Solo el 1% de las empresas aprueba en inversión social

La media de las compañías españolas está diez puntos por debajo de la europea, según los datos que desveló el director de Ecodes en el debate de Economía Digital

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Invertir responsablemente no es tan simple como depositar dinero en valores estables y con pocas oscilaciones en bolsa. La inversión social responsable es aquella que incorpora criterios éticos, ambientales y sociales para decidir en dónde se inyecta el dinero. La cuantía movilizada bajo esta fórmula ha aumentado de manera notable en los últimos años a nivel europeo, pero en España, queda mucho camino por recorrer. Solo el 1% de las empresas ejecuta una inversión social responsable, según los datos que maneja la Fundación Ecología y Desarrollo y que desveló Víctor Viñuales, su director, en el debate sobre empleo verde celebrado este martes en Vigo y organizado por Economía Digital y la Sociedade Galega do Medio Ambiente.

De hecho, las empresas españolas se sitúan 10 puntos por debajo de la media europea, que alcanza en el 11%, según indicó Viñuales. La sustancial diferencia se debe a que el peso mayoritario en el Estado lo llevan las instituciones. El informe Spainsif 2014, que cada año mide la evolución de la inversión social responsable (ISR), destaca que el 93% procedía de inversores institucionales.

Un cambio, no: una revolución

Precisamente, una de las obsesiones del fundador de Ecodes, y miembro del consejo social de Inditex, es el compromiso de las empresas con el medio ambiente y el desarrollo sostenible. En su opinión es necesario un cambio «disruptivo», una «revolución», porque con mejorar lo que ya tenemos no será suficiente para revertir los daños causados, que toman formas como el conocido cambio climático. «Un cambio rápido se hace cuando empresas, ONG’s y administraciones empujan en la misma dirección (…) en el modelo clásico, la empresa iba a lo suyo, rentabilidad y dividendos; y las instituciones y administraciones intentaban corregir los daños».

¿Por qué no basta con enderezar el rumbo y es necesario un viraje? Viñuales se apoya en los datos. Por ejemplo, en un estudio de PwC que afirma que la actividad económica tendría que descarbonizarse un 6% anual para evitar que la temperatura global se eleve dos grados. La economía española se descarboniza al 0,6%. Y aunque es cierto que la inversión social ha ido en aumento, también lo han hecho, de manera notable, el consumo de recurso y las emisiones dañinas a atmósfera y ecosistemas.

El cambio de chip y la economía colaborativa

Sin duda, el giro de 180 grados que reclama el director de Ecodes tiene mucho de operativo, tanto en las sinergias entre los agentes sociales como en la inversión socialmente responsable. Pero el factor más importante para Viñuales es el cambio cultural que, en cierta medida, ha comenzado a germinar en formas de economía colaborativa. Tanto la fundación como su cofundador defienden modelos como Blablacar o Airbnb, que, precisamente por interferir con los modelos tradicionales, han causado enorme polémica en su irrupción en España.

En este nivel, habría tres mutaciones clave. El primer paso sería inocular un sentimiento de urgencia sobre el cambio climático que acelerase la puesta en marcha de políticas por parte de las administraciones. La tipología de la herida medioambiental, con daños generalmente invisibles y progresivos, acaba provocando un continuo aplazamiento de las iniciativas para evitarlos, pospuestas para abordar asuntos más a corto plazo.

El segundo tendría que ver con un cambio de valores en la empresa y en el ciudadano. «Hemos identificado que el desarrollo es que crezca el PIB. Puede que sea importante, pero lo hemos identificado con el único Dios verdadero», apunta Viñuales, que entiende que existen otros medidores trascendentales para valorar el desarrollo social.

Por último, destaco como clave la gestión de la esperanza. «Un cuerpo desesperanzado no se mueve, no crea», concluyó exhortando a la iniciativa verde individual y colectiva.

¿Terreno abonado para el emprendimiento?

Si para Viñuales el empleo verde está vinculado a un cambio social y a la reutilización –al ciclo completo de los materiales que se transforman, utilizan y vuelven a reciclarse para darles un nuevo uso; Miguel Varela, cofundador y CEO de la TIC gallega Teimas Desenvolvemento, advierte que hay muchas piedras en el camino del emprendedor que intenta avanzar en esta área. Lo ha vivido en sus propias carnes. Puso en marcha Teimas como una iniciativa emprendedora que aplica la tecnología para proporcionar servicios a empresas, gestores y transportistas de residuos.

Varela asegura que cualquier proyecto verde necesita un proceso lento y costoso de autorizaciones. «Aparte del sector agroalimentario, no hay sector más controlado que la gestión de residuos», apuntó. Pese a esto, «la administración no tiene capacidad de inspección para evitar la competencia desleal» entre empresas.

El increíble mercado menguante

Los emprendedores parten con una desventaja en el área de la economía verde. Normalmente carecen de experiencia en el campo de la comercialización y la gerencia. A pesar de que parezca un terreno lo suficientemente bien regado como para compensar este achaque, lo cierto es que «la financiación es difícil y las ayudas públicas son poco apropiadas» en esta área.

El hombre orquesta de Teimas hizo constar las dificultades para elaborar un plan de negocio real. Los datos que registran las administraciones no suelen coincidir con la realidad del sector, provocando un fenómeno que Miguel Varela definió como «el increíble mercado menguante».

El cofundador de la TIC gallega concluyó recordando que pese a creer que la conciencia ecológica ha evolucionado enormemente en la última década, en el último barómetro del CIS, era la preocupación número 22 de los españoles.

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