El Pdecat veta la candidatura de Vila a la espera del caso Puigdemont

El Pdecat cree que no podrá medirse a Junqueras con Vila al frente, mientras otros dirigentes piden una lista unitaria y se espera la decisión de Puigdemont

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El Pdecat vive una situación desesperada. Espera la decisión del expresidente Carles Puigdemont, que sigue en Bruselas, aunque este jueves está llamado a declarar en la Audiencia Nacional. La decisión del exconsejero de Empresa, Santi Vila, de presentar su candidatura a las elecciones del 21-D, ha acabado de confundir al partido, que veta esa posibilidad, frente a las presiones internas y externas de configurar una lista única con todo el soberanismo para convertir los comicios en un plebiscito independentista.

Todo cambia en pocos minutos. Pero el 7 de noviembre es el día límite para que los partidos presenten sus candidaturas, y las posibles coaliciones con las que concurrirán a los comicios. Y el Pdecat no tiene nada claro. Sólo Santi Vila ha dado un paso al frente, aunque otro dirigente también ha mostrado sus credenciales: Josep Rull, el exconsejero de Territori, que el pasado sábado, ya con el artículo 155 de la Constitución en marcha, protagonizó un acto como consejero, y el pasado lunes fue el único que fue a su despacho en la Generalitat para demostrar, aunque fuera simbólicamente, su rechazo a la decisión del Gobierno.

El problema para el Pdecat, que dirige su coordinadora general, Marta Pascal, es que no tiene apenas tiempo para preparar unas elecciones primarias, como se obligó en sus estatutos. En el caso de que pudiera realizarlas, Rull llevaría ventaja a Vila, a quien buena parte del partido le considera un dirigente “desleal” que se bajó del barco sólo en el último instante, antes de votar la proclamación de la república, después de negociar con el Gobierno de Mariano Rajoy la convocatoria de las elecciones a cambio de no aplicar el 155.

Rull parte con ventaja sobre Vila si el Pdecat elige un candidato para concurrir en solitario el 21-D

Dirigentes como la presidenta del consejo nacional del Pdecat, Mercè Conesa, alcaldesa de Sant Cugat, apoyarían claramente a Josep Rull, junto con buena parte de los cuadros medios del partido, después de la reorientación del Pdecat, que quiso ser, tras la refundación de Convergència, una fuerza política soberanista más orientada a la socialdemocracia, y con una clara influencia de los dirigentes que provienen de la netamente independentista JNC, las juventudes de la exConvergència. De nada serviría ahora un papel orientador de Artur Mas, aunque se mantenga como presidente del Pdecat.

El caso es que Vila únicamente tendría opciones si el Pdecat concurre en solitario a las elecciones del 21-D. Y eso se complica, aunque sería el deseo de Marta Pascal y David Bonvehí, el coordinador territorial, porque las presiones del mundo soberanista son enormes, y llegan, precisamente, de parte de dirigentes del mismo partido. Se trata de Miquel Buch, alcalde de Premià de Mar, y presidente de la Asociación Catalana de Municipios.

Buch pide una lista unitaria que integre a Jordi Sànchez  y Jordi Cuixart, presidentes de la ANC y de Òmnium Cultural, que se encuentran en prisión preventiva, junto con el líder de ERC, Oriol Junqueras, y el propio Puigdemont, que debe decidir si mantiene su estancia en Bruselas, y espera una euroorden del Gobierno español que podría acabar con su detención a manos de la policía belga.

El soberanismo sabe que si pierde el 21-D, sus opciones se aparcarán durante bastante tiempo

Esa es la opción que ha comenzado a valorar con seriedad Oriol Junqueras para reeditar una especie de Junts pel Sí, pero una proporción entre ambos partidos muy distinta en la lista. Es decir, que Junqueras sea el tapado, como lo fue Artur Mas en las elecciones de 2015, y que los miembros de Esquerra tengan preeminencia en la lista por delante del Pdecat, asumiendo los resultados que han ido arrojando las encuestas en los dos últimos años, que han dado en todas las ocasiones la victoria a Junqueras.

Con muy pocos días por delante, el soberanismo se encamina hacia esa opción, como jugada límite para plantear un pulso al Estado y ganar las elecciones con suficiente ventaja como para obligar, después, al Gobierno central a negociar, o para poder proclamar “la república catalana”.

El Gobierno central es consciente de esa posibilidad, y del riesgo que corre al convocar las elecciones para el 21-D, pero también sabe que el único objetivo será el de devolver la Generalitat a la legalidad, y que, aunque gane el bloque independentista, éste deberá ceñirse a la Constitución y al Estatut.

Por su parte, el Pdecat y ERC, con esa lista que se podría configurar de inmediato, también saben que, si pierde el soberanismo, este proyecto quedará aparcado durante un tiempo importante, como admiten sus dirigentes en privado.

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