Brujería, santeros, y rituales cubanos, así gobernó Chávez en Venezuela

David Placer desvela en un libro de Economía Digital la tupida red mágico-religiosa que impregnó las estructuras políticas de todo el país con la influencia del régimen castrista

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–«Mira, Hugo, esta es la muerte y este eres tú. Han salido dos veces en la misma posición.»

«En ese momento me sentí sentenciado. Me subió un escalofrío por la espalda. Y como cristiano que soy, pensé: ‘Bueno, Jesucristo, si eso es lo que quieres, si me toca morir joven, estaré listo’. Pero ese pensamiento duró sólo un momento. Intenté asumirlo sin dramatismo, pero sí me acuerdo de que le pregunté cuál sería la causa de la muerte».

–«Mira Hugo, yo no sé qué es, pero lo que sí te veo es la muerte y antes de los sesenta».

«Seguro es un infarto o un ACV –le dije yo-. Tú no te imaginas la cantidad de cochino que comí de niño y de muchacho también, Cachapas, chicharrón, sándwiches de pernil. Debo tener ese colesterol por las nubes».

Chávez le pedía a Cristina Marksman que le leyera las cartas. Era una amiga personal y allegada al grupo conspirador del golpe de Estado del 4 de febrero de 1992. Nunca dejó de hacerlo, nunca antes de un viaje o de una reunión importante. Y sí, Chávez murió antes de los sesenta.

Venezuela, un país impregnado de «magia»

Otros gobernantes, a lo largo de la historia, recurrieron a los elementos mágicos, a los santeros, a todo aquello que pudiera dotarlos de poderes especiales. El gigante François Miterrand, en enero de 1991, reclamaba: «Debo intervenir, qué día a tu juicio sería el mejor?». Le pedía consejo a la astróloga Elisabeth Teissier, que había registrado todas sus conversaciones con el presidente francés entre 1990 y 1995. Le pedía, –como si fuera una nimiedad– el mejor día para intervenir en Irak, junto a Estados Unidos.

Pero el caso de Hugo Chávez es peculiar. El periodista de Economía Digital, David Placer, ha desvelado, en el libro editado por este medio, Los brujos de Chávez, cómo todo el estado de Venezuela acabó impregnado por las prácticas propias de los chamanes, de los santeros, de la magia de unas prácticas pseudo-religiosas, que perduran, y que Nicolás Maduro, su sucesor en la presidencia del país, trata de mantener.

«Eso es lo característico de Chávez, de todo el chavismo, que utilizó ese caldo de cultivo para promover el culto a la personalidad, con prácticas, además, que tenían un trasfondo político de primera magnitud», señala Placer a Economía Digital.

La influencia castrista

Esa es la cuestión. Placer viajó a Venezuela –es hispano-venezolano– entre 2012 y 2013, antes de la muerte de Chávez, para entrevistarse con más de sesenta personas, entre allegados, amigos, miembros del gobierno y ex colaboradores del presidente. Lo que propone Placer es una inmersión en el chavismo como un movimiento político que buscó, sin subterfugios, el apoyo en los espíritus para acumular y retener más poder.

El peligro, sin embargo, para los propios venezolanos, es grande, porque, detrás de toda esa mística, Placer encuentra la influencia del régimen cubano de Fidel Castro y de su hermano Raúl. Se lo explica Raúl Baduel, exministro de Defensa de Hugo Chávez, desde la cárcel de Ramo Verde, donde lo visitó.

Baduel cayó en desgracia, acusado de corrupción tras apoyar a movimientos estudiantiles y de oposición, que costaron, a juicio del régimen, la única derrota electoral de Chávez, la del referéndum para modificar «los cimientos políticos y económicos del país» en 2007. Según Baduel los santeros llegaron a ser agentes de inteligencia cubanos. «Fidel es un hombre muy inteligente. Hizo una jugada a través de la ideología y también a través de la religión. La inteligencia cubana ha penetrado en Venezuela de manera silente. Lo hizo a través de la santería en las Fuerzas Armadas. Emperazon a llenar de babalawos (sacerdotes-‘los padres del secreto’) el Ejército, los ministerios y las empresas del Estado para obtener información», le confiesa a Placer.

Los rayos de los brujos y la ‘lectura’ de tabaco

Dos santeros cubanos corroboran la tesis de Baduel. El proceso es lento, pero efectivo. Según uno de ellos, «la inteligencia cubana comienza la infiltración con la santería, al final cambia las estructuras de la sociedad y todos los que están metidos en la religión piensan y actúan como cubanos».

Chávez buscó la inspiración de Bolívar, pero era la magia la que le catapultaba. O la aureola de esa supuesta magia. «El verdadero cemento de la revolución bolivariana, el que consolida las simpatías y las convicciones, no es otro que el mundo mágico-religioso», apunta Placer.

Por ello no fue extraño que Chávez praticara el espiritismo en el propio Palacio Presidencial de Miraflores, o que, antes de llegar a la presidencia, se bañara en las cascadas de Sorte, se dejara leer el tabaco, o pidiera en televisión el poder de los rayos de los brujos de la revolución, tras celebrar, también, un ritual santero, «a ojos de los babalawos», frente a los huesos del mismo Bolívar. Placer recuerda que esas prácticas provienen de los esclavos africanos en Cuba, que las disfrazaron de religión. 

 
Chamanes

El libro ilustra a la perfección esa dualidad política que algunos expertos han trazado. El politólogo Víctor Lapuente se refiere a la diferencia entre «exploradores y chamanes». Considera que hay políticos que buscan, se equivocan, rectifican, pero que actúan a partir de doctrinas racionales, basándose siempre en criterios técnicos. Son los ‘exploradores’. Luego están los chamanes, los ‘populistas’ que aseguran que lo arreglarán todo con su presencia. En el caso de Chávez es literalmente un caso de «chamán», de búsqueda del poder a través de la magia, como explica con todo detalle David Placer.

El libro Los brujos de Chávez, la magia como prolongación de la política, estará a partir de este martes en las librerías. Economía Digital tiene una colección de libros, en la que se incluye la obra de Placer.

Este miércoles se presenta en Madrid, en la biblioteca Eugenio Trías (Casa de Fieras), El Retiro, a las 19.00 horas.

Puede que Chávez se acerque al acto, en forma de «pajarito chiquitico», como aseguró Nicolás Maduro que apareció cuando arrancó su campaña electoral el 2 de abril de 2013 para las elecciones del 14 de abril, para otorgarle toda la fuerza y apoyo.

La ‘magia’ y la pseudo-religión sigue viva en Venezuela. 

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