Subvención o nada: la estampida del cliente móvil

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Apenas tres meses de vigencia de la política de eliminación de subvenciones al terminal móvil, han bastado para que los operadores dominantes del mercado español, Telefónica y Vodafone, se sumerjan en contradicciones insalvables. Ninguno de los dos actores ha sabido, o no ha logrado, entender los hábitos ni las reacciones del consumidor, sobre todo entre los más jóvenes, que son los de mayor rotación y, por ende, quienes más husmean entre las ofertas del teléfono «gratis».

Entre abril y junio, debido a la subvención cero, Vodafone perdió 640.000 clientes. Durante el mismo período, Telefónica declaró un descenso de 260.000. El descalabro ha sido capitalizado por Orange (que no siguió esa política) y las operadoras virtuales, que atraen al usuario con tarifas más bajas sin necesidad de anzuelo a precio desleal ni ataduras bianuales.

La vuelta atrás, aunque en primera instancia sólo durante el verano, ha sido la decisión de Vodafone. Continuar enlazando cuentas y proyecciones, parece ser la política dubitativa de Telefónica, hasta ahora.

El mercado español ha dejado de ser terreno fértil para los teléfonos móviles tradicionales (desde los de bajísimo coste, casi desechables, hasta los de alta gama, pero ambos sin más propiedades que la prestación de conexión de voz, itinerancia internacional y mensajería corta pagada). En poco tiempo se ha volcado hacia los teléfonos inteligentes (smartphones), donde el sistema operativo Android, propiciado por Google, prácticamente ha conquistado sin atenuantes el gusto del consumidor, en todos los estratos sociales.

De un año a otro, según el informe de junio de Kantar Worldpanel ComTech, el consumidor español ha aborrecido los terminales de Nokia con el viejo sistema operativo Symbian. Su participación de mercado ha pasado de 40,2% en el segundo trimestre del año pasado a un misérrimo 3,4% un año después. En su lugar se ha impuesto Android (incluido en varias marcas, principalmente en los modelos Galaxy, de la coreana Samsung, el líder individual), cuya participación ha pasado de 41.3% el año pasado a un brillante 84.1% un año más tarde. El único país que en Europa se le acerca a España en tal penetración es Alemania, con 68% de terminales con Android incorporado. En el último reporte de resultados de Telefónica, se establece que 80 por ciento de los teléfonos vendidos en el segundo trimestre fueron smartphones, que son los que más rentabilizan las redes de datos.

La furia española con los smartphones la pone de manifiesto ComScore, la empresa especializada en mediciones del mundo digital, al señalar que en la actualidad la penetración de estos dispositivos en España es mayor (57%) que en Reino Unido, Alemania, Italia y Francia (el promedio para el grupo EU5 es de 48.8%).

A este escenario, exigente y cambiante, centrado en el terminal y no en la red de acceso, en las aplicaciones productivas y no en los programas de fidelización esclavizante, es a lo que se enfrentan los grandes operadores.

Telefónica ha dicho que la eliminación del subsidio ha comenzado a rendir frutos, que se expresarían en ahorros netos en costes comerciales dedicados a la captación de nuevos clientes. Pero la realidad parece contradecir estos argumentos.

Entre enero y marzo de este año, Telefónica facturó 351 millones de euros por concepto de venta de terminales, y en ese entonces estaba vigente la subvención. Entre abril y junio, los ingresos fueron de 304 millones, y ya había desaparecido el cebo. La diferencia, en escasos 90 días, fue de 47 millones de euros que Telefónica dejó de ingresar. Aparte de ello, el tráfico se redujo en 9,7% y el rédito mensual por suscriptor (ARPU) cayó 15%, con respecto al segundo trimestre de 2011.
La subvención permanente, o su enmascaramiento, por fuerza volverá a retoñar.

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