Nos podemos comer el mundo

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Los grandes retos para implantarse en otros países, además de tener productos y servicios exportables, es tener un conocimiento de los mercados extranjeros. Para ello debemos tener en cuenta un desafío a atacar fundamental, que es asegurar el relevo generacional.

Pero hay más retos. Uno que puede parecer complejo es mejorar su competitividad, lo que se consigue aumentando la inversión en I D i y alcanzando una dimensión empresarial adecuada.

Es necesaria una estrategia de diversificación y expansión internacional, a través de la innovación, con productos atractivos que lo permitan y creciente profesionalización, descentralizando la toma de decisiones, sin ver en ello una pérdida de control del negocio por parte de los propietarios. Hay que buscar hacer cosas muy diferentes para no ser uno más en el resto del mundo.

En un mundo globalizado como el actual, poner el punto de mira en otros lugares del mundo, no es tanto una forma agresiva de competir, sino más bien una oportunidad a la que agarrarse para así asegurarse la propia supervivencia a largo plazo. Sobre todo en estos tiempos con problemas estructurales y no coyunturales en donde la estabilidad futura depende de hacer cosas nuevas.

Muchos son los pasos que hay que dar hasta que la nave llegue a otro puerto.

Tenemos que establecer la estrategia, elegir socios adecuados, asistir a ferias, identificar los productos y servicios diferenciales, conocer la competencia, montar o no una oficina de representación o delegación,…

Demasiados vuelven desilusionados. Pero no hay que caer en la desesperación si todo no sale como estaba previsto según el guion original.

Hoy día nos preocupa la disminución de la rentabilidad principalmente, pero también la subida de tipos impositivos y el incremento de costes de la energía, la incertidumbre política, los cambios regulatorios, el acceso limitado a la financiación, el aumento del coste de mano de obra, entre otros.

Todo ello nos hace pensar que navegar por aguas internacionales no es hacerlo por una balsa de aceite. Hay mareas, galernas, incluso tsunamis. Inseguridades jurídicas, cambios en las legislaciones y en las tendencias del mercado o una determinada protección a las industrias nacionales en los países de destino.

Para evitar que la burocracia y otros fenómenos acaben con nuestro ansiado interés en internacionalizarnos, debemos poseer músculo suficiente en el negocio, además de una visión a largo plazo, flexibilidad y preocupación por el cliente y la calidad.

No sabemos que nos deparará el futuro, pero estoy seguro que la rapidez de adaptación y espíritu emprendedor son pilares importantes para continuar siendo un referente.

 

Juan Manuel Vieites es secretario general de Anfaco-CECOPESCA

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