Los correos sobre Bankia que ponen los pelos de punta

Un inspector del Banco de España apuntó, dos meses antes, que la salida a bolsa de la entidad supondría ''el primer paso para la nacionalización de las pérdidas''

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Una advertencia explícita sobre los evidentes riesgos para el Estado que supondría, en los términos que finalmente se hizo, la salida a bolsa de Bankia. Esta es la conclusión principal de los correos que el inspector del Banco de España, José Antonio Casaus, envió a la dirección del regulador apenas dos meses antes de la OPV la entidad, presidida por Rodrigo Rato.

Los documentos, conocidos este viernes, se han entregado al juez que investiga el caso. Las advertencias de Casaus fueron ignoradas por la dirección del Banco de España, que finalmente dio el visto bueno a la salida a bolsa de Bankia.

El inspector recomendaba entonces, en abril y mayo de 2011, el inicio de la cotización como un único banco (junto a Bankia, su matriz, BFA, con graves problemas de solvencia), pero no como un banco doble. Esta opción, por la que finalmente se optó, supondría «el primer paso para la nacionalización de las pérdidas, algo injusto», señala Casaus.

Compra por otra entidad

Para el inspector, la alternativa preferida era la venta de Bankia a otro banco, «preferiblemente extranjero». En los mensajes Casaus señala que el Grupo BFA-Bankia no es viable «a medio plazo con una estructura como la que tiene».

La mejor salida, según su versión, era entonces la adquisición por parte de otra entidad «que pueda convencer al mercado de que puede afrontar 120.000 millones de euros de financiación mayorista». Bajo esta fórmula, «ni el contribuyente ni el accionista» perderían con una entidad que, de acuerdo a los últimos datos oficiales, acabó por costar al erario más de 22.400 millones de euros.  

Viabilidad cuestionable

En el momento de le OPV, Bankia apenas tenía capacidad para generar recursos, apunta Casaus, y su viabilidad era cuestionable por los «graves y crecientes problemas de rentabilidad, liquidez y solvencia» que arrastraba. Además, contaba con «un gobierno interno mejorable con unos gestores desalineados entre sí y desacreditados ante el mercado, con un marcado perfil político».

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