¿Puede España crecer al margen de la situación europea?

Los expertos señalan que las exportaciones crecen fuera de la zona euro, pero que la clave está en el aumento del consumo interno

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¡Hay que conjurar los malos espíritus! La economía no debería estar pendiente de esas cuestiones, claro, aunque las sensaciones, los “espíritus animales”, como analizó el economista Robert Shiller en su libro del mismo título, Animal Spirits, influyen en el comportamiento de los agentes económicos. Y esas percepciones indican que España podría caer en una tercera recesión si la Unión Europea no se pone las pilas.

Los expertos, sin embargo, señalan que España puede sobrevivir a ese estancamiento de los países europeos. El semanario británico The Economist dedica la edición de esta semana a esa Europa enferma, con un pronóstico inquietante. En la portada aparece la canciller Angela Merkel, ante un loro en el suelo, enfermo y enganchado al suero. Es esa Europa estancada, que Merkel considera que, simplemente, “está descansando”.

Largo tiempo para reducir el paro

Por tanto, aunque el presidente Mariano Rajoy asegurara este viernes, en el Consejo Europeo en Bruselas, que el BCE debería tomar más medidas para reactivar la economía, España deberá asumir que el camino para poder crecer es estrecho, y que el tiempo para que pueda disminuir de forma significativa el paro será largo, muy largo.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, lleva días tratando de conjurar esas malas sensaciones. Y ha asegurado que España tiene “unos fundamentos diferentes a los de Europa”, y que “en dos años y medio se ha conseguido dejar de ser una rémora para la zona euro y pasar a ser una de las economías que más crecen”.

¿Pero qué significa crecer? David Cano, economista en Analistas Financieros Internacionales (AFI) considera que es cierto que España ha dado un salto enorme, y que el sector exterior ha pasado a representar el 36% del PIB, cuando antes de la crisis se situaba en el 18%.

¿Y si me compro un iPhone?

Pero Cano indica las limitaciones de ese crecimiento, por una cuestión que, en muchas ocasiones, no se tiene en cuenta. La idea es que, por la propia estructura de la economía española, cuando crece con vigor dispara su déficit en la balanza por cuenta corriente. “Lo que ocurre es que cuando la demanda interna mejora, como ocurre ahora, España crece, porque lo más importante es el consumo interno, más que el crecimiento en las exportaciones que se pueda experimentar. Pero si ocurre eso, también se dispara el déficit, porque importamos más”. 

Si un español dispone de algo más de dinero, y decide consumir más, es probable que se compre un iPhone, por ejemplo. O cualquier producto tecnológico que España no fabrica, y que se debe importar. Esa es la explicación de que en los últimos meses se haya incrementado el déficit con el exterior, que se ha unido a un descenso en las exportaciones.

Mejor si Francia y Alemania tiraran del carro

David Cano considera que la senda iniciada ahora puede ser la correcta, con crecimientos del PIB por debajo del 2%, teniendo en cuenta que los países que ejercen de motor en Europa, como Francia y Alemania, están estancados. “Si esos países van mejor, nuestro crecimiento podría ser del 2,5%, eso está claro, pero se puede crecer sin ese empuje adicional”, asegura.

Ahora bien, esos crecimientos, que el Gobierno español destaca una vez tras otra, no sirven para reducir de forma significativa el paro. Son insuficientes, y dejan en la ciudadanía la percepción de que España no está superando la crisis, y que no se está haciendo nada para mejorar la situación.

Cano entiende esa percepción, pero explica: “Esa idea está instalada, pero no es cierta, España ha mejorado mucho en los dos últimos años, el problema es que no puede avanzar más rápido”.

Nunca más un déficit exterior del 10%

La explicación es que España necesita desendeudarse, y no puede volver nunca más a presentar un déficit exterior del 10%, como ocurrió justo antes de la crisis, en 2007. Esos déficits se deben financiar en el exterior, y la deuda de España ya está en el 100% de su PIB. Además, hay que encontrar a esos prestamistas, que ya no desean volcarse en el sur de Europa, como ocurrió en la década anterior a 2007.

El catedrático de Economía y consejero del Banco de España, Guillem López-Casasnovas, plantea el problema de fondo, y es la necesaria colaboración de la Unión Europea. “Dependemos de Europa, y Europa depende de Estados Unidos, porque formamos parte de ese proceso de globalización. El problema es que Europa no tiene un criterio único, y el Banco Central Europeo intenta ejercer ese papel improvisando en cada caso, pero con un campo de acción limitado”.

¿Menos presión fiscal?

A juicio de López Casasnovas, “en la Unión Europea se necesitaría una acción fiscal vehiculada o basada en reducciones de la presión fiscal, y no en la reducción del gasto público, como hasta ahora, con déficits limitados y selectivos, que estuvieran referenciados con algo similar a los llamados eurobonos a largo plazo”.

Lo que se plantea, en realidad, es o poder dar un salto, y para eso es necesaria una política muy ambiciosa y coordinada desde la Comisión Europea –Alemania no está por ahora por la labor, como ilustra The Economist esta semana– o una resignación a crecimientos muy pequeños que exigen una enorme paciencia y una paz social que en España está al borde de saltar por los aires, si se tienen en cuenta los reiterados casos de corrupción.

Parches, sólo parches

Por eso, el catedrático de Estructura Económica, Santiago Niño Becerra, cree que “sólo se están colocando parches, y se lleva haciendo desde 2007, con el objetivo de ir ganando tiempo”.

Niño Becerra alerta de que España “es enormemente dependiente del exterior”, y que, cuando se asegura que crece “hay que analizar qué zonas de España crecen, porque la realidad es muy diferente entre las distintas autonomías. Se están creando zonas de dinamismo económico que no tienen nada que ver con el resto”. Una de ellas sería Cataluña, que ha experimentado un mejor comportamiento exterior, con muchas empresas que se han lanzado a vender fuera.

La cuestión es que “todos esos crecimientos son cosa de décimas, entre el 0,5, por ejemplo, y el 1,5% o el 1,6%, con lo que no se soluciona nada”, advierte Niño Becerra, que, como Cano, entiende que se necesitarán muchos años para acercarse a la situación previa a la crisis de 2007.

Menor productividad

El presidente de Economistas Frente a la Crisis, Jorge Fabra, incide en el papel de los países centrales de Europa. Y recuerda el superávit en la balanza por cuenta corriente de Alemania, que alcanza los 197.000 millones de euros, una cifra que se acerca al 20% del PIB español. Si esos recursos no se movilizan, “si Alemania no mira, primero, por sus propios trabajadores, y, en segundo lugar, por el crecimiento del conjunto de Europa, la situación no podrá mejorar”, señala.

Fabra incide en que los puestos de trabajo que se crean en España, además, no están mostrando que se gane en productividad.

Los datos de la EPA conocidos esta semana muestran que el empleo ha aumentado en 151.000 personas en el último trimestre, y 274.000 en el periodo de un año. Y eso es positivo, según el colectivo de Economistas Frente a la Crisis. Pero, cuando se rasca, cuando se analiza lo que ocurre, se pone de manifiesto la “altísima elasticidad del empleo en relación a la producción”. Es decir, “volvemos a la anómala situación registrada en el anterior periodo expansivo, cuando la expansión de la producción no se debía a que los nuevos empleos tuvieran mayor productividad, sino a lo contrario”.

Velocidad de crucero insuficiente

El problema para Fabra es que se ha llegado a una situación de gran inestabilidad del empleo y de precariedad laboral que no asegura una vigorosa demanda interna.

Pese a ello, y pese a Europa, España crece. Y podría hacerlo ya “a una velocidad de crucero del 2%”, según el ministro De Guindos. Pero, ¿ese crecimiento está solucionando los problemas de la mayor parte de la sociedad española?

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