Apple arriesga el juicio y su magia innovadora

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El juicio cruzado de Apple contra Samsung y de Samsung contra Apple, en un mismo tribunal, jueza común e igual jurado, que ha entrado en la etapa final esta semana en San José de California, Estados Unidos (EEUU), ha revelado que ambas corporaciones han metido las manos en ajenos secretos industriales y feudos patentados.

Si de tunantes se trata, tendríamos un par exquisito. Uno copia, el otro también. Uno ha dejado de pagar royalties, el otro también. «Pónganse de acuerdo antes de la sentencia», les ha aconsejado la jueza Lucy Koh. Si no es así, las consecuencias serían terribles para los dos.

Lo que más aqueja a Apple en estos momentos es que el sistema operativo Android, que es de Google, y que Samsung como fabricante ha aprovechado mejor, le haya erosionado tanto el panorama comercial en tan poco tiempo.

Es bastante difícil que Apple siga manteniendo sus asombrosos réditos por ventas de smartphones y tabletas, así como su incandescente valor de mercado, si Android sigue escalando en todo el mundo a las tasas en que lo ha estado haciendo hasta ahora. Y si resultase derrotada en el juicio de California, su perspectiva sería tan desmoralizadora que algunos observadores catastrofistas pronostican un calco de la situación que vivió la empresa cuando Steve Jobs fue despedido en septiembre de 1985. Ausente de nuevo su creador, se repetiría la tragedia.

Gratuidad del mercadeo

Una de las estrategias exitosas del marketing de Apple ha sido aguzar la expectativa de la industria y de los usuarios durante el período previo al lanzamiento de algún nuevo producto. La publicidad gratuita que ha logrado al levantar polémicas acerca de lo que presentará, es proverbial.

Se acerca la fecha de la introducción en el mercado de su nuevo modelo iPhone (no se sabe si se llamará iPhone 5, no se sabe si será el 12 o el 21 de septiembre, ni si adoptará el estándar Near Field Communications -NFC- que permite convertir al terminal en un punto de compra-venta inalámbrico, ni si incluirá la proyectada norma WiFi 802.11ac que multiplica por tres la velocidad de transferencia en redes locales, ni si ampliará el tamaño del display de 3.5 a 4 pulgadas, ni si cambiará una punta del cable conector a puerto USB de 30 a nueve puntos de contacto, entre muchas otras especulaciones).

Una de las polémicas preferidas se refiere a su conectividad a las redes móviles de próxima generación, llamadas 4G/LTE. Con el lanzamiento de la versión iPhone 4S, en octubre del año pasado, se metió en un lío, por ejemplo, en Australia, al ofrecer 4G en un país donde entonces no existía tal posibilidad.

En España no existen aún redes 4G comerciales. Aquí esa polémica no tiene sentido. Consuela saber que el nuevo iPhone sí funcionará en las existentes redes 3G y en las antiguas redes 2G. Pero el organismo regulador CMT y las operadoras móviles deben tomar nota de la circunstancia. La innovación les ha sobrepasado. Existen (y habrá muchos más) millones de usuarios con equipos en España que no pueden desarrollar toda su potencia, puesto que las redes no han sido adaptadas.

Y aún en los países donde funcionan este tipo de redes, como EEUU, Apple se ha encontrado con la desagradable noticia de que casi la mitad (47%) de los consumidores piensa que no las necesitan (encuesta nacional realizada por la empresa Piper Jaffray).

Palancas y flores

Apple ha practicado la máxima según la cual una sola palanca es capaz de mover al mundo. Un solo producto le garantizaría éxito global. Cambió el concepto industrial, eso sí. Pero Android ha aplicado la enseñanza de las 100 flores de una misma semilla que son capaces de embellecer al mundo. Ello ha sucedido también en Europa.

En el último año Apple ha estado descendiendo en participación de mercado a ritmo acelerado, al tiempo que Android ha subido como la espuma. En España, por ejemplo, por cada 8,71 nuevos compradores de smartphones que se inclinan por dispositivos con Android, apenas 0,28 lo hacen por iPhone (Kantar WorldPanel, julio 2012). La cuota de Samsung es de 56% ó más, impulsado principalmente por su Galaxy S3.

De manera que Apple precisa detener al coreano como sea. O que pague por su osadía. Un iPhone al año no es suficiente contención.

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