El fuego siembra el caos en Galicia

La comunidad ha perdido casi 6.000 hectareas en menos de una semana. Las brigadas se sienten desbordadas y critican la descoordinación

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Galicia arde sin control. Una década después del verano con más actividad incendiaria que se recuerda, 2016 va camino de convertirse en otro año negro para el territorio gallego, amenazado de muerte por las llamas que avanzan sin control.

En lo que va de semana, la comunidad ha perdido casi 6.000 hectáreas como consecuencia del fuego. Nueve de ellos avanzan sin control, en parte por unas condiciones meteorológicas desfavorables –el viento no para de soplar y se mantiene el tiempo seco–, pero también por la descordinación y la falta de medios para extinguir los focos que permanecen activos.

A última hora de este jueves, la Xunta anunciaba que los incendios de Soutomaior y Arcade quedaban estabilizados, al tiempo que retiraba la ‘situación 2’ por amenaza a núcleos poblados en el incendio que desde el miércoles afecta a la parroquia de Santa Cristina de Fecha, en Santiago de Compostela.

Brigadas desbordadas

De todos los rincones surgen columnas humeantes. Los brigadistas están desbordados. UGT denuncia que esta nueva ola de incendios «está llevando al límite las fuerzas de los bomberos forestales» del servicio público de defensa contra el fuego, «que extinguen más de cinco incendios en jornadas laborales continuadas de 12 horas».

Los propios brigadistas reconocen que los medios han mejorado con respecto a hace unos años, pero la descordinación sigue dificultando enormemente su trabajo –conviven varios sistemas de comunicación– Algunos, incluso, llegan a poner medios personales a disposición de la consellería para poder desarrollar su labor. Las carencias son notables. «Ni una botella de agua ni un bocadillo, y cada uno va por libre», lamentan los propios miembros de los equipos de extinción.

Que el monte arda, además de una catástrofe medioambiental, es también un golpe a la riqueza de un territorio. Las llamas condenan durante años las zonas que arrasan. De los dos millones de hectáreas de superficie forestal que tiene Galicia, 600.000 hectáreas de monte son improductivas; el resto, aportan valor económico y contribuyen a fijar la población en el rural.

Contienda política

La falta de cuidado del monte ha servido a los partidos políticos para cruzase acusaciones. Durante una visita a Porto do Son, municipio que registra uno de los grandes incendios de este verano con unas 500 hectáreas calcinadas, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo anunció que seguirán con la «prioridad siempre» de preservar la integridad física de las personas por encima del patrimonio y de los bienes materiales. Cuentan para ello, dijo, con unos equipos de extinción en la lucha contra los incendios que se sitúan entre los «mejores de Europa».

Sin embargo, desde el BNG, la que será su rival en las urnas, Ana Pontón, le reprochó que hubiese tirado abajo el plan forestal del bipartito y le recordó que «los incendios se apagan en invierno», ya que un monte en mal estado también ayuda a propagar las llamas. Por su parte, el socialista Xaquín Fernández Leiceaga reprochó a Feijóo que en 2006 se presentase como «el que iba a acabar» con los mismos incendios que ahora demuestran el «fracaso» de su política forestal.

Pero Feijóo no quiso olvidar la intencionalidad en el orgien de muchos de los fuegos. Como explicó, la mayoría se producen entre las 16,00 y las 17,00 horas, con un viento intenso; y las 19,00 y las 20,00 horas, cuando a los medios aéreos ya les quedan pocas horas de vuelo. También a partir de la madrugada. En este sentido, apuntó que «detrás del instinto pirómano hay un instinto criminal imposible de explicar desde un punto de vista racional».

Perfil del pirómano

Como han podido constatar los vecinos de Arbo, en Pontevedra, crear un gran incendio es algo relativamente sencillo. La Fiscalía de Medio Ambiente de Galicia ha trazado un perfil de incendiario que responde a un varón de más de 40 años que acostumra a actuar solo.

El fiscal de Medio Ambiente, Álvaro García Ortiz, indica que casi siempre son personas que tienen problemas con su entorno más cercano, y es frecuente encontrar también problemas de sociabilidad, asociados en ocasiones a patologías o a consumos de bebidas alcohólicas y otras sustancias.

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