Esta es tu vida: un reality

Roca EditorialPáginas: 320Publicación: 02/10/2014Precio: 15,90

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En mi última novela, Esta es tu vida, me he inventado un programa de telerrealidad (reality show), en el que los concursantes cedían toda su privacidad por contrato a una cadena de televisión para que averiguaran si la vida que creían tener era cierta o, por el contrario, era pura farsa y su existencia transcurría entre el engaño de sus allegados y la falsedad de los próximos con los que se relacionaban.

El concurso era sencillo, los participantes renunciaban a su intimidad y entregaban sus cuentas corrientes, las contraseñas de sus ordenadores, sus móviles, las llaves de sus casa, las claves de sus redes sociales, las direcciones de sus amigos, compañeros de trabajo… todo. Todo lo necesario para averiguar si les engañaba su cónyuge, lo que pensaban acerca de ellos sus hijos, cómo les consideraba el que creían mejor amigo, sus compañeros de trabajo, sus jefes…


Asesinato en Alella

En Esta es tu vida gana aquel concursante que ha tenido una vida más irreal, más ilusa y despegada de la realidad que ha creído vivir hasta la fecha.

Sin desvelar la trama, todo empieza a complicarse cuando una de las concursantes aparece asesinada colgada en el campanario de la iglesia de Alella.

La cadena querrá explotar «el éxito» de la muerte de esta concursante mezclando sin escrúpulos el programa de telerrealidad con el trabajo periodístico de sus servicios informativos. El todo vale por la audiencia es algo tan consustancial en la televisión privada que ya no nos sorprende, incluso se suele explicar de manera mercantilista: audiencia es igual a mayores ingresos publicitarios y, por tanto, a mayores beneficios.

En nuestro país, siguiendo la estela de muchos otros, el duopolio televisivo está generando audiencias espectaculares con estos formatos de telerrealidad. Gran Hermano VIP tuvo la semana pasada una cuota de pantalla del 30% y 4 millones de espectadores, siendo el programa más visto de toda la jornada televisiva, otros «realities» como Adán y Eva o Mujeres, hombres y viceversa no bajan del 15%. El fenómeno de estos formatos, basados en el morbo, el voyerismo y la hiperrealidad o hiperficción (son dos caras de la misma moneda), se está trasladando a muchos programas informativos. Las tertulias políticas son «infoshows» que llevan parecidos ingredientes y los telediarios se cocinan con las mismas especias, como si ya no tuviesen en sí suficiente morbo las noticias cotidianas.


Periodismo tremendista

Si no llegas casi al insulto en una tertulia te pueden expulsar del plató a la semana siguiente como si de un Gran hermano se tratara, y si no hay un componente de tremendismo en la información periodística parece que cedes puntos de audiencia al enemigo.

El espectador resta impasible. Puede cambiar de canal, pero una mayoría de la audiencia no lo hace. Parece que nos relajamos viendo desde nuestro cómodo sillón cómo torturan a un concursante de un «reality» (no se apuren es todo falso y sujeto a guión). No se engañen, tampoco es telebasura, está muy pensado y le dedican muchos medios técnicos. Lo peor es que eso pase con la información que recibimos, porque algún día llegaremos a pensar que es tan falsa como la telerrealidad. ¿Serán más creíbles las novelas?

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