«En pocos años podremos diagnosticar una depresión gracias al móvil»

El profesor de Harvard Yuri Quintana reflexiona sobre como la tecnología y los videojuegos completarán la medicina en el futuro

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En su carrera ha tenido que romper varias barreras. «Como va a ayudar esto de la tecnología y los videojuegos a curar a un paciente», ha escuchado más de una vez. El doctor, profesor e investigador Yuri Quintana lo tiene claro: «Las herramientas tecnológicas, bien utilizadas, pueden ser igual de fiables que un humano». Pero va un paso más allá, desde hace años trabaja en los Serious Games for Health (videojuegos para la salud) con un objetivo: «Dentro de lo negativo que es tener una enfermedad, nuestro deber es intentar hacer la recuperación lo más divertida posible».

Sin embargo, a ojos inexpertos, no parece sencillo de implementar. Pinta mucho más fácil implicar en estos tratamientos a los jóvenes que a los mayores. Quintana cree tener el remedio: «El juego debe ser, sobre todo, sencillo e intuitivo, sin necesidad de registrarse ni de realizar grandes maniobras para poderlo utilizar». Un ejemplo, «varias de las aplicaciones de la consola Wii».

El potencial de la realidad virtual

Tiene ejemplos concretos: «Para recuperaciones largas, en las que tienes que tomar muchas pastillas o fármacos diferentes, utilizamos aplicaciones en el móvil en el que obtienes recompensas y puntos cada vez que tomas tus píldoras». También para enfermedades mentales: «Juegos memorísticos para el alzhéimer o para potenciar la concentración en trastornos de hiperactividad».

Y todo sin contar el potencial de la realidad virtual, que ya se empieza a utilizar. «Para tratar situaciones de estrés es una herramienta muy potente», ilustra el profesor de Harvard. «Se puede aplicar a los militares para aprender a responder bajo condiciones de máxima presión», ejemplifica. También para los profesionales del sector: «Lo más complicado de nuestra profesión es dar malas noticias, y eso no se enseña en la universidad; gracias a la realidad virtual se puede practicar para que no afecte tanto al médico».

También para el diagnóstico

Pese a encontrarse todavía «en la infancia», algo que Quintana no para de repetir, la tecnología puede devenir una interesante opción para el diagnóstico. «En pocos años podremos detectar una depresión por los patrones de uso del smartphone«. Tanto potencial genera dudas, ¿la facilidad para encontrar respuestas puede llevar a los pacientes a autodiagnosticarse y automedicarse? «Será más fácil, sí, y en casos graves se debe acudir siempre al doctor, pero según los estudios que manejamos, las herramientas tecnológicas que estamos desarrollando tienen un grado de acierto similar al humano», tranquiliza. «Cuándo más fallan es en las enfermedades más complicadas, exactamente igual que las personas», compara.

Para ser más preciso en el tratamiento «habrá que almacenar los datos y el historial médico de cada paciente», explica. Tal cantidad de información deberá ser almacenada con cuidado. «Lo importante será mantener la privacidad de los usuarios, que nadie no autorizado pueda acceder a datos tan sensibles», avisa.

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