La difícil carrera de una ‘startup’ para encontrar financiación

Los expertos apuntan a la necesidad de contar no sólo con un buen producto y un buen equipo, sino también con un plan de expansión que resulte creíble

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Tener una buena idea no es suficiente para que una startup funcione. Quizás, lo más complicado viene después: una vez el proyecto ha arrancado y se hace imprescindible conseguir dinero fuera del círculo más cercano. Atrás queda la inyección inicial de capital; aquella que proviene, según la expresión utilizada en el sector, del trío family, friend and fools (en español: familia, amigos y tontos). Es el momento de empezar a buscar financiación en el exterior.

«Es habitual que los emprendedores comiencen ahí una peregrinación en busca de inversores», comenta Javier Megías, co-fundador de Startupxplore, una comunidad online que, precisamente, pone en contacto a las startups con personas interesadas en aportar capital a compañías emergentes. «Mi opinión es que hay que darle la vuelta a ese planteamiento», dice Megías, en vez de hacer una búsqueda en bruto, lo ideal es encontrar un «inversor líder» que conozca el ámbito de la empresa y que la guíe en ese difícil camino, comenta este experto.

Ronda de financiación

¿Pero cómo es este proceso? Tal y como explica Miguel Ángel Martínez, responsable del área de asesoramiento financiero del buffete Ad&Law, los emprendedores acostumbran a lanzar una primera ronda de financiación cuando, «una vez el producto o servicio ya está desarrollado», precisan una inyección de dinero por encima de los 100.000 euros.

Martínez explica cómo a partir de ahí se abren dos caminos: por un lado la posibilidad de buscar soporte en una aceleradora de empresas o, por el otro, acudir al mercado de los inversores. Estos, en opinión de esta fuente, se fijan entonces en que el «producto ya esté testado comercialmente», que la empresa cuente con un equipo sólido y que exista un plan de negocio desarrollado que demuestre el potencial de la compañía.

Plan de negocio

Este último punto, sin embargo, tiene su complejidad. «El Excel lo soporta todo», comenta Martínez, y apunta a la necesidad de que esta línea de negocio se base no sólo en números, sino en un planteamiento a largo plazo que acabe permitiendo un retorno futuro a los inversores. Desde la empresa Capitana Ventura Partners, especializada en invertir en startups en fase semilla, añaden también factores como que «el producto tecnológico o servicio sea innovador en un sector no tecnológico» y que «su mercado objetivo sea relevante».

Riesgo y potencial

Aun así, según comentan diferentes expertos sobre los criterios que más se tienen en cuenta por parte de los inversores, aquí existe una gran subjetividad. Que, como es lógico, va de la mano del riesgo que acompaña este tipo de operaciones (y también del potencial).

Javier Megías, explica la importancia de diferenciar entre «empresas rentables de las empresas invertibles». Es decir, aquellas que encontrarán su hueco en el mercado que les permita sobrevivir y aquellas que realmente generen un valor o plusvalía suficiente que aporte beneficios netos a los inversores.

Para Megías, los inversores con más experiencia saben que, aproximadamente, una de cada diez apuestas les acaba saliendo rentable económicamente. Y pone en un plazo de «entre ocho y doce años» el tiempo que debe transcurrir para conseguir estos beneficios. «Hay que asegurarse de que sea un dinero que te puedes permitir perder», concluye.

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