El País Vasco saca los colores a Galicia en inversión en I+D

El gasto en innovación y desarrollo en el País Vasco es más del doble que en Galicia, que corre el riesgo de seguir perdiendo peso en España

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En 2020, si los plazos se cumplen, la alta velocidad ferroviaria llegará a Galicia. Sin embargo, la comunidad parece no haberse subido aún al tren de la modernidad, aunque todavía está a tiempo de decidir si quiere seguir siendo un territorio periférico o apuesta por un cambio de modelo. Ese cambio, según el economista Marcelino Fernández Mallo, ha de venir inexcusablemente de la mano de la innovación y la cooperación.

La realidad deja datos demoledores, como el hecho de que el gasto en I+D sobre el PIB se situó en Galicia en el 0,87%, muy lejos de la media española (1,19%), pero especialmente del País Vasco, que fue más del doble del gallego en el año 2016, concretamente un 1,89%. Otros territorios como Navarra, Madrid o Cataluña también duplicaban el esfuerzo gallego en I+D.

Fernández Mallo presentó estos datos en el marco del congreso Novos horizontes para unha Galicia global: Redes, territorio e memoria, organizado estos días por la Asociación Internacional de Estudos Galegos (AIEG). En él, el economista advirtió de que Galicia debe reaccionar y transformar su economía si no quiere mantener “la deriva que la dirige aceleradamente hacia la insignificancia económica”.

Innovación en la cadena de valor

En este sentido, pone como ejemplo de la falta de un modelo y de una estrategia adecuada en los últimos 40 años la “sangría” de empresas fundamentales que se perdieron, por no hablar de la evolución de la renta per cápita. Nuevamente el País Vasco vuelve a sacar los colores a Galicia, con valores un 47% superiores a la comunidad. La media española también los supera en un 11%.

En población, Galicia ha perdido un 3% de sus habitantes respecto a los que tenía hace cuatro décadas, mientras que muchos otros territorios han ganado población. Galicia pesa cada día menos en España, en Europa y en un mundo globalizado y la única solución pasa por corregir las debilidades existentes en las principales cadenas de valor de la economía gallega.

La tecnología y la investigación puden y deben ser unos aliados importantes en este proceso, junto con la correcta planificación y la implicación de las distintas entidades políticas, financieras, cooperativas, académicas, etc.

Galicia aún está a tiempo de coger ese tren y decidir voluntariamente –y no por su incapacidad estratégica– si quiere ser un actor importante y dejar de ser un territorio periférico.

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