Galicia enfrenta a Pablo Iglesias, el «feudalista», contra Feijóo, «el amigo del narco»

En Marea y PP tratan de concentrar el voto en la izquierda y derecha política endureciendo el discurso contra sus rivales; Beiras e Iglesias intercambian elogios en su primer mitin juntos

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Los primeros espada de las fuerzas políticas que optan a la Xunta y que tienen un correlato en fuerzas de ámbito estatal, desembarcan poco a poco en Galicia. Lo hicieron Albert Rivera y Mariano Rajoy, manteniéndose este en un segundo plano para dejar que los focos se centren en Núñez Feijóo; y lo hizo este martes Pablo Iglesias, que llenó en A Coruña y repitió éxito de público horas más tarde en Vigo.

Iglesias enseñó los dientes a la vez que En Marea enseñaba músculo. «Feijóo no es que sea solo amigo de narcos, sino que es ineficaz», zanjó el líder de Podemos, en alusión a los fotos del candidato del PP con el narcotraficante Marcial Dorado. «Todos los gallegos saben que la alternativa al PP se llama En Marea», insistió Iglesias. Y aún añadió: «Galicia elegirá entre tener un presidente del PP o un presidente de los gallegos».

Concentrar el voto

El mensaje ya se había ensayado en las pasadas elecciones generales, la poralización del debate entre dos fuerzas, los populares y las mareas, obviando al PSdeG. Y a Feijóo, como a Rajoy, no le disgusta.

El candidato del PP lleva tiempo apelando a los votantes de Ciudadanos para que se sumen a la causa y no resten votos en el lado derecho, mucho menos dividido que la izquierda política.
En el auditorio de la Facultad de Veterinaria de Lugo, también lleno, llamó no sólo a los votantes del partido de Albert Rivera, sino también a los del PSdeG, para que hagan una «excepción» y lo apoyen a él el 25-S.

Del caos al feudalismo

La alternativa a Feijóo ya no es el caos, sino la vuelta al feudalismo. «Existe una izquierda feudal, solo hay que sustituir los viejos nobles por nuevos líderes y los viejos condados y ducados por las nuevas siglas», se explayó Feijóo por la mañana, en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum.

En un duro alegato contra sus rivales políticos, Feijóo señaló que «el origen de la suma multipartita que aspira a gobernar, o mejor dicho a desgobernar», está «en pequeños cenáculos egocéntricos que invocan al pueblo con el viejo estilo del despotismo ilustrado: todo con el pueblo, pero sin el pueblo».

«Había mucha nieve»

A esto replicaría poco después Luis Villares, en el paraninfo de la UDC: «Para feudales ellos, que mantienen el derecho de pernada», señaló en alusión al presidente de la Deputación de Ourense, Manuel Baltar, investigado por ofrecer un trabajo en la institución a cambio de favores sexuales.

El debate se recrudece. Pablo Iglesias también hacía una lectura en clave estatal, eterna proyección política atribuída a Feijóo, al señalar que en España, «no importa lo que digas», porque todo se reduce a un «problema de tono», poniendo como ejemplo que «recordar que había mucha nieve» o dejar «a enfermos de hepatitis C sin medicación» con «buen tono» marca una «diferencia».

Beiras e Iglesias

La Estación Marítima de Vigo reunió por primera vez en un mitin conjunto a Pablo Iglesias y Xosé Manuel Beiras. El líder de Podemos no perdió la oportunidad de elogiar al histórico nacionalista, un candidato que en 2012 «sabía hablar a la gente con otro lenguaje».

«A mí me gusta Beiras llamando ‘frijol’ a Feijóo y hablando de la brigada de demolición. Ése es el lenguaje que politiza el dolor», añadió, ya que cree que «no hay nada mas ideológico» que «politizar el dolor» y que esto último fue lo «fundamental» que introdujo en la política el 15M. «Xosé Manuel Beiras, que tenía unos cuantos años más que nosotros, sonaba a 15M», concluyó.

El problema territorial

El portavoz nacional de Anova, por su parte, emplazó a Iglesias como el «primer hombre del Estado español» que puede llevar «a la práctica política» el «sempiterno problema de convivencia» entre los diferentes pueblos de España.

«No es una cuestión de organización territorial», explicó Beiras, que cree que la solución al problema reside en la «articulación de los diferentes sujetos políticos» dentro de España porque la «soberanía» de estos pueblos no depende de «un estado superpuesto a ellos» sino de «las ciudadanías que constituyen cada uno».

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