Galicia inicia un nuevo curso político con más austeridad y pocos cambios

Núñez Feijóo toma posesión este sábado con la idea de mantener la estructura de gobierno que le dio la mayoría absoluta

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Lo dice una de las leyes no escritas del fútbol, si el equipo funciona, no hagas cambios. Alberto Núñez Feijóo toma posesión como presidente de la Xunta este sábado en el Parlamento de Galicia , rompiendo con el tradicional acto de investidura en la Praza do Obradoiro instaurado por Manuel Fraga. Una muestra más de austeridad. Salvo sorpresas de última hora, no se esperan grandes cambios en el Ejecutivo con respecto a la anterior legislatura. Feijóo mantiene la confianza en Alfonso Rueda, su mano derecha durante los últimos cuatro años. Y a juzgar por el debate de investidura, Pedro Puy seguirá llevando el peso en el Parlamento como la principal cabeza visible de los populares tras su presidente. También se espera que repitan cartera Beatriz Mato en Medio Rural y Agustín Hernández en Infraestructuras. El resto del organigrama dependerá de si Feijóo, quien anunció un Gobierno con menos altos cargos, decide agrupar algunas de las áreas, como Medio Ambiente y Medio Rural.

Tampoco se esperan grandes cambios en el discurso político. El aval de las urnas ha reforzado la pátina del rigor presupuestario, la austeridad, el ahorro y el camino hacia el déficit cero prometido por Feijóo en campaña. “Galicia llegará a fin de mes», «Galicia paga lo que debe», «Galicia no tiene que rendir cuentas a nadie como otras comunidades autónomas», «las cifras de Galicia son malas pero mejores que las del resto de España”, repitió en el debate de investidura. Su posición continuista con la anterior legislatura lo enfrenta inexorablemente a la oposición. PSdeG, AGE y BNG insisten en que la senda de los recortes y la reducción del déficit no servirá para lograr el crecimiento económico e inciden en la subordinación de las políticas autonómicas al Gobierno de Madrid.

De poco sirvió que el PPdeG tendiera la mano a las demás fuerzas para buscar acuerdos estratégicos en ocho áreas, entre ellas, la financiación autonómica, la ordenación del territorio, el sector financiero o el blindaje del bienestar. A día de hoy, las posturas parecen irreconciliables. Un diálogo de sordos con la llama de la campaña electoral todavía encendida.

Novagalicia y el sector lácteo

Entre los asuntos más inmediatos que tendrá que atender el presidente de la Xunta están aquéllos que agitaron el debate de investidura. En él irrumpió por sorpresa la noticia de una posible subasta de Novagalicia Banco en 2013, tras la inyección de capital de Bruselas. Información a la que Núñez Feijóo restó crédito al decir que se trataba de “un confidencial de alguien que tiene interés en que la entidad no se puede recapitalizar”. A pesar de ello, la Comisión de Investigación de las cajas, que prometió poner en marcha durante los primeros meses de la legislatura, estará marcada por los problemas económicos del banco gallego. Feijóo comparecerá para reiterar que no tiene responsabilidad en la fusión de las cajas y sí los gestores de la entidad y el Banco de España.

Su primera reunión, sin embargo, será con el sector lácteo, que vive toda una revuelta social por el bajo precio que perciben los ganaderos por la leche en origen. La Xunta ha comenzado a resolver el entuerto erigiéndose como garantía de que la industria cumplirá con las granjas y pagará por encima de los costes de producción de las explotaciones. Tendrá que solucionarlo como muy tarde en el mes de enero, porque las cuentas de los ganaderos no pueden soportar muchas más pérdidas y porque amenazan con reactivar la protesta si no se cumple lo pactado.

Promesas y retos

Pero si algo puede pasar factura al crédito político de Feijóo es un batacazo con Pémex. El debate de investidura reeditó una situación que se repitió hasta el hartazgo en campaña. Pachi Vázquez le pidió que mostrara los contratos, Feijóo reiteró que Navantia y Barreras construirán los floteles de Pemex y que los astilleros gallegos optan también a construir buques y remolcadores de la flota menor de la petrolera mexicana. La Xunta da el tema por resuelto, pero en el horizonte está la licitación de los dos barcos hotel anunciada por Pemex y en la que compiten más astilleros que los gallegos.

Por estos tres asuntos pasará la batalla política del primer tramo de legislatura, en la que el PPdeG espera iniciar la senda del crecimiento. Queda por aclarar el mecanismo que empleará la Xunta para estimular la economía –así como otros sectores estratégicos como el de la agricultura y el forestal– cumpliendo, al mismo tiempo, con el déficit cero y sin aumentar los ingresos autonómicos vía recortes o vía impuestos. Cualquier traspiés será reprendido con intensidad por la oposición, que con la presencia de AGE en el Parlamento, está decidida a elevar el tono crítico.

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