Antoni Brufau: «Eres global o simplemente no eres»

ELECCIONES CATALANAS

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Antonio Brufau es un firme defensor de la economía global. Recientemente ha cedido todos los poderes ejecutivos de Repsol al consejero delegado, Josu Jon Imaz, un ejecutivo que proviene de la tradición ignaciana de Deusto y que combina una amplia formación industrial con su experiencia política; fue presidente del PNV, Eurodiputado y Consejero de Industria del gobierno vasco. Como prueba de confianza no está mal, y más en un momento de fuerte caída del precio del crudo que ha provocado un gran ajuste en el sector.

Brufau, nacido en Mollerusa (Lleida), es un català del món. No solo no tira de particularismo sino que arranca en lo global: «eres global o simplemente no eres». Y para ser global, hay que salir del entorno reconocible: «Efectivamente, el desafío consiste en salir de tu área de confort. La cultura de la innovación significa hacer saltar por los aires nuestro perímetro de confort».

Un mundo en interdependencia

Hoy, en nuestras calles, la douceur de vivre engalanada es una forma de resistencia. El esplendor del punto de vista le está ganando la batalla al mítico common sense. Para evitar la autocomplacencia, Brufau se incrusta en un desafío planetario multilateral bordeando la vindicación catalana para superarla por arriba.

«La globalización lleva consigo un proceso imparable de interdependencia. Es un error caer en la tentación de encerrarnos en nosotros mismos. Trabajamos cada vez más en un mundo en el que resulta clave la interdependencia. Debemos alzar la mirada y no distraernos en procesos que no contribuyen a la búsqueda de soluciones globales».

Sus conceptos son concomitantes con los que expandió el filósofo Xavier Rubert de Ventós en la interminable Vía del 11 de setiembre de hace dos años, cuando, subido en un atril en la frontera del Rosellón, dijo que en el mundo actual «la interdependencia es la salida natural de toda independencia». Con un poco de suerte, el devenir científico-técnico y el pensamiento crítico cabalgarán por fin en la España que soñó Ángel Ganivet.

Gestionar el cambio

El presidente de Repsol no es un petrolero al uso. Nunca creyó en la compra de YPF, aunque después de la nacionalización por parte de Cristina Fernández ha podido recuperar 15.000 millones de dólares, más de lo que representa la capitalización bursátil de la compañía que posee las grandes infraestructuras obsoletas de la Patagonia.

La opinión formada define al líder: «liderazgo no es otra cosa que gestionar el cambio». ¿Con autoridad? «Atención, el carácter inspirador del liderazgo y el principio de autoridad tienen muy poco que ver».

El caso de YPF se parece al de la Chade, aquella compañía eléctrica fundada en Buenos Aires por Francesc Cambó, nacionalizada por el mismísimo Juan Domingo Perón y echada a perder en manos del aparato ineficiente del populismo. Brufau ya tuvo un ataque de realismo en contra de la operación cuando solo era consejero de Repsol. No se trata, pensó, de comprar caballo grande ande o no ande. Y menos mal que la historia tuvo un final feliz gracias a su firmeza a la hora de exigir la recuperación del valor confiscado.

Un mundo cada vez más complejo

¿Los errores se pagan? «La auténtica cultura de la innovación elimina el miedo a equivocarse. El error bien aprovechado es uno de los más poderosos resortes de aprendizaje. Quien se hace conservador para evitar el error termina cayendo en la parálisis».

Brufau compatibiliza su día a día con su presencia en think tanks como Fedea, Cercle d’Economia, Círculo de Empresarios o el European Round Table of Industrialist, que agrupa a las principales empresas europeas. No es un directivo de patronales; es un enfermo del cambio: «Nunca antes el mundo había sido tan complejo, como resultado de la interacción instantánea de tantas variables. Y, por ello mismo, nunca los cambios habían sido tan rápidos».

Empezó como consultor en Arthur Anderssen antes de que la Ley de Anónimas del 89 revolucionara las contabilidades a base de auditorías externas. Como arturito, arregló los números del sector eléctrico y de la banca antes de entrar en La Caixa, para formar parte del triunvirato Fainé-Vilarasau-Brufau.

En Repsol ha culminado su madurez: «No hay herramienta de transformación más poderosa que el talento humano».

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