Agafac: «El sistema gallego de control de piensos es el más valorado»

Bruno Beade, director de Agafac: "Galicia ya ha exportado su sistema de seguridad alimentaria (Galis) a Andalucía, País Vasco, Castilla y León y Murcia"

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Galicia es una de las mayores potencias ganaderas de España. El porcino y, sobre todo, la producción de vacuno, sitúan a la comunidad en los puestos de cabeza no solo de producción ganadera sino también en fabricación de piensos con los que nutrir a las reses. Bruno Beade es el director de la Asociación Gallega de Fabricantes de Alimentos Compuestos (Agafac), que aglutina al 86% de un sector que el año pasado batió todos sus registros.

-¿Qué peso tienen los fabricantes de piensos en la economía gallega?

Galicia cuenta con 103 fábricas de pienso que fabrican 3,071 millones de toneladas anuales, una cifra récord. Generan 1.400 empleos directos, a los que luego hay que sumarle todos los indirectos que hay, fundamentalmente, en logística. En total son 1.200 millones de euros de facturación del sector, un 1,2% del PIB aproximadamente.

Podría decirse que el sector agroalimentario de hecho ha sido una de las claves para sobrevivir a la crisis. No hay que olvidar que España octava productora de pienso a nivel mundial, segunda a nivel europeo y en porcino la primera de toda la Unión Europea.

-El sistema de seguridad alimentaria patentado por Galicia cumple 15 años en 2020. ¿Cómo surge la idea?

En el año 2005 estalla la crisis de las vacas locas y decidimos que teníamos que darle algo más de seguridad al sector y a la sociedad. Según nuestra experiencia, estos problemas rara vez suelen ser responsabilidad de las fábricas, sino de quien le vende la materia prima. En las fábricas lo que se hace básicamente es mezclar materias primas y el problema suele estar en la propia materia prima. Cuantos más controles hagamos antes de que entre a la fábrica, más seguridad tendremos y menos materia prima contaminada nos colarán.

Para ello montamos el sistema Galicia Alimentos Seguros (Galis). Controlamos el 96% de la producción de piensos de Galicia y mediante unos controles que se realizan a la propia llegada de los buques tratamos de asegurarnos de que esa materia prima no está contaminada. Hacemos controles más rápidos y más seguros de lo que nos marca la propia Unión Europea.

-¿Quién marca esos niveles máximos de contaminantes?

Todo esto va en función de dictámenes técnicos de la Unión Europea. Es la encargada de determinar qué ingredientes se pueden utilizar en los piensos y cuáles no. Es quien marca la cantida máxima de contaminantes pensando en que no se puede tener un consumo prolongado de ese contaminante. Con nuestros controles lo que hacemos es impedir que estos contaminantes se puedan colar en los piensos, pero incluso cuando nuestros controles detectan un determinado contaminante no debería generarse la alarma que en ocasiones se genera, porque es algo bueno. Demuestra que los sistemas han funcionado.

-Mencionaba la crisis de las vacas locas, ¿qué impacto tuvo en el sector?

Generó una alerta brutal. El problema vino porque en Inglaterra, que era donde se compraba la harina de carne, hubo un cambio en el sistema de producción y apareció el famoso pron, que generaba todos los problemas ya sabidos en las vacas. Fue un producto que se utilizó durante años y que estaba bien vista. La harina de carne siempre se vio como una fuente de proteína, que es básica para el crecimiento de los animales. Desde entonces la prohibición de su consumo en la Unión Europea nos ha generado un problema, que hemos tratado de sustituir con otros cereales con altos niveles de proteína, como la colza, la soja o el girasol, pero no podemos olvidar que hay otros países como Estados Unidos en donde sí está permitida y eso te hace competir en inferioridad.

-¿Cómo son esos sistemas de control?

Tenemos a tres personas dedicadas a la parte de muestreo entre A Coruña, Ferrol y Marín-Vilagarcía de Arousa. Son los que recogen muestra cuando llegan los barcos y se encargan de almacenarla para luego llevarla al laboratio de Mouriscade (Pontevedra) y al nuestro. Aquí hacemos muestreos rápidos y luego tenemos una red de colaboraciones con laboratorios de la Universidade de A Coruña y con los de la Xunta para realizxar controles lo más efectivos posibles.

Así controlamos el 80% de la materia prima que el sector necesita y que llega por barco. El 20% restante, que llega por Castilla y León, como los fosfatos, por ejemplo, utilizamos a las fábricas como muestreadores y nos la mandan a nosotros.

En cuanto detectamos una materia prima que supera los límites de contaminantes marcados por Europa y hay un peligro grande, ponemos en marcha el sistema de alerta rápida. Consiste en avisar a nuestros fabricantes, a la administración y a nuestros almacenistas y proveedores para solucionar la situación.

Hay otro sistema, que es cuando detectamos, por ejemplo, casos de salmonela u otros tipos de episodios de menor riesgo, en el que lo que se hace es alertar a las fábricas para que empleen un ácido con el que se destruye la bacteria y la materia prima queda en condiciones perfectas para su consumo.

-Estos sistemas de control se han exportado a otras comunidades, ¿no?

Sí, nosotros fuimos de los pioneros en implantarlo y lo hicimos con un sistema que está en constante mejora y que es el más valorado. Ya se ha exportado a Andalucía, País Vasco, Castilla y León y Murcia.

Una de las ideas es que todos los que traen barcos a Galicia saben que se les controla lo que hay. Es lo que llamamos el efecto paraguas. Ya se cuidarán de colar un barco con problemas o materia prima contaminado en otro país.

-¿Qué impacto genera en el sector el hecho de que el precio de las materias primas de las que se abastece fluctúen en los mercados financieros?

Es un sector es bastante afectado por la dinámica de los precios de los cereales en las bolsas. La producción de cereales se concentra en unos pocos puntos del mundo y hay más demanda que oferta. Es un pastel que se reparte en todo el mundo, pero que no llega para todo el mundo.

Se compra el cereal a futuros. En Galicia cada vez tenemos más profesionales de las bolsas y brókeres que veterinarios dedicándose a estas compras. Es lo mismo comprar máiz que oro. Todos los instrumentos financieros para cualquier tipo de producto lo hay para las commodities. Es un sector muy profesionalizado. No olvidemos que la población mundial está previsto que aumente de los 7.000 millones de personas que hay ahora hasta los 9.000 millones en 2050 y tenemos que intentar minimizar los costes para poder abastecer al ganado y garantizar los alimentos a estos 2.000 millones de personas más que se esperan para los próximos años.

-¿Qué tendencias marcarán el futuro del sector?

Las principales tendencias pasan por la producción ecológica, que no va a ser sustitutiva porque tiene unos costes muy altos y necesita muchos terrenos, y la concentración del sector lácteo que concide con una competencia perfecta en el sector de los piensos en Galicia (hay abundancia de oferta). Hubo una serie de fusiones y tienes que hacerte fuerte en los mercados exteriores, se ha construido alguna torre de secado de leche para venderla en polvo al exterior. Son pasos buenos para Galicia.

A nivel de piensos se habla de nuevas materias primas, de mejorar el bienestar animal. Como asociación seguimos trabajando en seguridad alimentaria con cuatro proyectos de I+D en marcha para detectar contaminantes lo más rápido posible, para elaborar estudios sectoriales, de renovación de nuestras bases de datos y del epienso, para crear un sistema coordinado a nivel nacional, en el que unas comunidades den servicio a otras y haya una entidad centralizada que coordine todo.

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