El PP ofrece al PSOE renunciar a la ley mordaza y recuperar el Pacto de Toledo

Rajoy está dispuesto a gobernar en minoría, pero necesita y quiere la abstención de los socialistas, que mantienen su rechazo a facilitar la investidura del líder conservador

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Todo. Hay unas pocas líneas rojas. El PP está dispuesto a dar marcha atrás a gran parte de la legislación aprobada en la última legislatura. Puede modificarla hasta extremos «razonables», como le gusta decir a Mariano Rajoy. Y entre el paquete que ofrece al PSOE figura la ley mordaza y la recuperación del Pacto de Toledo, algo esencial para los socialistas.

Un dirigente del PP insiste en que el partido, bajo el liderazgo de Rajoy, se ha ido adaptando hasta constituir una perfecta maquinaria de poder que «no defiende nada concreto, pero tampoco veta nada concreto». Es decir, un gobierno pragmático capaz de subir impuestos en contra de su programa electoral, pero dispuesto también a bajarlos cuando ve la ocasión. Y lo que desea ahora Rajoy es lograr, por lo menos, la abstención del PSOE, con un paquete legislativo y un compromiso para ahondar en las reformas que necesita España.

Sistema de pensiones

Fuentes del PP esgrimen que dos de las cuestiones que más pueden mejorar esas relaciones con el PSOE son la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como ley mordaza, y que se trataría de modificarla hasta donde fuera necesario, y la recuperación del Pacto de Toledo. De hecho, esa fue la primera medida que llevó el grupo socialista al Congreso, tras el 20D y la constitución de la cámara parlamentaria, con el objetivo de recuperar el consenso político sobre el sistema de pensiones, que supone el principal reto de la sociedad española, con gastos superiores a los ingresos, lo que ha provocado la disminución de la hucha del Fondo de Reserva.

En los cuatro años de Rajoy se ha reducido en 45.551 millones de euros, hasta quedarse en 32.481 millones.

Todo lo que permita Bruselas

Mariano Rajoy, que desea mantener una entrevista larga con Pedro Sánchez, –todavía mudo desde la noche electoral y que rehuyó este martes a los medios en su visita a Bruselas– ofrecerá las reformas que sean necesarias con un sólo límite: «lo que permita la Comisión Europea». Pero es que el PP considera que si llega a un acuerdo con los socialistas, serán las instituciones europeas las más interesadas en allanar el camino.

Descartada la posibilidad de una multa, según Rajoy, por sobrepasar el déficit en 2015, la Comisión Europea, que exige un duro ajuste fiscal para 2017 de 8.000 millones de euros, avalaría posibles atajos más suaves. A nadie le interesa que la cuarta economía del euro se vea paralizada.  

Buena parte de lo que Rajoy quiere ofrecer al PSOE ya lo anunció tras el 20D, pero con la boca pequeña. En aquel momento, pese al discurso oficial de los dirigentes conservadores, no hubo una aproximación real y concreta a los socialistas. Ahora las cosas han cambiado. Rajoy, con 137 diputados, quiere presentarse a la investidura, y lograr la presidencia del Gobierno aunque sea en la segunda votación, y en el último segundo. Y todo está dispuesto para conseguir el apoyo de los socialistas, un apoyo que podría ser una abstención.

Ejercer la oposición

El problema es que los socialistas se sienten y se necesitan ver en la oposición. Por dos motivos: para reconstruir el espacio político y el liderazgo –no necesariamente pasa por una dimisión ahora de Pedro Sánchez, pero sí por un congreso en el que se sometan a la militancia varios candidatos– y para dejar claro que el referente en la oposición es el PSOE y no Podemos.

En eso están de acuerdo todos los dirigentes del PSOE, tanto los orgánicos, como puede ser Antonio Hernando, o César Luena, como los barones territoriales como Susana Díaz o Guillermo Fernández Vara. La discrepancia está en cómo se permite gobernar a Rajoy, y cómo se deja claro que se es el principal partido de la oposición. ¿Una abstención en el último momento?

El PSOE «no es un partido más»

La cuestión es que las abstenciones se negocian. Se alcanzan a cambio de un paquete de medidas. Y eso podría beneficiar al PSOE, si concluye que lo mejor para sus intereses y para el conjunto de España es poner en marcha una serie de reformas –entre ellas la cuestión de las pensiones, o de regeneración democrática– y medidas económicas concretas.

Por ahora la salida del PSOE es un tanto huraña. No quiere saber nada. La responsabilidad es de Rajoy, apuntan los dirigentes socialistas. Que busque el apoyo de Ciudadanos y del PNV, aseguran. Pero éstos, como recordó el propio Albert Rivera, entienden que el primero que debe dar el paso es, precisamente, el PSOE.

«Para lo bueno y lo malo el PSOE no es un partido más, y de ello debe ser consciente toda su dirección», señala un dirigente del PP.

Todos los círculos se ciernen sobre el PSOE. Poco a poco, pero de forma inexorable.

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