¿Legado? Jordi Pujol «se enriqueció» de forma «ilícita» tras la quiebra de Banca Catalana

El periodista Pere Ríos reconstruye el caso en un libro y asegura que el ex President es un "impostor" que se creyó su propio relato

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El legado, ‘la deixa’, como ha insistido una y otra vez Jordi Pujol, ¿existe? O, en otras palabras, ¿es el producto de una herencia de su padre, Florenci Pujol, que, con los años y buenas inversiones, se convirtió en una cifra millonaria y en euros? Este jueves declara el hijo mayor, Jordi Pujol Ferrusola sobre la gestión de ese legado

El periodista Pere Ríos asegura que una de las posibilidades es que ese legado, fuera, en realidad, un fondo producto del «enriquecimiento» de Jordi Pujol a partir de la quiebra de Banca Catalana. No lo puede corroborar de forma definitiva, pero ha ofrecido pistas de ello en Banca Catalana: caso abierto. Lo que no se contó del escándalo que enriqueció a Jordi Pujol (Península), un libro en el que aparecen los protagonistas del caso, los fiscales Carlos Jiménez Villarejo, y José María Mena; el cuñado de Pujol, Francesc Cabana, o el gran damnificado políticamente del caso, el socialista Raimon Obiols, con entrevistas sobre los pormenores que llevaron a la quiebra de la entidad.

El libro deja constancia de que la obra «más documentada que se ha escrito sobre los orígenes, desarrollo y caída del banco» es la que publicaron en 1985 Francesc Baiges, Enric González y Jaume Reixach, con el título de Banca Catalana, Más que un banco, más que una crisis (Plaza y Janés). Ríos recuerda que, precisamente, los tres periodistas «quedaron marcados a partir de entonces por el nacionalismo». 

Gestión nefasta y enriquecimiento

Con la confesión de Jordi Pujol el 25 de julio de 2014, admitiendo que ocultaba una fortuna desde 1980 en una cuenta en Andorra, producto, supuestamente, de la herencia de su padre, el caso Banca Catalana se desempolvó. Pere Ríos afirma que llevaba un año ocupado en la redacción del libro, «porque tenía la sensación de que se había cerrado en falso». Ahora, esa reconstrucción del caso, es oportuna.

El material utilizado es el sumario del caso, que bebe de los informes del Banco de España, a partir, además, de la propia contabilidad de Banca Catalana, gestionada por Jordi Pujol. Pere Ríos asegura, en una entrevista con Economía Digital, que «lo que queda claro es que, primero, la gestión fue nefasta, y, después, que Pujol, contrariamente a la imagen que ha querido ofrecer, se enriqueció, y lo hizo de forma ilícita. Ha sido un impostor que se ha creído el propio relato que elaboró posteriormente».

Dividendos ilícitos a través de una caja B

La reconstrucción del caso, con entrevistas a los fiscales, y a algunos de los magistrados que votaron sobre el procesamiento, en la Audiencia Territorial de Barcelona, que exculpó a Pujol por 33 votos frente a ocho, lleva a la siguiente afirmación:

«En los documentos se detalla a la peseta la nefasta gestión que hizo Jordi Pujol como consejero ejecutivo de Banca Catalana entre 1974 y 1076, y cómo se lucró durante años con el cobro de dividendos ilícitos, la compraventa de acciones, los depósitos a plazo fijo a su nombre o al de sus familiares y la concesión de créditos ficticios». Para lograr todo eso, «se creó una contabilidad paralela, una caja B».

Pago a cargo de Banca Catalana del impuesto de sucesiones

Según Ríos, Pujol «siguió participando y beneficiándose de esas operaciones especulativas y supuestamente ilícitas de Banca Catalana hasta mayo de 1982, cuando hacía ya más de dos años que ejercía como presidente de la Generalitat».

Entre 1974 y 1980, con Banca Catalana en un proceso de descapitalización, Pujol «se embolsó en dividendos ilícitos más de 84 millones de pesetas, que actualizados, superarían hoy los cuatro millones de euros». Ríos añade que también lo hicieron otros familiares, como Francesc Cabana, que se hizo «con casi 21 millones de pesetas».

Uno de los datos que destaca Pere Ríos es el pago del impuesto de sucesiones de Pujol, ¿Pagó él tras recibir la herencia? Ríos responde que se acogió a una curiosa fórmula. «Jordi Pujol, su hermana Maria y la madre de ambos abonaron en 1982 un total de 22 millones de pesetas por el impuesto de sucesiones al recibir la herencia de Florenci Pujol, pero lo hicieron con la venta de unas acciones de Banca Catalana a una sociedad instrumental del grupo que era deficitaria, y que había recibido, a su vez, un crédito de la entidad para la operación, sabiendo que no lo devolvería». Es decir, Pujol, de su bolsillo, no pagó nada.

¿Donación de acciones a Fundació Catalana?

Una de las grandes incógnitas, que Pujol no desveló en su comparecencia en el Parlament, tras las preguntas en la comisión de investigación de los diputados, es saber qué ocurrió con las acciones que mantenía de Banca Catalana, en el momento de su quiebra. Pere Ríos se lo pregunta a Francesc Cabana. Pero no se despeja el interrogante.

Pujol, oficialmente, donó acciones valoradas en 200 millones de pesetas de la época a la Fundació Catalana. La Fiscalía sostuvo que era una donación tramposa, porque existía una cláusula, según la cual, si no se ofrecía al resto de accionistas, porque estaban sindicadas, no era una donación efectiva. Todavía no se habían devaluado, y eran acciones de Seria A, que, después, se rebajaron de 5.000 pesetas a cinco pesetas. Cabana admite «que fue un fallo administrativo», pero que puede demostrar «dónde fueron esas acciones y qué se hizo».

Es decir, Pujol se las pudo guardar, y hacerlas efectivas mucho después, si el banco se reflotaba con dinero público, como así fue, costando al Estado 345.000 millones de pesetas, por lo que fue «el primer rescate de la democracia».

Depósito de diez millones de pesetas en 1982

En el libro se constata que Jordi Pujol y su esposa, «el 8 de marzo de 1982», con dos años ya en la Presidencia de la Generalitat, abrieron un depósito de diez millones de pesetas a un interés del 13% y con vencimiento a un año.

Pero Pujol vivió políticamente del caso Banca Catalana. La historia pudo ser diferente. Ese es el relato que Pere Ríos considera que «es una impostura». Porque los datos difieren de la versión del pujolismo. Felipe González «no fue a por Jordi Pujol, utilizando la Fiscalía, más bien se preocupó y se sintió aliviado cuando la Audiencia Territorial, el 21 de noviembre de 1986, decidió exculpar y no procesar a Pujol.

Operación política y sacrificio del PSC

El sacrificado fue el PSC, que no pudo superar el estigma de que había instigado una persecución política contra Pujol, que aprovechó el nacionalismo catalán. El Banco de España había iniciado sus inspecciones en octubre en 1980. La querella de los Fiscales Villarejo y Mena se presentó en mayo de 1984.

Un mes antes, Pujol había ganado por primera vez por mayoría absoluta. Logró movilizaciones en las calles a su favor, y «militantes convergentes» zarandearon a Raimon Obiols en el Parlament, en la investidura del segundo mandato de Pujol. Ese fue el relato, que culminó en la plaza Sant Jaume el 30 de mayo de 1984, con la frase conocida de Pujol de que el Gobierno había cometido «una jugada indigna».

¿Pero a quién responsabilizó realmente Pujol del caso? «Cabana responde que fue Narcís Serra, que fue él quien incidió en la interposición de la querella, que es la misma versión que da Pujol en sus memorias».

Castells, indignado con la querella

En el libro Cabana asegura que su fuente fue Antoni Castells, el ex consejero de Economía, y que había trabajado en el servicio de estudios de Banca Catalana. Castells le dijo a Cabana –según el cuñado de Pujol– que el PSC no estaba «al corriente de la querella», y que «la persona que dio el beneplácito a Felipe González, cuando le preguntó qué le parecía, fue Narcís Serra». Según Cabana, «Castells se indignó de mala manera cuando se enteró y dijo que le parecía una barbaridad la querella por la discriminación a Banca Catalana».

Pero, ¿existió el legado del abuelo Pujol?

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