El oscuro pasado de Puigdemont en una agencia de noticias

El ahora presidente de la Generalitat se hizo con el control de un pequeño negocio y despidió a sus promotores

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La ACN es una agencia de noticias de capital público, dependiente de la Generalitat, que ofrece servicios a medios de comunicación locales. Según Wikipedia, «nació en 1999 bajo el paraguas del Consorcio Local y Comarcal de comunicación formado por las Diputaciones de Girona, Lleida y Tarragona, seis consejos comarcales y siete ayuntamientos gobernados por CiU».

Ésa es la historia oficial. Pero la historia real es bastante diferente y tiene como uno de sus principales protagonistas a un hombre que hoy acapara el poder en Cataluña, el nuevo presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.

Dos ingenuos periodistas emprendedores

El relato arranca a mediados de los 90, cuando a dos jóvenes ingenuos recién licenciados en periodismo se les ocurrió la idea de crear una agencia de noticias como Efe o Europa Press, pero con contenidos en catalán para abastecer a medios de comunicación locales.

Se pusieron manos a la obra y pese a su inexperiencia y a su falta de medios económicos y humanos, sólo eran dos redactores, consiguieron llamar la atención de periódicos, revistas, radios y televisiones municipales. Al poco, contaban con una cartera de 50 clientes.

La entrada de CiU

Ese éxito llegó a oídos de CiU, que vio muchas posibilidades en la empresa y decidió entrar en el negocio. El partido de Jordi Pujol contactó con los dos jóvenes, que se habían dado de alta como autónomos, y les comunicó su intención de invertir en la nueva agencia.

Los emprendedores periodistas estuvieron encantados. Ése era su primer trabajo y habían conseguido rentabilizarlo. El partido se quedó la agencia y, a cambio, contrató a los dos redactores como asalariados con jugosos sueldos. Ellos no pidieron nada más a cambio.

«Yo no os voy a exigir nada»

El desembarco de Convergència en la agencia se produjo de inmediato y Carles Puigdemont, que había empezado estudios de Filología catalana y había trabajado en un diario de Girona fue designado como director de la empresa convertida ya en la Agència Catalana de Notícies (ACN).

«Yo no os voy a exigir nada». Ésa fue la primera consigna que les dirigió el nuevo director a los redactores, que veían su futuro color de rosa. La nueva dirección les permitió incluso contratar a otros periodistas. La ACN prometía hacerse un buen hueco en el panorama mediático catalán.

«Barcelona es una prolongación de Manresa»

Pero con el paso de los meses, las cosas se fueron torciendo. La frase «yo no os exigiré nada» no era un decir. Resultó literal. La agencia no ofrecía noticias los fines de semana. El personal se iba relajando.

La idea inicial de dar servicio a toda Cataluña tampoco acababa de materializarse. Puigdemont consideraba que «Barcelona es sólo una prolongación de Manresa» y su interés por la capital catalana era muy escaso. De hecho, creía que la agencia debía tener su sede en Fornells de la Selva al considerar que esta localidad gerundense es «el centro neurálgico de Cataluña».

Una carta decisiva

Los periodistas veían como su idea inicial se desvanecía, como se desdibujaba poco a poco. Trabajaban desde casa en lugar de escribir en la redacción y perdían así la ocasión de intercambiar ideas o de tener un contacto directo con la dirección. Pero, en su ingenuidad, pensaron que podrían enmendar las cosas y volver a encauzarlas hacia el proyecto original.

Así que ni cortos ni perezosos decidieron escribir una carta a Puigdemont con sus reivindicaciones. En esa misiva pedían algo tan insólito como trabajar más horas, dar mejor servicio a la clientela y establecer turnos de fin de semana. Una de esas redactoras aún guarda el borrador de su puño y letra. Como si fuera una  reliquia, según ha podido saber Economía Digital.

Despidos fulminantes

El director de la agencia recibió esa carta, pero no la respondió. Tiempo después los dos jóvenes fueron despedidos. La nueva dirección de la ACN alegó que las facturas de sus móviles eran muy elevadas, aunque en aquella época casi nadie usaba ese tipo de teléfonos.

Los redactores se fueron  al paro. Y ahí se retoma la historia oficial. En el año 2000, el Grupo Planeta compró el 75% de la empresa por 450 millones de pesetas, según relata Wikipedia. En 2002, entró en el accionariado la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals, que hoy tiene un 30% de la empresa. El 70% restante pertenece a la Generalitat. Y vueltas que da la vida, Puigdemont es hoy el inesperado nuevo presidente de la Generalitat.

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