Los papeles de Panamá delatan las actualizaciones del ‘manual del evasor’

La fiscalía y Hacienda centran su investigación de los papeles de Panamá en el uso de cuentas opacas como garantía de créditos concedidos en España

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A pesar de las apariencias, las fortunas depositadas en los bancos suizos siguen siendo el secreto mejor guardado. Al conocer que las sociedades offshore del bufete Mossack Fonseca son solo la pantalla de cuentas abiertas en los bancos ginebrinos, la fiscalía y Hacienda han puesto en marcha una investigación sobre la operativa triangular España-Suiza-Panamá en la que se señala a residentes concretos con patrimonios en el extranjero, como la hermana del rey emérito, Pilar de Borbón; los núcleos hoteleros, Riu o Escarrer (Meliá); o los hermanos Franco Suelves, biznietos del general e hijos de Francis Franco Martínez Bordiu; Marina Ruiz Picasso; González Panero (ex alcalde de Bobadilla).

La mecánica de los negocios opacos levantada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación ha tenido lugar a lo largo de los años por medio del mencionado triángulo Suiza-Panamá-España, de tal modo que cuando un ciudadano español quiere aligerar su responsabilidad tributaria sobre fondos que son el resultado de la actividad de su negocio, empieza por crear una sociedad ficticia en el bufete Mossack Fonseca o en otros de los muchas con sede en de Panamá.

El segundo paso es hacer que la firma panameña abra una cuenta a su nombre en un banco de Ginebra. A la inspección de Hacienda empieza a interesarle este rastro cuando el dispositivo se pone marcha, en el momento en que el ciudadano español compra a la sociedad panameña un activo valioso pero evanescente (un informe sobre el mercado de las comodities, por ejemplo) por el montante que quiere evadir y que pagará al banco suizo. Hasta aquí solo es una compra legal, de las que quedan consignadas sin más en la Dirección General de Transacciones Exteriores.

Pero lo cierto es que el dinero enviado Suiza, que figura a nombre de la sociedad administrada por un testaferro panameño (aunque en realidad es del residente), reporta beneficios derivados de su colocación en activos financieros. Este dinero va produciendo ganancias amparadas por el secreto bancario que nunca irán a la base imponible de la declaración de Renta del ciudadano español. Así se han duplicado y triplicado fortunas en pocos años.

Pero queda una pregunta: ¿Para qué quiere alguien el dinero en un paraíso si no se lo puede gastar, pongamos por caso, en un ático en la milla de oro de Madrid, delante del Retiro?

A la hora de repatriar las grandes sumas que facilitan la vida muelle del presunto evasor, entra en juego el llamado crédito lombardo. Consiste en pedir un préstamo a una filial española del banco suizo y utilizar como garantía la fortuna guardada en Ginebra. Los expertos consultados afirman que en este tipo de operaciones el dinero se mantiene íntegro en Suiza reportando los beneficios de la inversión rabiosa en activos de alta rentabilidad, mientras que el préstamo se destina al ático mencionado, a una inversión empresarial o a otro bien que se pueda adquirir.

Operaciones triangulares

Además de las personalidades citadas, los papeles de Panamá desvelan también a deportistas de élite, cineastas, científicos arrebatados por los royalties apátridas o propietarios de patentes que descuentan a futuro el valor desorbitado de sus licencias. Todos ellos y algunos de los nuevos nombres que pronto poblarán los medios de comunicación se han exculpado en tropel asegurando que están en paz con Hacienda. Por su parte, Cristóbal Montoro, el ministro de la tronitonante amnistía fiscal, respalda a estos españoles esquivos al decir que la mayoría «han regularizado su situación con el fisco».

En las operaciones triangulares de evasión que sustentan los préstamos con garantías opacas, el dinero no se mueve de los valles helvéticos pero las compra ventas de títulos o de bienes raíces aparecen en montones multicolores de paraísos que solo son cascarones vacíos repletos con nombres de testaferros y de rascacielos vacíos como los de Panamá, cuyos apartamentos funcionan como garantías inmobiliarias aparentes.

De ahí que las comisiones rogatorias de los jueces que investigan delitos fiscales denunciados por la abogacía del Estado (en su papel de causa pública) acaben casi siempre a Berna o Ginebra, sedes de los más de 150 bancos de fortunas domiciliados en ellas, que llegaron a ser más de 300 antes de la purga impuesta por la crisis financiera de 2008 y la subsiguiente concentración de capital que se efectuó a través de fusiones bancarias. Los bancos españoles, por medio de sus filiales en paraísos, no son ajenos a este modus operandi tal como se puede ver en los sociedades offshore de Mossack Fonseca, inscritas por la larga mano del Santander, BBVA y el Sabadell.

Argentaria el antiguo banco público, hoy integrado en BBVA, fue en su momento el Banco Exterior de España, una fuente de dinero del Estado depositado en su filial Suiza para hacer frente a los pagos estratégicos de suministro de energía, los negocios de armas o las facturas devengadas en las cloacas del Estado (los GAL o la ditirámbica persecución de Roldán, aquel caballero que dirigió a la Guardia Civil). En su época, el Exterior también compensó muchas veces al Tesoro inmerso en los decalages de una Balanza por Cuenta Corriente, eternamente deficitaria.

Escasez de efectivos

En medio de un panorama ventajoso de acceso relativamente fácil, dados los pocos efectivos que destinan las haciendas a perseguir el fraude, no es extraño que el primer ministro británico, David Cameron, tenga todavía fondos en las cuentas de su padre en Panamá. Como tampoco lo es el refugio opaco de la fortuna del presidente argentino Mauricio Macri, antiguo dueño de una cadena de lavanderías bonaerenses y ex presidente de Boca Juniors (por no mencionar al político más altisonante de la lista, Valdimir Putin).

En España, los bufetes fiscalistas, como Cuatrecasas, Uría, Pombo, Ernst & Young y tutti quanti, venden a sus clientes el mix de eficiencia tributaria basada en la competencia entre los países de menor carga impositiva. Por esta puerta han entrado en el imaginario colectivo Luxemburgo, las Islas Vírgenes o Panamá, plazas habituales que operan con los títulos custodiados en Suiza, la auténtica nave nodriza de la evasión a gran escala.

En medio de una red de presuntas ocultaciones, no podemos olvidar que mantener cuentas cifradas en zonas de baja o nula fiscalidad es totalmente legal, sobre todo si este dinero procede de rentas del trabajo o del capital, obtenida ambas en el país en el que se abre la cuenta. Esta es la versión sobre la que justifican sus cuentas en Suiza o Delaware algunas de las personalidades aparecidas en los papeles de Panamá.

En todo caso, los miembros de la inspección y los letrados del Estado del Tribunal Económico Administrativo inmerso en la investigación parten del dato de que los capitales españoles en busca de opacidad han utilizado tres plataformas de lanzamiento: Luxemburgo, la base exponencial de las famosas sicav; Islas Caimán, sede por excelencia de los hedge funds e Irlanda, tierra de adopción de los fondos de inversión monetarios.

La riqueza oculta de las naciones

En el Gran Ducado, cáncer del delito fiscal en el corazón mismo de Europa, no se gravan ni los dividendos que cobran los fondos ni las ganancias que van al ahorrador final. Las plazas off shore están siendo la válvula de escape de la presión fiscal implantada ahora en Suiza (un 35% de los dividendos de los fondos, no de sus titulares). La Confederación Helvética es el chivo expiatorio de países cínicos, como Alemania, Francia, España o Italia.

Las operaciones antiblanqueo de estos países están suprimiendo las cuentas cifradas y en su lugar se han creado las cuentas letradas –ahora en los extractos de estas cuentas, donde ponía 3478 pone ahora BCXT, por ejemplo— lo cual no es ninguna broma. Suiza no decae nunca a pesar de todo. El país alpino contaba con dos billones de euros en patrimonios anónimos administrados en 2013, según cifras extrapoladas de los datos de Eurostat y ofrecidas por Grabiel Zucman, profesor de la London School of Economics e investigador de Berkeley, en su libro La riqueza oculta de las naciones.

Si las cuentas cifradas de personas físicas disminuyen por la simple disuasión inmersa en la cultura del delito, se crean los trusts, la especialidad británica, y, a su vez, estas abren el turno de las fundaciones, que en los últimos años han reaparecido con empuje en su mejor cuna: Liechtenstein.

La operativa ha permitido a los expertos extraer una gran conclusión después del impacto de Panamá: el 70% de los fondos que se mueven entre la base suiza y los paraísos exóticos procede de ciudadanos europeos, no a oligarcas rusos ni a príncipes saudís, según los datos extraídos del Banco de Pagos de Basilea. En ocasiones estos datos corresponden a garantías y operaciones swap sin detallar, que aparecen reflejados en apartados aparentemente olvidados –bajo el nombre de «otras partidas»- incluidos en los balances de las entidades de crédito.

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