelgue y el canto de cisne para los despidos por causas económicas. La alianza de izquierdas quiere más: «reequilibrar la negociación colectiva» para favorecer a las centrales sindicales frente a los convenios de empresa, reformar la contratación penalizando contratos temporales y a tiempo parcial, más inspección en las empresas, y volver «al modelo de despido del año 2010».

Con todo, nadie se tira de los pelos. El mundo empresarial funciona hoy como un todo plural sin vinculación automática entre los intereses corporativos y el interés general defendido por los institutos y foros de opinión financiados por las propias empresas y los patronatos. El Ibex 35 y la gran empresa familiar española forman una amalgama que tira del carro tecnológico y que ha implementado la modernización del aparato productivo.

En este ámbito, nadie regala votos; hay que ganárselos y, si en el caso del PSOE lo que está en duda es el liderazgo de Sánchez, lo que cuenta para Podemos–IU es la capacidad que pueda tener su equipo económico ante nuestros interlocutores internacionales, Eurogrupo, FMI, BCE y OCDE. La izquierda nunca puede estar reñida con el rigor.

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