Una marea feminista inunda Galicia

El 8 de marzo vuelve a desbordar las calles en otra movilización histórica, totalmente transversal y común a toda la geografía española

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Al ritmo de “machista el que no bote”, la cabecera de la manifestación de A Coruña superaba los comercios de la Praza de Lugo, donde se adentró tras cruzar la céntrica Praza de Pontevedra. La cola, todavía estaba en el punto de partida, frente al edificio de R en Obelisco, iniciando la marcha. Eran 40.000 personas, según la Policía Local, la estimación más baja. En Vigo había más de 100.000 compartiendo vítores y proclamas. Otras 20.000 personas salieron en Ferrol, mientras 35.000 se congregaban en la Praza do Obradoiro de Santiago. Miles marcharon en Ourense, en Lugo y en Pontevedra, encontrando complicidad en las movilizaciones de Lalín, Cangas o Vilalba, para infortunio del busto de Manuel Fraga que acabó ataviado con un mandil que recordaba los sucesos de Vitoria.

Por segundo año consecutivo, el 8 de marzo pasa a engrosar la lista de grandes manifestaciones de Galicia, con carácter anual, pero con una fuerza desconocida desde el Prestige. El movimiento es totalmente transversal. En la manifestación de A Coruña había madres con sus bebés, abuelas con sus nietas, los trabajadores de Alcoa, muchísimos estudiantes, muchos jubilados, todos los sindicatos y casi todos los partidos.

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Concentración en la Praza do Obradoiro de Santiago / Compostela Aberta

«Nos queremos libres y vivas»

La reivindicación de una igualdad real y el grito contra la violencia machista es la base común de un movimiento que cuestiona en última instancia los valores socialmente atribuidos al género, un reparto en el que siempre ha salido perdiendo la mujer. Había carteles que pedían “disculpas” a los vecinos por las molestias, pero argumentaban la necesidad de la movilización porque “nos están matando”. “Fumar mata e o machismo tamén”, decía un innovador cartel de Malboro. “Si no luchamos juntas, nos matarán por separado”. “No es un caso aislado, se llama patriarcado”. “Que ser nena non sexa unha condena”. “Nos queremos libres y vivas”. Y como estos, innumerables lemas compartidos por toda la geografía gallega y española.

La fuerza de la movilización, que estuvo precedida de un paro que cerró tiendas de Inditex y suspendió el programa Luar de TVG, obliga a los partidos a posicionarse. Fácil para la izquierda, casi siempre proclive a los movimientos sociales. Incómodo para la derecha que quiere disputar los votos a Vox, partido muy presente en los reproches de los manifestantes.

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Manifestación del 8 de marzo en Vigo / CIG

Tan incómodo como demostró Feijóo cuando alegó que desconocía el significado del término feminismo para no decidir si participaba de dicha filosofía. Este viernes, sin embargo, la Xunta hizo una declaración institucional y un acto frente al edificio administrativo de San Caetano. El Parlamento paró las dos comisiones previstas para la jornada ante la ausencia de las diputadas. “Cando as mulleres do Parlamento paran, a vida parlamentaria para”, resolvió el presidente de la comisión de Pesca e Marisqueo, el popular Alberto Pazos Couñago.

Desde el balcón del Pazo de Raxoi, sede del Ayuntamiento compostelano, las organizadoras de la manifestación exigieron el «fin del patriarcado» y la «dignificación» del trabajo de las mujeres, quienes «sustentan el sistema» con sus «bajos salarios» y asumiendo los cuidados familiares.

También hubo menciones para las trabajadoras del rural, las del mar y las empleadas del hogar «que sufren un régimen especial que supone la legitimación de la esclavitud en el siglo XXI». Reclamaron un «giro» en la concepción del sistema educativo para acabar con «la perpetuación de los roles de género» y de un «modelo androcéntrico, egocentrista y competitivo».

santiago2

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