El PP se desploma en toda España y abre un camino al PSOE

Mariano Rajoy deberá reaccionar, como le pedían algunos barones, para retener el poder en las elecciones generales

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El PP tiene un problema desde hace años. De hecho, desde siempre. Si no obtiene mayorías absolutas lo pasa mal. Y en las elecciones autonómicas y municipales de este domingo se ha abierto una enorme zanja. A un lado, el PP, que pierde más de tres millones de votos en las elecciones municipales, respecto a 2011, con sólo el 26,73% de los votos, y la práctica totalidad de sus mayorías absolutas en las comunidades autónomas, y al otro, el PSOE.

Los socialistas quedan disminuidos, pero pueden establecer alianzas con Podemos, tanto en ayuntamientos como en autonomías, como en Madrid, o en Valencia.

Posibles disputas internas

Para Mariano Rajoy el reto es mayúsculo. Con el crecimiento económico como único banderín de enganche, –sin pensar ni actuar en consecuencia por la catarata de casos de corrupción– el presidente del Gobierno debe ahora afrontar los últimos meses de la legislatura con un enorme desgaste.

En las próximas semanas, los partidos de izquierda intentarán desalojar a los gobiernos municipales y autonómicos del PP, y lo que ahora todavía es una España azul, más o menos coloreada de rojo, de morada o de naranja, en breve podría suponer una auténtica pérdida del poder.

En Madrid o Valencia, el PP gobierna desde hace más de dos décadas. Y la percepción de que la izquierda, con todas las complicaciones, puede tejer una alternativa, provocará las propias disputas internas en el partido de Rajoy.

El error de la estrategia del PP

Lo aseguró uno de los principales barones, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Nuñez Feijóo, al sentenciar que sería necesaria una profunda reflexión en función de los resultados.

Rajoy, y su mano derecha, María Dolores de Cospedal, la secretaria general del PP, han orillado al resto de partidos durante la campaña electoral. No han querido ni mencionar a Ciudadanos por su nombre, y han acabado elaborando un mantra que acabará siendo cierto: si no se votaba al PP, directamente, se hacía por el PSOE, si la elección era cualquier otro partido.

Hasta en Castilla y León

Eso podría suceder, salvo en algunas comunidades y ayuntamientos, porque el PSOE aguanta como la primera fuerza política de la izquierda. En el Ayuntamiento de Madrid, serían los socialistas los que deberían ofrecer el apoyo a Ahora Madrid, donde se integra Podemos, para desbancar a Esperanza Aguirre. Pero lo contrario podría ocurrir en la Comunidad de Madrid.

El PP ha sido incapaz de tejer alianzas, y la esperada respuesta de Ciudadanos puede ser insuficiente. El partido que lidera Albert Rivera ha entrado en autonomías como Asturias, Extremadura, Aragón, Castilla-León, Madrid –con 17 diputados–, Murcia, La Rioja o Valencia, con 13 escaños. Y todos ellos, aunque importantes, podrían no servir ante alianzas de izquierda. Eso, al margen de que Ciudadanos quiera –y es un supuesto de alto riesgo para sus propios intereses– apoyar a los populares.

Mucho más que un cabreo coyuntural

Por ello, a partir de este lunes se inicia un camino lleno de incertidumbre. El PP perdió, incluso, la mayoría absoluta en Castilla-León, su gran baluarte, su gran feudo. Y eso significa algo evidente: el poder del PP es declinante, aunque la dirección del partido, con Carlos Floriano al frente, entienda que las cosas cambiarán en las elecciones generales, y que el voto de este domingo obedece al cabreo coyuntural de los ciudadanos.

Las cosas se pueden vender de muy distintas formas. Y el marketing político está de moda. Pero España ha iniciado, desde este domingo, un nuevo camino, con un partido en el Gobierno que no ha conectado con la ciudadanía en el transcurso de la crisis económica más grave que ha vivido España.

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