El modelo de Silicon Valley, ¿la dictadura de los tecnócratas?

El periodista y ex abogado Esteban Hernández constata que la crisis económica no ha provocado excesivas correcciones, "al revés, se ha acelerado el coche hacia el desastre"

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El modelo que todo el mundo alaba, el de Silicon Valley, ha comenzado a cuestionarse. Tiene grandes defensores, como el fundador de Paypal, Peter Thiel, un libertario que no cree en ninguna regla, y que, incluso, comienza a ver en la democracia un grave escollo para la innovación tecnológica. Pero los críticos han afilado sus estiletes y han acercado sus lupas para analizar con mayor detenimiento el fenómeno.

Lo ha hecho el novelista Jonathan Franzen, en su última novela, Pureza (Salamandra), y lo ha plasmado también el periodista y ex abogado Esteban Hernández, en su libro Nosotros o el caos, Así es la derecha que viene (Deusto). Hernández, jefe de sección en El Confidencial, no pretende aparecer como el agorero de todos los males, pero asegura, en una entrevista con Economía Digital, que las cosas no han mejorado gran cosa tras la crisis financiera y económica que afectó, en menor o mayor medida, a todo el planeta en 2007-2008.

«La economía española, pero también la europea, no ha experimentado elementos de corrección, al revés, y vemos como el coche acelera, y puede estrellarse», asegura, en referencia también a las empresas que mantienen altos porcentajes de endeudamiento.

El mayo del 68 reciclado

Pero, ¿cuál es el problema de fondo? Esteban Hernández constata, con su análisis sobre el mundo empresarial, pero también político, que se ha producido una revolución, identificada con un movimiento que pretende erigirse en el adalid de la modernidad, y que se pueda asociar a lo que conocemos como la derecha. La gran paradoja es que esa derecha se ha nutrido de viejos esquemas de la izquierda, los que nacieron con el mayo del 68.

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A esa derecha que apuesta por la innovación continua, por el movimiento, por dejar atrás los corsés de la regulación, le vota una buena parte «de los que quieren defender lo contrario, como el respeto a las tradiciones, el orden social, la estabilidad vital o las ideas de patria y dios».

Según Hernández, sin embargo, «todas esas ideas son claramente lesivas para un sistema político que necesita fluidez, ausencia de fronteras, cambios permanentes y raíces muy débiles». El caso es que tiene la fuerza necesaria para seguir adelante, con la advertencia de que sin ellos llegará el caos, algo que el PP, por ejemplo, está trasladando de cara a las elecciones del 20 de diciembre.

Mantener una decisión en la empresa más de dos minutos

Pero Hernández, con su libro, lo que transmite es que es ese propio sistema el que está generando el caos. «Se está dejando a mucha gente atrás, en una carrera que tendrá consecuencias graves, dicen que o se hace tal cosa o caeremos en la ruina más absoluta, pero es que ya vamos hacia un modelo que destruye continuamente».

El periodista entrevista a personas involucradas en el mundo empresarial. Con casos concretos, lo que se constata es que el cambio continuo «desorienta» a las organizaciones empresariales. Y lo refleja con las respuestas de los propios afectados.

«Es complicado porque cambiamos y cambiamos y no sabemos hacia dónde vamos», asegura uno de ellos. «Corre un chascarrillo en la empresa –me dice—según el cual la principal petición de los equipos a los directivos es que sean capaces de mantener una decisión durante más de dos minutos», refleja Hernández en Nosotros o el caos.

Medidas efectivas, sólo a nivel regional

Para el autor la política se ve impotente ante esa transformación de la economía, dominada por unos pocos actores, que se reflejan en ese modelo de Silicon Valley. «Corregir el rumbo desde el ámbito político es muy difícil, y sólo podría tener un cierto éxito si se hace en un nivel regional, europeo, por ejemplo», afirma.

En el caso de España, «tanto Podemos, o los movimientos asociados no están anclados en la realidad de la gente, porque tratan de combatir problemas de hace 20 años», insiste. Es decir, todo va tan rápido, que la política no puede ni tan sólo definir un diagnóstico.

Ese modelo, el que presentan las grandes corporaciones tecnológicas, plantea, según Hernández, «nuevos monopolios basados en la tecnología, radicados en Estados Unidos, de capital mayoritariamente estadounidense y de dimensión mundial, que están transformando Constituciones, normas y relaciones sociales». Y lo que hacen es «imponer condiciones a usuarios, trabajadores y empresas de menores dimensiones, así como a los mismos Estados».

Solidez, reflexión, lo que la izquierda dejó atrás

La paradoja es enorme. Como se apuntaba, esa derecha que apuesta por esos elementos disruptivos que representa Silicon Valley se alimenta de esquemas de la izquierda. «Esta derecha ha tomado para sí buena parte de las lecciones de la izquierda post-68, y alaba la intuición, la creatividad, la diversidad y la ausencia de normas, aunque las circunscriba al ámbito económico».

Y para paliar o buscar una alternativa a esa apuesta, la izquierda debería retomar valores que dejó de lado, como «la regulación y la normatividad».

Vale la pena reflejar las últimas frases del libro de Esteban Hernández porque constatan el mensaje de fondo: si se debe seguir esa apuesta rotunda por la innovación constante, que genera, según el modelo económico-político imperante un cierto orden –recuerden, la alternativa es el caos—en realidad nos lleva a un caos total:

«Son una serie de virtudes que tienen que ver con la lentitud, la solidez, la reflexión y el bien común, y son justo las que necesitamos los seres humanos para tener una vida digna. Llegados a este punto, bien puede decirse que o ganamos quienes defendemos estos valores o lo hace el caos». 

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