Los empleados de Tragsa se plantan contra el nombramiento de Currás

Denuncian que la empresa se ha convertido en un “chiringuito” para “pagar favores”, “comprar silencios” y acoger “amigotes del poder”

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«Señor Feijóo y señor Hernández, gracias pero no, el sapo tráguenselo ustedes». Así de contundentes se han mostrado los trabajadores del Grupo Tragsa, el nuevo destino del ex alcalde de Santiago, Ángel Currás, que abandonará su puesto en el ayuntamiento compostelano para ejercer como delegado de la empresa en Galicia. Pero lo hará contra la opinión de sus empleados, que han rechazado con fuerza este lunes el nombramiento.

El comité provincial de Tragsatec de A Coruña, filial del grupo, considera que la empresa pública «no puede ser moneda de cambio en una compraventa de silencios y sucias compensaciones más propios de la mafia calabresa que de una empresa del mundo civilizado». De esta manera rechazan el aterrizaje de Currás, sobre el que pesan dos imputaciones y que tuvo que dejar el sillón de mando en el consistorio santiagués a Agustín Hernández tras la inhabilitación de siete concejales de su equipo de gobierno.

ERE y congelación salarial

Los trabajadores cargaron con extrema dureza contra el ex alcalde y contra la deriva de su compañía, convertida en «un basurero en el que se puede dar cabida a cualquier aberración». Recibieron el nombramiento de Currás con “bochorno y malestar” en lo que consideran una «nueva injerencia política en la vida de la empresa, pero en este caso agravada por el historial presuntamente delictivo del agraciado»

«El Grupo Tragsa se ha convertido desde hace unos años en un cementerio de elefantes en el que damos cobijo, salario y coche a personajes que han agotado su ciclo político pero a los que el partido de turno en el poder quiere compensar por servicios prestados con unas vacaciones jugosamente remuneradas a cargo de nuestro trabajo, pero en este caso, y cuando creíamos que ya no era posible vivir más esperpentos ha llegado la gota que ha colmado el vaso», recriminan.

Tras remarcar que los trabajadores han pasado por un ERE, una reducción de salario en 2012, así como «una absurda congelación de remuneraciones y reclasificaciones». ahora se une «el lastre de un nuevo comisario político», que da la imagen de que las empresas públicas «no son más que chiringuitos en los que acoger a amigotes del poder y pagar favores de una manera escandalosa».

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