Isabel Coixet, explota: «La idea de España no nos fascina, pero no nos repugna»

La cineasta carga contra el independentismo e ironiza que "como nos sentimos en casa tanto en Olot como en Orense o en Orán, nos llaman, merecidamente, botiflers, españolazos y hasta cosmopolitas"

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El proceso independentista en Cataluña ha provocado que muchos ciudadanos, que no estaban prsentes en el debate público, se hayan manifestado. Los ya convencidos exhiben su apuesta por una Cataluña independiente, como se demostrará este viernes en la manifestación de la Diada en la avenida Meridiana. Pero existe una parte de catalanes que, hasta ahora, habían preferido silenciar sus posicionamientos.

La cineasta Isabel Coixet, sin embargo, se ha unido a los que han acabado alzando la voz. Y, en un artículo en El País, carga contra el independentismo con unas altas dosis de ironía. «La idea de España no nos fascina, pero no nos repugna. No sabemos si los rumores sobre la lista negra de los catalanes de pacotilla son ciertos, pero por supuesto estamos a favor de su existencia; gente como nosotros no debería tener cabida ni voz en esta gran nación que, al parecer, se avecina», asegura Coixet.

Defensa de los «españolazos»

Insiste la directora de cine que los que piensan como ella «somos lo peor de casa casa», en una especie de lamento por no poder compartir la euforia de los independentistas. Pero critica a ambos lados por establecer una batalla en la que nadie sabe nada porque el ruído es excesivamente alto. «¿Tanto costaba relajarse un poco y aparcar las amenazas y los victimismos? ¿Tanto? ¿Por qué no dejaron en su momento el ‘y tu más’ de patio del colegio? ¿Por qué?»

Coixet arremete contra un proyecto que ha dejado de lado a buena parte de la sociedad catalana, que tampoco desea levantarse para ir contra el soberanismo. E ironiza con fuerza.

«Como nos sentimos en casa tanto en Olot como en Orense o en Orán, nos llaman, merecidamente por supuesto, botiglers, españolazos, charnegos, desgraciados y hasta cosmopolitas. Para nuestra desgracia, no hemos sido ungidos con la fe y la confianza en un país mejor que iluminan la vida cotidiana de muchos de nuestros compatriotas. Creemos que la historia no es un memorial de agravios, sino un instrumento para aprender de los errores. Pensamos y sentimos de otra manera: somos los pusilánimes que en su día votamos a Maragall confiando (sí, craso error) en que el diálogo político iría por otros derroteros: igualdad, justicia, fratenirdad, solidaridad, honestidad, armonía, ayudar a los vecinos, sentido común…esas cosas que nos parecían fundamentales para construir una sociedad algo mejor y nos encontramos con una triple taza de caldo de un debate que en nuestra estúpida inocencia, creíamos pertenecientes a otra época».

Hablar y cantar en el idioma que uno quiera

Coxet, que titula su artículo como El día de la marmota, insiste en que forma parte de los catalanes que son «tan ilusos» que lo único que quieren es «vivir en un lugar que se llame como se llame y tenga la bandera que tenga», la justicia «funcione sin trabas, los que mandan no metan la mano a la caja» y (….) «cada uno pueda hablar y cantar y trabajar en el idioma que quiera». Y deja para el final su predilecciones. «Y donde, a ser posible, los discursos, a menos que los escriba David Foster Wallace, queden relegados a los banquetes de bodas o a los aniversarios de los centenarios de la familia».

El artículo de Coixet denota el hartazgo de una parte sustancial de la ciudadanía catalana, tras tres años de proceso soberanista, que tendrá su punto álgido en las elecciones del 27 de septiembre.

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