El soberanismo muestra su «decepción» por la decisión de Mas de congelar el proceso

Las elecciones municipales marcarán el tono pese a la insistencia ahora de CDC en que los comicios del 27S serán de carácter plebiscitario

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«Decepción». Esa es la palabra que más repite el movimiento soberanista en Cataluña. Aunque un instante después se reconozca que un proceso de tal envergadura, que pretende la independencia de Cataluña, no podía ser rápido en ningún sentido, sí se consideraba que se había producido uno de aquellos raros e infrecuentes momentos históricos.

La Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha distribuido un comunicado interno a sus adheridos para tratar de elevar el ánimo. Los partidos políticos soberanistas se han enzarzado en una batalla hasta las elecciones municipales, y el soberanismo más comprometido, el que organizó con tanta dedicación las concentraciones y manifestaciones de las diadas desde 2012 a 2014, se halla en un estado de profunda depresión.

«Las semanas posteriores al 9N, que culminaron en el acuerdo político entre Mas y Junqueras, han llevado el país a un nuevo escenario que ha originado desconcierto, o bien, directamente decepción entre la sociedad catalana en general y, particularmente, entre los asociados, simpatizantes y colaboradores de la Asamblea», se asegura en el comunicado.

La distancia entre CiU y ERC se ensancha

Ese fue el motor del soberanismo, la ANC y la otra entidad independentista, Òmnium Cultural. Pero todo depende de la capacidad de CiU y ERC para llegar a acuerdos. Y en estos momentos la distancia se ha ensanchado.

Prueba de ello fue la intervención del diputado de Esquerra, Oriol Amorós, en la comisión de investigación del caso Pujol, en la comparecencia de Artur Mas. Afiló, con tono siempre moderado, sus preguntas, y evidenció que Esquerra no quiere ir de la mano con un partido con un futuro sombrío por los casos de corrupción.

Convergència insiste: no pasa nada

Convergència trata de negarlo todo. Y, casi utilizando aquella frase que caracterizó el mandato de José María Aznar, «España va bien», ahora repite que «el proceso va bien». Todo según lo previsto. Las elecciones serán el 27 de septiembre, y tendrán un carácter plebiscitario, lo quiera o no el Gobierno español. El conseller de Presidència, Francesc Homs, rechaza que se pueda especular sobre ello. «Me parece absurdo que se diga que no habrá elecciones, tras el compromiso del President», reiteró tras el último consell executiu.

Pero algunos dirigentes de Convergència, en privado, aseguran que «todo ha cambiado». Lo importante en estos momentos, aseguran, son las elecciones municipales, y, principalmente, las elecciones al Ayuntamiento de Barcelona. «Si Xavier Trias no es alcalde, porque un conjunto de fuerzas llega a un acuerdo, y entre ellas ERC, todo se habrá acabado», sentencian.

Nuevos actores: Podemos y Grecia

El proceso soberanista ha bajado en intensidad. Han entrado en juego nuevos actores y nuevas circunstancias. «Podemos es una realidad, y la duda será ver qué fuerza real tiene, la economía española, en conjunto, mejora, y la mirada hay que fijarla ahora en Grecia, y cómo afecta al conjunto de Europa», se señala.

El periodista y escritor, Tian Riba, autor del libro Camí sense retorn, crònica d’una revolució, (La Mansarda) admite que el fervor soberanista «ha bajado muchos grados». A su juicio, el soberanismo ha perdido una gran oportunidad.

La oportunidad perdida tras el 9N

Y es que, según Riba, el llamado proceso participativo del 9N, el segundo intento de Artur Mas, tras la suspensión de la primera consulta por parte del Tribunal Constitucional, «tenía un sentido y es que hubiera una segunda vuelta en un breve lapso, y no diez meses después», en alusión a la convocatoria del 27S.

Riba entiende que el proceso no ha muerto, pero que todos los actores implicados han asumido que será largo, y que necesitan «tomarse un descanso». Eso se puede llevar a cabo, a su juicio, porque, precisamente, se celebró el 9N y ha salido «mucho vapor posteriormente, y se han podido liberar tensiones».

Ahora es el momento, señala, «para explicar muy bien qué se quiere hacer, y cómo. Los partidos soberanistas deben definir mucho mejor sus proyectos, porque hay una buena parte de la sociedad catalana que quiere apoyarlos, pero sabiendo qué harán exactamente».

El optimismo de Rigol

El presidente del Pacto por el Derecho a Decidir, el democristiano Joan Rigol, ex presidente del Parlament, considera que el proceso, efectivamente, «se toma un respiro». Pero entiende que el avance en el deseo de constituirse en estado «está para quedarse».

Lo que ocurre ahora, a su juicio, es que todos los actores implicados, en el campo soberanista «muestran sus recelos, y se demuestra algo positivo y es que existe una gran pluralidad interna». Las elecciones municipales, sin embargo, lo impregnan todo, y se deberá esperar a finales de mayo para que ese movimiento pueda remontar, cerca ya de las elecciones del 27S.

Los problemas internos de CDC

Quien percibe todo ese proceso con otros ojos es el movimiento contrario al soberanismo, que, con cautela, considera que todo se ha venido abajo. El catedrático de derecho constitucional, Francesc de Carreras, asegura que el gran problema para el sector independentista «es la diferencia, cada vez mayor, entre los planteamientos de CiU y ERC, con diferencias que no podrán salvar» sobre la propia dinámica del proceso y sobre qué se haría una vez se consiguiera la mayoría absoluta en el Parlament. E incide en que «Convergència, como partido, se está deshaciendo, se viene abajo».

Y, como Tian Riba, precisa que la gran oportunidad se perdió tras el 9N, porque Mas no convocó de forma inmediata las elecciones.

La depresión, por ahora, es aguda. Pero nadie de los consultados se atreve a asegurar que el soberanismo se diluya como por arte de magia. Pasadas las elecciones de mayo se verá.

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