El reto latinoamericano del libro digital español

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Apple ha colocado a la industria editorial española en el aprieto de tener que ofrecer en América lo que no ha podido cumplir en su propio territorio. La inminente apertura de su tienda de distribución de libros en formato electrónico (iBookstore) para atender los mercados latinoamericanos, ha pillado a los editores españoles rezagados, tanto que podrían incluso retrasar los planes de la corporación más valiosa e «inteligente» del mundo. A menos que quiera inaugurar un mercadillo sin viandas.

Apple ha llamado a los editores para que surtan con sus valiosos fondos bibliográficos los anaqueles virtuales de su ciberespacio de títulos en español. Es una gran oportunidad para incidir en un mercado que se caracteriza por su alto ritmo de crecimiento en conexiones de banda ancha y comercio electrónico, importantísimo para una industria cuya facturación ha descendido el 11,2% y cuyo número de ejemplares vendidos se ha reducido el 20,3% en los últimos cinco años, según reconoce la Federación de Gremios de Editores de España.

Pero también es un gigantesco desafío, por cuanto el ritmo de digitalización de los títulos (eBooks) en la actualidad apenas ha alcanzado el 1% de la totalidad de los fondos editoriales disponibles, un nivel que se encuentra por debajo de Reino Unido, Francia e Italia y empatado con Alemania.

La plataforma de Apple exige que las editoriales entreguen sus catálogos y obras previamente digitalizados y probados según normas preestablecidas (formato estándar ePub), para que luego puedan ser descargados y leídos sin problemas en ordenadores portátiles o de sobremesa, eReaders, teléfonos móviles y tabletas por aquellos usuarios que los adquieran vía Internet. Una tarea larga y tediosa, que a menudo requiere de externalización o de entrenamiento forzado de personal cualificado, no existente en la plantilla. Tienen de plazo hasta finales de agosto.

En diciembre pasado, Apple lanzó iTunes (20 millones de canciones) en 15 países de América Latina, y después AppStore (500.000 aplicaciones para iPod, iPhone e iPad), pero en ninguna de esas dos experiencias exitosas el castellano jugaba un papel fundamental.

Sin embargo, a pesar del evidente estancamiento en su cifra de negocios (menos 4,1% en el año), la industria no asume a plenitud la esfera digital como ingrediente vital de su futuro mediato.

Los mayores esfuerzos en la digitalización han tenido como referencia a Libranda, empresa formada hace un par de años por siete editoriales encabezadas por las tres grandes (Planeta, Random House Mondadori y Santillana), a la que se han incorporado 119 sellos de 50 grupos y más de 80 tiendas on line de Europa y América. Pero, al final, el catálogo de Libranda es de 7.600 eBooks. ¿Es suficiente oferta para enfrentar a un mercado potencial de más 135 millones de conectados a las redes fijas y móviles?

Bernat Ruiz Domènech, publicista y diseñador, al leer «La Situación Actual y Perspectivas del Libro Digital en España» (Observatorio de la Lectura y el Libro, marzo 2012), exclama en su blog:

«¿Cómo es posible que a enero de 2012 los impulsores de Libranda sólo hayan digitalizado, de media, un 2,2% de sus títulos a la venta? ¿Cómo es posible que a enero de 2012 el todopoderoso Grupo Planeta sólo haya digitalizado el 1,2%, y otro gigante como Santillana sólo haya alcanzado el 2,2%? … Para ponerlo en números absolutos: el total de títulos vivos (en papel) de las editoriales impulsoras a enero de 2012 era de 239.886; en esa misma fecha, sólo 5.241 habían sido digitalizados y transferidos a Libranda. Obviamente me niego a creer que esas editoriales digitalicen más libros y los vendan mediante otras plataformas, porque entonces además de lentos serían un hatajo de tarugos».

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