Fernández Díaz pierde la pista al topo que se metió en su despacho

El ministro repite que hay una investigación en marcha sobre la filtración, pero evita hablar de los fallos clamorosos de seguridad de su despacho

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Un mes después de que el digital Público.es difundiera las conversaciones del ministro Jorge Fernández Díaz con Daniel de Alfonso, cesado como director de la Oficina Antifraude de Cataluña, sigue sin saberse quién es el autor de las grabaciones y quién las filtró.

Si no se demuestra que se registraron con el conocimiento de alguno de los dos interlocutores, estas conversaciones no se podrán utilizar como prueba en un juicio contra Fernández Díaz o Daniel de Alfonso. Ellos han advertido que se trata de grabaciones ilegales. Sin embargo, el todavía ministro en funciones no ha aportado ningún dato que permita esclarecer lo sucedido. Ordenó una investigación sobre la filtración, pero, de momento, no ha dado frutos.

Un alto cargo policial apunta a Economía Digital que, por las actuaciones del ministro, está más interesado en cómo se filtraron las conversaciones a un medio que en cómo fue posible que se grabaran en su propio despacho. En su opinión, no es posible obtenerlas sin contar con «apoyo desde dentro».

¿Funcionaban los inhibidores de frecuencias de su despacho?

Entre los mandos policiales causa estupor que se puedan grabar las conversaciones del ministro del Interior en su despacho oficial. En principio, cualquiera puede esconder un micrófono, pero, si lo activa, no conseguirá registrar ni una palabra por la acción de los inhibidores y, además, estos captarían la presencia del aparato.

Ante este hecho, el alto cargo policial consultado, con experiencia en dispositivos de seguridad, subraya que se «está desviando la atención» al especular en dónde estaba el micrófono, o quién lo llevaba, en vez de preguntarse por qué no funcionaron los inhibidores del despacho del ministro del Interior, cuando se trata de una de las dependencias más seguras del gobierno.

Jorge Fernández Díaz ha anunciado una investigación para dar con el autor de la filtración, todavía sin resultados. Incluso envió la policia a la sede de Público, pero ha evitado referirse a los fallos clamorosos en la seguridad de su despacho.

El caso degenera en un juego de espias

Desde que se difundieron las célebres conversaciones de Fernández Díaz con Daniel de Alfonso, se especula con los sofisticados medios que se habrían utilizado para registrarlas.

La revista Interviú publica que se realizaron mediante un micrófono de aguja, insertado en el forro de la cartera de Daniel de Alfonso, que estaría conectado a una tarjeta de teléfono prepago, para activarlo con una simple llamada.

Público, que fue el medio que difundió las conversaciones, siempre ha mantenido que se efectuaron con un dispositivo móvil que entró y salió del despacho del ministro con las pertenencias de Daniel de Alfonso. El digital conjetura en que se podía tratar de un bológrafo espía o de su teléfono móvil.

Un especialista en sistemas de audio aseguró a eldiario.es que el micrófono ya estaba en el despacho del ministro cuando entró Daniel de Alfonso porque se pueden escuchar sus pasos a medida que se va acercando. Por lo tanto, el ex director de Antifraude no lo podía llevar encima.

El autor de la grabación sabía que no le pillarían

Las fuentes policiales consultadas por Economía Digital indican que se tratan de puras especulaciones: «Sin la grabación original y sin un peritaje a conciencia, no es posible saber como se ha obtenido». No obstante, estas fuentes indican que, en primer lugar, el ministro Jorge Fernández Díaz debe preguntarse porque ha fallado el sistema de seguridad de su despacho: «¿Funcionan los inhibidores?, ¿alguien los desactivó?, ¿lo ha investigado?».

La investigación se centra en la filtración, en quién facilitó la grabación a Público, pero no en los fallos de seguridad, aunque aportarían valiosa información. Quien grabó las conversaciones sabía que no le pillarían.

Tres días después que estallase el escándalo, Fernández Díaz convocó a la prensa para que comprobase como los agentes efectuaban un barrido de frecuencias en las dependencias del ministerio e, incluso, en su exterior. Evidentemente, no encontraron nada. Habían pasado 18 meses desde sus reuniones con De Alfonso.

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