Alberto Fabra representa otra forma de hacer política

El alcalde de Castellón avanza que su proyecto de gobierno se centra en la economía y la creación de empleo

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Apenas ha pasado un mes desde que Francisco Camps presentó su nuevo Ejecutivo, tras revalidar su victoria por mayoría absoluta en las elecciones, cuando le va a sustituir en el cargo, el castellonense Alberto Fabra. Se trata de un arquitecto de 47 años, casado y con dos hijos, cuyo único parentesco con Carlos Fabra, el presidente provincial del PP, y expresidente de la Diputación, es ser su padrino político, y el que lo ascendió, en el 2005, a la alcaldía de Castellón.

Camps no quería como sustituto a Alberto Fabra. Quería seguir manteniendo el control del Gobierno, y propuso a su vicepresidenta, Paula Sánchez de León. Pero el poderoso Fabra, el que lleva más de 10 años esperando que la justicia decida si lo lleva o no al banquillo, acusado de fraude fiscal, cohecho y tráfico de influencias, no estaba contento con el líder autonómico.

El barón provincial se había quejado a Rajoy de la poca influencia que tenía Castellón en el nuevo Consell, al prescindir Camps de varios consejeros de esa provincia. Fabra ya decidió con Aznar la candidatura de Zaplana a la Generalitat, cuando éste era un desconocido que había accedido a la alcaldía de Benidorm mediante una moción de censura, y ahora, también ha participado en la sucesión de Camps. Según el diario El Mundo, el día de la dimisión, Fabra estaba comiendo con Rajoy.

A la greña en el partido

El recambio ha levantado mucha polvareda entre los populares valencianos. Los afines a Camps, el sector zaplanista, que ha sido barrido del partido y de las instituciones, los cristianos de Cotino, los del presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, que ya protestó por cómo se había producido el anuncio de dimisión de Camps. Todos han manejado sus influencias. Todos quieren decirle al nuevo responsable de la Generalitat Valenciana qué debe decir, cómo debe decirlo y dónde.

Unas recomendaciones que Fabra, para alegría de unos y sorpresa de otros, no está siguiendo como muestra su buena disposición con los medios de comunicación. El primer edil de Castellón ha hecho más declaraciones, aceptando preguntas, que Camps en dos años. En Castellón convocó a todos los medios para despedirse y no se cortó en mostrar su emoción en publico. Esa actitud ya molestó al equipo de Camps, que todavía se soliviantó más cuando Fabra dijo que no tenía ningún inconveniente en enseñar los contratos con Ecclestone, o que pusiera en duda la continuidad de la Fórmula 1.

En el otro extremo, la oposición aguarda tranquila la sucesión. Fabra tiene el trato afable que el secretario general de los socialistas valencianos, Jorge Alarte pedía en la cámara. Acabar con la crispación y recuperar el buen clima político. Una reclamación que también, a lo largo de dos años, han hecho empresarios y sindicatos.

Economía y empleo

La situación judicial de Camps y de varios miembros de su gobierno, acusados por la justicia de recibir trajes de la trama Gürtel, ha protagonizado la vida política valenciana, que ha vivido momentos de gran tensión.

Alberto Fabra tiene otro talante, insisten en destacar quienes le conocen. “Sus 20 años en el consistorio le han enseñado que la cercanía con los ciudadanos es lo más importante. Y su gestión al frente de Castellón ha hecho que la ciudad mejore”, ha manifestado un estrecho colaborador.

De momento Fabra prepara su discurso, centrado en la economía y la creación de empleo, con el apoyo de su buen amigo y compañero de partido, el recién elegido presidente de la Diputación, Javier Moliner, llamado a sustituir a Fabra en el PP de Castellón. Son nuevos tiempos. Están cambiando los líderes empresariales y también los políticos. Unos y otros tienen algo en común, su perfil más técnico.

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