La vuelta de un viejo rockero decanta el referéndum escocés

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El speech de 13 minutos que pronunció el ex primer ministro del Reino Unido, el escocés Gordon Brown, el día anterior a la votación parece, según algunos comentarios, que contribuyó en gran medida a decantar a muchos indecisos a favor del no.

Brown utilizó sus argumentos sin complejos. Expuso los frutos de la cooperación entre los británicos que componen el Reino Unido, como una historia exitosa, que el SNP quiere romper.

Apuesta por la cooperación frente a la separación esgrimiendo como ejemplos positivos el sistema de pensiones, el Welfare State (Estado de Bienestar), el Servicio Nacional de Salud (NHS), la moneda o la Defensa en común, producto de una historia conjunta. Las mismas atribuciones del actual Parlamento escocés le fueron dadas por un gobierno laborista.

Brown consideró que Escocia es una nación, que lo ha sido siempre y lo continuará siendo independientemente del resultado del referéndum. Que no se votaba sobre el nacionalismo, sino que se votaba si se querían romper todos los lazos con el Reino Unido. Eso fue lo que de verdad se votó.

Hizo un canto a que hay que reforzar la cooperación incrementando las decisiones que pueda tomar el Parlamento escocés. Pero, dijo, que era un error romper, porque romper es una decisión «para siempre». Que no se podría volver atrás.

Escocia y el Reino Unido se necesitan mutuamente. Dijo que Escocia es de todos, los que votarían sí y los que votarían no. Que los que iban a votar no también «aman a Escocia». Que Escocia no pertenece al SNP (el partido nacionalista).

Gordon Brown remató diciendo que está convencido de que la independencia «is an economic minefield», es decir un campo de minas, y que lo que debería interesar a los escoceses es dotarse de un buen gobierno que garantice, sobre todo, la justicia social y los logros del Estado de Bienestar. Está convencido de que una decisión como separarse entraña demasiados riesgos.

Todo ello en 13 minutos. Vale la pena visualizarlo, porque es una de las piezas mejor construidas, bien dichas y contundentes en favor de la «cooperation and sharing» (la cooperación y el intercambio), un discurso positivo en favor de trabajar en común y en contra del separatismo.

Se trata de un discurso político, un meeting, que tiene pasión y argumentos, propio de las grandes ocasiones, sin esconder que él y muchos como él –como luego se comprobó– están orgullosos de ser escoceses y que por esta razón no quieren separarse de Inglaterra.

Que quieren tener los máximos instrumentos políticos para autogestionar los problemas de sus ciudadanos en la misma manera que se coopera en un espacio mayor para obtener las mejores ventajas de una economía globalizada.

Es evidente que el Reino Unido acostumbra a darnos lecciones de democracia. Incluso cuando es gestionada por políticos de segundo nivel. Oportunistas y cortoplacistas, a los que luego, cuando se han visto perdidos, han tenido que recurrir a políticos de nivel que ya estaban retirados. O del partido de la oposición, para que les saquen las castañas del fuego.

Pero Inglaterra es así. Aquí deberíamos tomar buena nota.

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