Eurogalicia Forestal sigue viva en los despachos

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Cerrar el ciclo del papel, como complemento a la fabricación de celulosas impulsada por Ence en Pontevedra, ha sido una eterna aspiración de grupos empresariales gallegos. Uno de los proyectos que más cuajó, y también que más polémica suscitó, se remonta al tripartito de González Laxe. En aquellos años, una extraña alianza tomó cuerpo: Eurogalicia Forestal, un intento (no el único) por montar una fábrica de papel en el norte de la provincia de A Coruña, concretamente en As Pontes, que en aquel entonces todavía se denominada para el común de los mortales Puentes de García Rodríguez. En su accionariado convivieron desde José María Cuevas, fallecido presidente de la CEOE, hasta el Grupo KIO, propietario de Torras en los convulsos días de Javier de la Rosa, pasando por el Grupo Tojeiro (Gadisa, Unemsa, Forestal del Atlántico) y los germanos de Fedmülhe, como socios tecnológicos.

Pues bien, la huida del Grupo KIO y la consiguiente crisis en Torras dieron al traste con aquel prometedor proyecto. Ahora, más de veinte años después, todavía colea societariamente el proyecto. En los tribunales y en los despachos. Un juzgado de Barcelona acaba de anunciar la convocatoria de junta general extraordinaria de accionistas de Eurogalicia Forestal, prevista para el próximo 12 de noviembre en dicha ciudad. En el orden del día, el nombramiento de dos nuevos administradores solidarios. El juzgado hace constar que “la sociedad carece actualmente de administradores, por lo que la presente convocatoria judicial de la junta general extraordinaria se hace exclusivamente con el objeto de reconstruir su órgano de administración a solicitud del accionista Torraspapel”. Esta compañía, que de KIO pasó luego por el fondo de capital riesgo CVC para acabar finalmente integrada en Lecta, fue en su día uno de los sujetos activos en la crisis de Eurogalicia Forestal. Ahora, al menos en los juzgados y también los despachos, todavía colea una crisis que en su día fue un sueño para el empresariado gallego. Veinte años después.

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