Ni satélite ni cable submarino para transportar la movilidad

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Barcelona está creando estructuras de gran valor para cimentar su futuro digital. El gran motor es la Fundación Mobile World Capital, que agrupa distintas entidades oficiales catalanas y a la Asociación GSM, cuya principal actividad es la organización del Congreso Mundial Móvil.

Se ha asegurado hasta 2018 la sede del Congreso, que se ha revelado como exitoso punto de encuentro de centenares de operadores móviles de todo el mundo y de unas dos mil empresas que conforman ese apasionante ecosistema. Está desarrollando espacios para el asentamiento y desarrollo de corporaciones extranjeras (MWHub) y para la presentación permanente de productos y servicios innovadores (MWCentre). La semana pasada configuró un consejo asesor, que integran importantes firmas internacionales, y esta semana logró la incorporación efectiva de Telefónica, que ha cedido parte de su edificio de la Plaza Cataluña y 7.8 millones de euros para el arranque de actividades de la Fundación.

Espacios, talentos y voluntad para «convertir a Barcelona en un centro mundial de desarrollo, innovación, inversión y generación de nuevos modelos de negocio de tecnologías móviles mejorando la calidad de vida de las personas», como ha dicho el alcalde Xavier Trías.

Las telecomunicaciones, de suyo, suponen distancias, que en los tiempos que corren son globales, extra-fronteras. Y, también, grandes infraestructuras físicas para el transporte del inmenso flujo de información y datos que producen las corporaciones, las administraciones y los consumidores de hoy.

¿Qué sucedería en este ámbito si Cataluña se convirtiera en Estado soberano, como parece ser la tendencia política del momento? Espacio de trabajo: Un pedazo de mar Mediterráneo, un cielo abierto y unas espaldas que limitan con Francia y España.

La capital de la movilidad no tiene industria satelital. Los siete satélites españoles que maneja Hispasat son controlados desde estaciones ubicadas en Arganda del Rey (Madrid) y Canarias, con otros centros de comando y control en Brasil, Argentina y México. Tampoco tiene infraestructura propia para el transporte de señales de televisión doméstica, sea terrestre o satelital. No cuenta con sistemas de cable submarino para enlazar al nuevo Estado con el mundo exterior.

Hubo una época en que desde las costas de Cataluña salían (o llegaban) cables de fibra óptica que garantizaban las conexiones telefónicas. Al primer enlace entre la península (punto de amarre ubicado en Cabrera de Mar) y las islas baleares (Molina), se le llamó Pen Bal 3, que entró en servicio en 1989 (y aún sigue), con una capacidad para despachar 11.500 llamadas telefónicas (3×280 Mbps).

Un segundo cable que continúa vivo, el Pen Bal 5, entró en funciones en 1995, y conecta la localidad de Gavá con Ses Covetes (Baleares), con capacidad de 6.2 gigas. Un tercero, el Pen Bal 1 (1971-1994), conectaba a Barcelona con Palma.

Desde las costas de Cataluña salían cables submarinos hacia Italia y Francia. El Ba-PI, que recorría 798 kilómetros entre Barcelona y Pisa, fenecido en 1995. El Ba-Ro, que llegaba a Roma hasta 1998. El Bar-Mar, que enlazaba con Marsella y murió en 2004. El Bar-Gen, para transporte con Génova, que dejó de funcionar en 1996.

El único enlace internacional que actualmente se encuentra en funcionamiento es el Bar-Sav, que cubre la ruta Barcelona-Savona (760 Kms hasta el norte de Italia), con una capacidad de 5 Gbps. Entró en servicio en 1996, de manera que algún cisne debe estar llamando a duelo.

Todos esos cables submarinos de primera generación fueron construidos en su totalidad por Telefónica, en el caso de los domésticos, y en asociación con Telecom Italia y France Telecom, en el caso de los internacionales. En fibra óptica, los tiempos han cambiado. Los sistemas de cable submarino que se están tendiendo en la actualidad (y Telefónica es gran actor en América) son planificados para una capacidad de entre 600 y 1.200 gigas.

Y tampoco tiene Cataluña infraestructura de telecomunicaciones propia, ni operadoras ni canalizaciones terrestres, que la conecten con España y el resto del continente. ¿Por qué Telefónica ha cedido solo hasta 2018 su edificio emblema ubicado al inicio del Portal de l’Àngel, para que allí funcione el Mobile World Center?

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