Feijóo entra en campaña y carga contra Podemos y el soberanismo

El presidente de la Xunta dedica el grueso de su discurso de Fin de Año a prometer la recuperación económica de Galicia, situando los nuevos contratos para la planta de PSA como aval

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Al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, le gustan los símbolos. En 2013 pronunció su mensaje de Fin de Año desde el Centro de Transfusión de Galicia en homenaje a las víctimas del accidente de Angrois y a la solidaridad de los gallegos. Para cerrar 2014 se fue al Centro Tecnolóxico da Automoción de O Porriño, para recordar la Galicia innovadora y tecnológica, así como los contratos obtenidos por la fábrica de PSA Citroen de Vigo, que emplazó como prueba de la recuperación económica.

A la llegada de las vacas gordas, la mejora de la economía, dedicó el grueso de su discurso Feijóo, que no mencionó nada respecto a la corrupción y apenas una frase sobre el empleo. Pero también hubo mensajes políticos claros, en los que defendió la postura y la gestión de los populares frente a las fuerzas nacionalistas y la irrupción de Podemos. «Estabilidad social no es conformismo (…) Estabilidad institucional no es parálisis», defendió el presidente del Gobierno gallego.

Mensaje a Podemos

Porque a la vuelta de la esquina están las municipales y Feijóo quiso replicar a las fuerzas que más se han movilizado a pie de calle y que más han impregnado su discurso con sinergias hacia la participación ciudadana. En ese lado están BNG y AGE, pero también las Mareas que han brotado en distintas ciudades y Podemos.

Las armas para combatir a la formación que lidera Pablo Iglesias no son distintas en Galicia que en Madrid: «Mientras la demagogia cae en el simplismo y trata al pueblo como menor de edad, la misión del gobernante democrático es decir la verdad, con toda su complejidad, a una ciudadanía adulta», aleccionó el líder del PPdeG.

El discurso de Madrid

Frente al soberanismo, discurso que ha abrazado con fuerza el BNG y que ha estallado con gran estruendo en Cataluña hasta convertirse en uno de los mayores dolores de cabeza de Mariano Rajoy, Feijóo dijo que Galicia va por un camino distinto al de las otras dos nacionalidades históricas del Estado. «Ser gallegos no es algo excluyente, sino inclusivo. No supone levantar muros sino tender puentes. Formar parte de realidades más amplias nos enriquece, amplía nuestros horizontes y nos ayuda a comprobar nuestra importancia. Ya no se entiende el significado de España, ni el de Europa, sin ese componente que nosotros aportamos, con nuestra historia y nuestra creatividad».

No hace más de unas semanas que Mariano Rajoy se interrogaba sobre «qué sentido tiene preguntarse si uno es más gallego que español si la pregunta pertinente ahora es si somos más españoles o europeos». Las palabras de Feijóo, que se refirió a España como «nación» del mismo modo que en otras ocasiones utiliza el mismo concepto para definir a Galicia, parecieron complementarias a las del presidente del Gobierno.

Defensa de su gestión

La galeguidade de Feijóo se mide en otros parámetros. La vinculación del trabajo, el esfuerzo y el ahorro de los gallegos para vencer a la pobreza le sirve de metáfora de su política, que en la crisis económica siguió el guión de la austeridad y del cumplimiento del déficit. Por ello, se esforzó en demostrar que ha dado sus frutos y que se avecinan mejores tiempos en una Galicia que no sólo es fuerza de trabajo, sino también innovación y talento. «Comenzamos a vivir una nueva etapa», zanjó.

Se han «controlado» las cuentas públicas, la economía aspira a crecer «un 2%» el próximo año, la deuda pública se incrementa «a menor ritmo» que el resto de las comunidades y Galicia «está empezando a crear empleo». Son los logros que exhibió Feijóo, como también –una vez más– la todavía tímida recuperación del naval y la llegada de las furgonetas (el proyecto K9) de Citroen a la planta de Vigo: «Competíamos con los mejores del mundo, y ganamos».

El idioma

El presidente de la Xunta cerró su discurso haciendo apología del idioma propio, poco después de que el Instituo Nacional de Estadística publicara datos alarmantes que situaban a casi la mitad de los niños gallegos con el castellano como lengua única. «Galicia es también una lengua, una lengua que expresa lo que somos y lo que queremos ser», señaló Feijóo.

«Para muchas generaciones de gallegos, el idioma está asociado a un padre, a una madre, a un abuelo, a un profesor que le enseñó a quererlo. Para muchas generaciones, el gallego evoca una complicidad afectiva que se sobrepuso a las dificultades. ¿Es posible recuperar ese clima?».

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