Javier Guerra paga el peaje del eólico

Francisco Conde, un asesor de Feijóo, ocupará la cartera de Economía e Industria

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Casi todos coinciden. La política económica de la Xunta para los próximos años se decidió el 21 de octubre y no va a cambiar por un relevo en la consellería de Economía. Lo repitieron durante el domingo todas las fuerzas de la oposición y lo cree también el propio Partido Popular. La llegada de Francisco Conde a la consellería, asesor de Feijóo que fue ganando en importancia durante el último tramo de la legislatura, no es más que el relevo de Javier Guerra, en ningún caso un cambio de estilo.

Del futuro de Guerra, empresario del sector textil, ya hay elucubraciones. Durante buena parte de la legislatura se le vio desencantado con el viaje político que había iniciado, pero acabó de número tres en la lista de Pontevedra. En el partido consideran que es una buena opción que continúe en el Parlamento y que desempeñe un papel relevante en la renovación del partido en Vigo, donde el PPdeG busca candidato para hacer frente al socialista Abel Caballero.

De su trabajo en la consellería se recuerda, sobre todo, el batacazo en el sector eólico, proyecto con el que se presentó en sociedad y que acabó desacreditado en los tribunales. Allí sigue para desgracia de la Xunta, que tendrá que afrontar demandas millonarias de las empresas eólicas perjudicadas. De al menos una de ellas ya tienen constancia y habrá que dejar pasar tiempo para saber cuan perjudicado acabará el erario público. El otro reto de Guerra tampoco fue agradable. Se encontró en el centro de la ‘Operación Campeón’ que estalló con la imputación de altos cargos del Igape. El conselleiro suspendió al director y a un subdirector del ente público y procedió a reestructurarlo. No se salvó, sin embargo, de la tormenta política que conllevó, ni de las consiguientes críticas y acusaciones. Nada agradable para un empresario que se siente más cómodo detrás de los focos que subiendo al escenario.

Fracaso del proyecto estrella

Pero el desgaste más elevado para Guerra llegó a través del viento. Su primer reto como conselleiro fue poner en marcha un nuevo concurso eólico y anular el que estaba desarrollando el gobierno bipartito. Guerra llegó a decir que el proceso fue “impecable”, pero con el paso del tiempo comenzaron a surgir obstáculos insalvables.

El más importante lo rubricó en una sentencia el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, que tumbó la anulación del concurso del bipartito y sumió al sector en un mar de inseguridad jurídica. Tras conocerse la sentencia, Guerra salió de plano y no regresó a una comparecencia pública hasta poco antes de la campaña electoral.

Tampoco le ayudó su propio partido en el Gobierno central, que suspendió las ayudas a las plantas generadoras de energías renovables a comienzos de este año, paralizando el plan eólico que había puesto en marcha. La Xunta siguió tramitando las adjudicaciones, pero pocas son las empresas que consideran rentable poner en marcha una planta. Sin primas, el sector prefiere no moverse.

Un substituto de confianza

Siempre vinculado al textil, Guerra fue consejero delegado en Madrid de la multinacional americana Skechers hasta el año 2002, cuando se convirtió en fundador y propietario de El Secreto del Mar S. L., una de las compañías destacadas de la moda ‘sportwear’ en el Estado. Su ocupación política le restó tiempo para su empresa, en la que tuvo que delegar responsabilidades. Ahora tendrá que decidir que papel quiere jugar en la compañía y en el partido. Muchos lo vieron decidido a pasar a un segundo plano durante la legislatura, pero los sorprendió reclamando un lugar destacado en las pasadas elecciones.

Para substituirlo, Feijóo optó por un hombre de confianza. Franciso Conde (Monforte, 1968) comenzó su trabajo como asesor del presidente en 2009, y fue cobrando importancia a medida que avanzaba la legislatura. Doctorado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid, sus funciones de consejero se ciñeron al área que ocupaba Guerra, y fuentes del partido aseguran que jugó un papel relevante en los contactos con Pemex.

Precisamente, el último acto público de Guerra fue una prolongación de lo sucedido con Pemex. Acompañó a Núñez Feijóo en su viaje a Brasil para encontrar nuevas oportunidades para el naval gallego. De esa expedición salió un nuevo nombre, Petrobras, y un nuevo proyecto para dotar de carga de trabajo a los astilleros gallegos. Igual de prometedor e igual de inconcreto que en el caso de la petrolera mexicana, según lo definieron los sindicatos de Navantia. A Conde le tocará, si Feijóo delega, sacar jugo a los contactos brasileiros. Cambian los actores, pero no cambia el guión.

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