Iglesias contra la realidad: el fracaso de la banca pública en España

La banca pública llegó a España con el Banco Hipotecario, y poco a poco se ha ido privatizando. Pablo Iglesias, se niega ahora a la privatización de Bankia

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El pasado mes de octubre se cumplieron 20 años de la desaparición de la banca pública en España. Con la integración de Argentaria en BBVA se ponía fin a más de un siglo de una manera de hacer banca que solo se entiende en un determinado momento de la historia de un país. El próximo martes, hay sesión constitutiva de las Cortes.

Se elegirá al presidente del Congreso de los Diputados, a la mesa de la Cámara Baja y dará comienzo la 14º Legislatura. A partir del lunes 16 de diciembre, el candidato propuesto por el Rey Felipe VI podrá esbozar su programa de Gobierno con el fin de recabar los votos necesarios para ser investido presidente.

Al igual que ha hecho en las dos últimas campañas electorales, Pablo Iglesias, futuro vicepresidente de un hipotético gobierno de Pedro Sánchez, despertará (de hecho ya los ha despertado) los fantasmas de la banca publica que deben anidar, empolvados, en algunas columnas del Hemiciclo.

Pablo Iglesias en contra de la privatización de Bankia

Pablo Iglesias tiene la ilusión de cumplir el punto número 79 de su programa electoral de las campañas de abril y noviembre: “impedir la inminente privatización de Bankia después de que los españoles nos hayamos gastado 60.000 millones de euros en el rescate bancario”.

Desconozco qué le ha llevado a pensar a Pablo Iglesias y a Unidas Podemos que la banca pública puede, como el bálsamo de fierabrás, resolver los problemas actuales del sistema financiero español. Unos problemas concentrados en una escasa rentabilidad que no cubre siquiera el coste del capital consecuencia de los bajos tipos de interés.

La historia de la banca pública en España

La banca pública del tardofranquismo jugaba fuera del mercado, como la industria de los años del desarrollismo económico. Se prestaba dinero a sectores que no podrían devolverlo, como se fabricaba al precio que fuera sin importar que en el mercado no se podía competir si no era a la mitad o la tercera parte de su costo.

La historia, terca siempre en sus resultados, dice que la banca pública en España pudo ser una necesidad tras la Guerra Civil española y durante la autarquía económica y el desarrollismo, y un rotundo fracaso a medida que la economía se fue internacionalizando y las fronteras se diluían para el tránsito de capitales.

En sus mejores años llegó a mover unos 70.000 millones de pesetas. Aplicando la subida de los pecios entre ambas fechas, el dinero equivaldría ahora a unos 15.000 millones de euros, teniendo en cuenta que el IPC ha aumentado en estos últimos 57 años un 3.517%, según el Instituto Nacional de Estadistica (INE). Se ha multiplicado por 36 y llegó a tener el mismo tamaño que la banca privada en los años sesenta, aunque la financiación no se dirigía a los particulares.

Un programa electoral sin sobresaltos

En Bankia, el programa electoral de Unidas Podemos no ha causado sorpresa alguna. Ni tampoco en el sector eléctrico, en el del agua o en las grandes corporaciones, todos señalados por la política fiscal del partido que lidera Pablo Iglesias.

Otra cosa fue cuando el PSOE de Felipe González alcanzó el poder en 1982, cinco años después de que la democracia volviera a instalarse en nuestro país. Ese año, al conocerse los primeros aspectos de su programa electoral, sí hubo miedo, y mucho, entre la clase empresarial a una posible batería de nacionalizaciones, que acabó reducida simplemente a la red de alta tensión.

El hecho de que Sánchez confirmase que una de las vicepresidencias del Gobierno sería para Nadia Calviño, actual ministra de Economía en funciones, ha rebajado la presión en el banco que preside José Ignacio Goirigolzarri. También el hecho de que el PSOE no lleva en su programa ninguna nacionalización.

Bankia ha ganado cuota de mercado y su actividad comercial crece cada año, pero los resultados no llegan

La banca “pública” en España llegó con el Banco Hipotecario en 1872, pero, curiosamente de la mano de Paribas. Prestaba fundamentalmente a los ayuntamientos, pero garantizándose el reembolso del dinero prestado de cualquiera de las formas posibles.

Dicen los historiadores que el Marqués de Salamanca pudo financiar la construcción del barrio que lleva en su título nobiliario en Madrid gracias a los créditos de esta entidad. En 1923 fue nacionalizado. Durante muchos años nadie discutió su exclusividad para el crédito hipotecario.

Ni siquiera las cajas de ahorros podían prestar a los particulares el dinero para la compra de una vivienda. En 1982, se fusionó con el Banco de Crédito a la Construcción.

La evolución del Banco Hipotecario

En 1920 nació el Banco de Crédito Industrial (BCI). Como su propio nombre indica, se dedicó a la financiación de las políticas industriales de la época. Pero nació como banco privado, aunque acabó nacionalizado en 1962, como punta de lanza del desarrollismo franquista.

Llegó a tener un cierto tamaño, pero los sectores donde más operaba (la construcción naval y las industrias pesadas) perdieron protagonismo con la entrada en el mercado de los operadores asiáticos. El escándalo Matesa, a finales de los sesenta, terminó con la marca, que acabó en el Banco Exterior.

El Banco de Crédito Agrícola recibía el dinero de los bancos privados, a los que pagaba un interés, para prestarlo seguidamente a los agricultores a un interés superior. Realmente, un mero intermediario de créditos de campaña.

La Caja Postal, fundada en 1909, no pudo realizar operaciones bancarias (permitir que las familias enviaran dinero a los reclutas durante el servicio militar o a familiares en sitios semiperdidos de la geografía española) hasta 1960, y el Banco Exterior, creado el mismo año de la depresión económica de 1929 y que no tomó altura hasta el término de la Guerra Civil cierran la nómina del sector.

El BEX tampoco podía realizar operaciones bancarias tradicionales y acabó convirtiéndose, como la mayoría de los anteriores, en un refugio de ex ministros y altos cargos de la Administración.

El valor de Bankia: 5.400 millones en Bolsa y 3.400 millones del Estado

Felipe González se dió cuenta en apenas nueve años de la inutilidad de disponer de una banca pública. No tenía sentido. Ni para el PSOE ni para la oposición conservadora. Por eso creó la Corporación Bancaria de España, en la que aglutinó todas las marcas, antes de proceder a su privatización, entre 1993 y 1996 (ya con José María Aznar en la presidencia del Gobierno), en tres salidas a Bolsa. El resultado fue unos ingresos de 700.000 millones de pesetas, más de 6.700 millones de euros de hoy con la inflación añadida.

Bankia no parece ser hoy ningún problema, como lo fue en 2011 y principios de 2012. Ha ganado cuota de mercado, su actividad comercial crece cada año, pero los resultados no llegan. No es ninguna excepción en la actividad bancaria en España. El Estado tiene el 63% de las acciones, pero ni Mariano Rajoy ni Pedro Sánchez han tenido prisa en privatizarlo. Legalmente, hay tiempo hasta el 31 de diciembre de 2021.

No hay razón con el mercado bursátil como está. La entidad vale en Bolsa alrededor de 5.400 millones y la parte del Estado, algo más de 3.400 millones. Al ser una ley española, el Gobierno puede, con el placet del BCE, prorrogar el compromiso otros dos años más, como ha hecho ya en dos ocasiones.

Bankia ha devuelto 3.083 millones de euros de los 10.620 que recibió en mayo de 2013: 961 millones por dividendos entre 2014 y 2018, y otros 2.122 millones por la venta, en dos tramos, del 14,5% del capital en 2014 y 2017.

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